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Las dos princesas cuando lograron calmarse un poco decidieron ir a tomar el té juntas. A pesar de que se habían calmado un poco el ambiente seguía tenso.
Estaban en el jardín trasero, no estaban solas, los hermanos y unos cuantos guardias estaban vigilandolas de cerca.

—Realmente no sé qué hacer Daisy, todo mi reino cree que yo estoy tras estas desgracias. —Comentó la rubia quien movía sucesivamente su cuchara en la taza —He tratado en serio de hacer algo, pero parece que todo va empeorando más y más.

—Bueno, podría traer a varios de mis guardas a ayudar —Se encogió de hombros pensando en que si lo que había dicho seria buena idea.

—No quisiera que les pasara algo...

—Al contrario, mis guardas hasta podrían capturar al causante de todo esto.

La rubia al parecer se le levanto un poco el ánimo al oír esas palabras.

—¡¿Lo dices en serio?!

—¡Claro que sí! Ten mi palabra que quién sea que se meta con mis amigos se le declara la guerra.

—¡Dios, Daisy...! ¡¿Cómo puedo pagartelo?!

La de cabellos castaños se quedo un momento pensando hasta que volteó a ver al chico de verde, quien simplemente veía con detenimiento a esta. Se sobresalto e hizo como si no la estuviera viendo cuando ella misma se percato de eso.

—¿Me disculpas un momento? —Dicho esto, Sarasaland se levantó de su asiento con dirección al menor de los hermanos —¿Podrías acompañarme?

—¿A-a dónde?

—Una caminata, anda —Tomo su mano llevándose a Luigi arrastrándolo.

Siguieron caminando hasta una parte más alejada del jardín, en ese momento, Daisy ya habia soltado a Luigi.

—¿Qué tal todo?

—Terrible, Mario tiene problemas para enfrentar esto. Piensa que es su culpa.

—¿Y por qué su culpa?

—Porque no puede encontrar al maldito que hace esto. Y, dios, me pone verle mal.

La princesa lo miró un tanto preocupada mientras lo volvía a tomar de la mano y esta vez se sentaban a un lado de la fuente.

—Te hace falta aire fresco y dejar a un lado estos problemas, —A cada palabra, la castaña se iba acercando más y más a Luigi —te veo... Muy estresado.

De alguna manera, Luigi asintió, a pesar de no estar prestando atención a lo que decía, estaba perdido en esos ojos, esos ojos azules con una tonalidad leve de morado. ¿Siempre habían sido así? No lo sabía, pero se veía perfecta.

De un momento a otro, estaban a casi nada de besarse, estaban a punto de hacerlo, hasta que Daisy jalo bruscamente el cuello de la sudadera de Luigi para acercarse a su oído.

—Boo.

Y fue ahí que todo al parecer había sido una trampa.



Peach, un tanto preocupada de que su compañera no volviera, mando a Mario a que la buscara, de igual manera, este se había ofrecido ya que también le preocupaba su hermano.

—¡Luigi! ¡Princesa Daisy! —Exclamó sin respuesta alguna.

Empezaba a causarle una clase de TIC nervioso dentro de él, se imaginaba lo peor, hasta que había encontrado a la princesa Daisy en el suelo un tanto herida y desmayada. Su corazon empezo a latir sin control, corrió hacía con ella, por lo menos no le habían hecho algo malo.

—¡Ayuda! —Exclamó lo suficientemente alto para que pudieran hacerle caso.

Mientras la tomaba en brazos, buscaba a su hermano con la mirada, estaba hiperventilando demasiado al no ver nada, ni siquiera uns pista de de este.

—¡Luigi! ¡Luigi! ¡Hermano! ¡¿Dónde estás?!

Si creía que los problemas estarían a punto de terminarse, apenas estarían comenzando.

Oh Luigi [KingBooigi] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant