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"En todo momento esplendoroso de felicidad hay una gota de veneno: la certeza de que el dolor volverá." –Albus Dumbledore

Weasly estaba horrible. Nikki no quería engañarse. Llevaba puesta una bufanda que Will y ella habían ido a comprar mientras que Hannah suplicaba que le atasen las manos al asiento porque ver a Margaret bailando "con una falda tan indecente para su mente imprudente" le estaba creando hielo en la entrepierna. La bufanda era blanca y negra, los colores de las panteras de Harlem, aunque el uniforme de Weasly era más césped que otra cosa. ¡No paraban de taclearlo! Iban todos a por él y se estaba frustrando.

El equipo ofensivo volvió a salir del campo para dejar paso al defensivo y Nikki vio cómo Weasly se quitaba el casco de manera agresiva mientras Julio le hacía movimientos señalando al campo. Pero el ceño fruncido de Weasly era inmovible.

El entrenador se acercó a susurrarle algo y Weasly se pasó las manos por la cara. Tal vez hacía dos grados pero ellos estaban sudando.

–¿Cómo es que no da ni una? –Le habló Nikki a Will. Él llevaba también un gorro de lana negro con un pompón al final. Con las mejillas rojas y las gafas solo le parecía más y más atractivo. ¿Por qué las chicas no le lanzaban sujetadores?– Dijiste que le fue bien en el entrenamiento.

–Creo que es por la gente. Hay demasiada gente y tal vez se esté agobiando.

Nikki hizo una mueca. Miró de nuevo al campo y decidió hacer una locura. Se puso en pie y vio cómo Will la miraba extrañado mientras se iba. Bajó las escaleras de las gradas hasta que llegó a la baranda. La gente estaba gritando porque el juego continuaba. Sería el último antes de que terminase el tercer tiempo y necesitaba como mínimo dos touchdowns para ganar. ¡Eso era una burrada!

Nikki se inclinó hacia delante para ver al sudoroso Weasly de espaldas. Tenía el cabello marrón ahora casi negro por el sudor y se estaba colocando las hombreras.

–¡Wes! –Gritó Nikki. Weasly se giró prácticamente al instante y su ceño se frunció aun más al verla ahí. Nikki le hizo señas para que se acercase y Weasly lo hizo. Nikki se agachó para quedar más o menos a la altura de Weasly–. Sé que no te gusta hablar, mucho menos enfadado porque desde nuestro primer encuentro sé que delicado no eres –Weasly le regaló una media sonrisa y eso animó a Nikki a continuar– pero necesito que hables conmigo, Wes. Porque quiero ayudarte pero no sé cómo si no sé el problema. Por favor.

Weasly estudió el rostro de Nikki, o eso pensó ella. Estaba mirando a sus ojos en busca de una respuesta pero solamente encontraba indecisión mezclado con el aprecio más puro que jamás vio. Nikki sintió cómo una mano un poco sudada se ponía sobre la suya congelada. Eran los largos y delicados dedos de Weasly que hacía unos minutos estaban derribando a chicos de noventa kilogramos. Pero a ella la acariciaba con delicadeza y adoración.

Pasó la punta de sus dedos por la parte superior de la mano de Nikki, la cual estaba agarrando la parte más baja de la barandilla para no desestabilizarse, y reposaron en sus nudillos. Weasly inclinó un poco la cabeza, quedando perfecta para que Nikki pudiese besar su frente a través de los barrotes.

–No quiero defraudar a nadie pero todos me están diciendo qué es lo que debo hacer y hay tantas cosas que debo hacer que no sé en qué orden ponerlas –Se sinceró Weasly. Nikki elevó sus dedos de la mano que Weasly sujetaba para entrelazarlos. Con el pulgar comenzó a darle leves caricias para calmarlo y animarlo a continuar. Se dio cuenta de que Weasly llevaba la pulsera que le regaló y eso la puso aun más nerviosa–. Sé que tengo que agarrar el balón pero medio equipo se me viene encima. Solo... No sé cómo hacerlo –Se encogió de hombros–. Tal vez no valgo para esto.

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