«Cap V: Cazadora»

773 76 6
                                    

Finn se encontraba observando fijamente lo que parecía ser un gran edificio viejo de color rojo, este tenía unos diez pisos de alto y daba la sensación de que se caería en cualquier momento.

Había sido mucho más complicado de lo que creyó llegar hasta aquí. Puesto que el edificio se encontraba en una de las partes más peligrosas y marginales de la ciudad.

Durante el camino tuvo que pasar de largo un par de prostitutas que no lo dejaban en paz, unos cuántos bandoleros que intentaron despojarlo de sus cosas pero que él valientemente pudo salir ileso, evitó a más prostitutas pero estas eran diferentes, tal vez tenían trece o catorce años de edad, muy lamentable para él y pensar que esos niños tenían que venderse para ganar dinero.

En fin tuvo que pasar por muchos peligros, pero hubo uno que no pudo pasar, pero que gracias a la extraña chica a su lado había podido salir ileso.

-¿Estas seguro de que tu madre vive en este edificio? -Preguntó con interés una extraña mujer encapuchada, era tan alta cómo él y usaba una peluca hecha de hojas, además de que sus ojos parecían ser del tipo felinos y su vestimenta era como de una especie de cazadora, con capucha y botas incluidas, además de dos ramas en su cabeza que simulaban ser cuernos.

-Si, supongo -respondió Finn no muy seguro. -Tal vez...

-No te oyes muy seguro de ti mismo, ¿Acaso tienes miedo de reencontrar a la mujer que te abandonó? -Preguntó ella observando fijamente al chico con los ojos entrecerrados.

Finn soltó un largo suspiro. En verdad no podía creer que estaba aquí. Pero no era que tuviera miedo, solamente deseaba arreglar las cosas con su verdadera madre y seguir viviendo su vida cómo si nada.

-No, no es eso, solo que...

-¿Quieres que la mate? -Preguntó ella mostrando un arco y flechas.

Finn abrió los ojos cómo platos.

-¿¡Qué!?, No, jeje. No es necesario... Yo me encargo desde aquí jeje -le dijo él a su amiga cazadora.

Esta guardó el arco y flechas atrás de su espalda.

-Muy bien Finn -dijo ella. -Tu entra mientras yo vigilo de cerca.

Le mencionó al rubio.

-Esta bien, solo... -Finn se dio la vuelta y al volver la vista a su extraña matona personal. Se dio cuenta de que ya no estaba. -... ¿Hola? -La llamó pero nada, no aparecía por ningún lado. -¿Cómo hace eso? -Se preguntó a si mismo.

Ya sin más que hacer o decir, se interno en el edificio.

Finn no podía creer que se viera peor por dentro que por fuera. Las paredes del lugar despedían mucha humedad, los pisos estaban sucios y los muebles del lugar estaban muy viejos, además de que el ambiente era muy hostil, ya que los empleados mostraban expresiones de enojo al verlo.

-¿Disculpe? -Llamó al recepcionista.

-¿¡Qué quieres!? -Gritó el tipo regordete con enojo.

Finn puso una expresión cansada. Ya estaba cansado de los tratos que estas personas le daban.

-Busco a alguien y...

-¿Y qué me has visto cara de detective? -Le dijo él con sarcasmo. -Búscalo tú mismo. -Sin más que decirle, el tipo ese volvió a leer su periódico.

Finn soltó un suspiro, no tuvo de otra que agradecer y dirigirse al noveno piso en donde se suponía que vivía su madre. Si, Susan le dio la dirección específica de donde vivía exactamente la doctora Minerva.

Hora de aventura: Finn el chico huérfano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora