Viernes

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¿Qué le parece, Papaíto? La profesora de inglés opina que mi última composición acusa "un poco común nivel de originalidad".

Le aseguro que ésas fueron sus palabras textuales. Parece imposible, ¿verdad?, teniendo en cuenta mi formación de estos dieciocho años, ya que el objetivo

del asilo John Grier (como sin duda usted lo sabe y lo aprueba) es convertir a sus noventa y siete huérfanos en otros tantos gemelos.

En cuanto al talento artístico que despliego ante sus ojos, Papaíto, debe de haberse desarrollado en mi tierna infancia a fuerza de hacer con tiza caricaturas de la señora Lippett en la puerta de la leñera.

Espero que no se sienta ofendido cuando critico así el hogar de mi infancia, por favor. Pero usted tiene la sartén por el mango y, si me pongo demasiado impertinente, siempre puede interrumpir el envío de sus cheques. Esto no es muy cortés de mi parte, pero no puede usted esperar que tenga buenos modales, puesto que, como bien sabe, un asilo de huérfanos no es precisamente una escuela de señoritas.

Hablando de otra cosa, Papaíto, creo que no va a ser el estudio lo que me haga difícil la universidad, sino los recreos. La mitad del tiempo no sé de qué hablan las otras chicas. Todas sus bromas y chistes parecen referirse a un pasado que han compartido todas menos yo. Soy una extranjera en el mundo y no entiendo el idioma que se habla. Es una sensación penosa... y la he sentido toda mi vida. En la escuela secundaria del pueblo las chicas iban en grupos y me miraban. Me encontraban distinta, les parecía rara y todas tenían conciencia de ello. Yo me sentía como si las palabras "Asilo John Grier" hubieran estado escritas en mi cara. De pronto algunas almas caritativas se sentían obligadas a acercarse y decirme algo amable. Las odiaba a todas, se lo aseguro. A las caritativas más que a ninguna.
Aquí nadie sabe que me crié en un asilo. A Sallie le dije que mis padres habían muerto y que un anciano y bondadoso caballero me costeaba los estudios. Todo lo cual es estrictamente exacto. No quisiera que pensara usted que soy cobarde, pero de veras quiero aparecer igual a las otras chicas, y el Terrible Asilo se aparece amenazador en mi pasado es justamente la gran diferencia entre ellas y yo. Si yo fuera capaz de volver la espalda a ese hecho y borrar su recuerdo, creo que me convertiría en un elemento deseable del colegio, por lo menos tan deseable como el resto de las chicas. No creo que en el fondo haya ninguna gran diferencia... ¿A usted qué le parece? Sea como fuere, a Sallie McBride le gusto.

Siempre suya

Judy Abbot

(antes Jerusha

Sábado por la mañana

   

Releí esta carta y no la encuentro muy alegre que digamos. ¿Fue usted capaz de adivinar que tengo un monografía especial que entregar el lunes por 1 mañana, sin contar un parcial de geometría y un resfrío con estornudos que no paran?

Papaíto-piernas-largas. Jean Webster - 1912Donde viven las historias. Descúbrelo ahora