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Intenté echar un rápido vistazo al marcador, pero apenas podía mantenerme en pie. La mayoría de mis compañeros, mis amigos, yacían en el suelo.

2–4

Cogí aire con dificultad. No podíamos más. Se nos estaba haciendo eterna la segunda parte, y era una realidad.

—¡Arion! —gritó una voz. Casi creí que era la de... espera, ¿qué?—. ¡Arion Sherwind!

¿Riccardo?

Arion se acercó a las gradas y... bueno, yo lo hubiera hecho si no fuera porque estaba en el otro lado del campo pensando en mil maneras mejores de morir.

—¡Arion, echa un vistazo! —dijo el entrenador Evans levantándose. Me acerqué al banquillo y Rosie empezó a echarme spray en la espinilla—. Piensa. ¿Es este el fútbol al que quieres jugar?

—¿El fútbol al que quiero jugar?

Ese intercambio de palabras estaba calando en mi mente. El fútbol al que queremos jugar. Así que era eso.

—¿Lo has entendido?

—¡Sí! —exclamó Arion. Seguidamente, se inclinó hacia nosotros con arrepentimiento—. ¡Perdonadme! He cometido un gran error. Para recuperar el auténtico fútbol, como siempre hemos querido, necesitamos jugar como hemos jugado siempre. Así que...

—Jugar como siempre, ¿eh? —repitió Michael de brazos cruzados y con una sonrisa en el rostro—. Juguemos así, capitán.

Miré a Jade.

—Creo que no voy a volver a necesitar esto —le dije. Metí las manos bajo mi camiseta y me quité las vendas, tendiéndoselas.

—Pero... —Jade sonrió—. Demuéstrales lo que vales, chica. Estamos contigo.

Una brisa acarició nuestros rostros.

—¡El viento! —enunció Skye.

¡Ya hemos pasado la final del segundo tiempo del torneo Camino Imperial entre el Raimon y el Monte Olimpo, y el Monte Olimpo lidera el marcador cuatro a dos! —gritaba el comentarista—. ¡Vaya, nuevas noticias...! ¿Cómo? ¡Vaya! ¡Nos dicen que Katsue Hartland, el jugador que ingresó en el Raimon en el ecuador del torneo, es en realidad una jugadora!

Wow. Novedad.

Miré a las gradas y distinguí las figuras de mi madre y de Riccardo. Me pregunté si el tío Erik estaría viendo el partido. Riccardo sonrió e hizo un gesto con la mano. Esa era la señal que estaba esperando.

—Vamos a devolverles ese intento de humillación que nos han dado —dije con decisión.

Todos asintieron.

—¡Vamos a ganar el partido! —confirmó Arion.

Los espíritus guerreros del Dragon Link seguían siendo bastante superiores, pero avanzábamos como podíamos. Y defendíamos como podíamos. Y casi sin notarlo, estábamos conectando pases. Estábamos siendo uno solo. Y siendo uno solo, íbamos a ganar el partido.

Me llegó el balón, de repente. Fruncí el ceño viendo cómo un par de centrocampistas del equipo contrario venían hacia mí, y noté su confusión. Nunca habían visto una chica en un torneo supuestamente masculino. Les hice el favor de intentar quitarme el balón, pero volví a hacer una finta extraña de las que yo hacía y los superé sin problemas.

—¡Vamos, Víctor! —exclamé, pasándole el balón. Él se la pasó a Arion, que se la pasó a Ryoma y Lucien.

¡Estrella Oscura! —gritaba Lucien al ser propulsado por Ryoma. Esa grandiosa supertécnica superaba a los defensas en milésimas de segundo.

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora