Déjame curarte

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Estaba tan enferma, llevaba días vomitando. Odiaba que mi salud no fuese buena la mayoría del tiempo.

Mis huesos dolían y mi temperatura aumentaba.

¿Dónde estaba él? Tenía enormes ganas de verlo.

Me sentía decepcionada, habíamos tenido un disgusto, él no pensaba venir a verme y yo no dejaba de llorar porque no me esperaba una acción así.

Me dio por mi lado, bien. Tenía coraje y tristeza. ¿Por qué si yo estaba siempre ahí, él no podía venir a verme?

Me levanté de la cama y me aguanté el dolor, tenía unas enormes ganas de golpear su mejilla, qué palabras eran esas de usar conmigo. Convencí a mamá de poder salir en ese estado.

Llegué hasta su casa y su madre me recibió, detestaba toparmela a ella primero porque sentía que me pondría a llorar delante de ella. Pero él no estaba.

-Si gustas esperarle, deberías recostarte si estás enferma, él es un tonto, cómo no se ha dignado a -

La puerta se abrió.

Me dolió tanto verle, se había caído y tenía horribles heridas.

En un momento estaba llorando diciéndole lo mucho que me entristecía que no estuviese para mí y actuará como si no le importará.

Y en otro...

-Déjame curarte, se ve muy mal.

Ya estaba curando sus heridas, dando besos simultáneamente en la piel lastimada.

Para después sentir en mi cintura su agarre y algunas gotas saladas.

Página En BlancoWhere stories live. Discover now