Capítulo 1

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Despierto sobresaltada. Noto que el autobús está parado, por lo que levanto la cabeza del hombro de mi mejor amigo, que me mira preocupado.

- ¿Otra vez esa pesadilla?- pregunta Dragos.

Como respuesta simplemente asiento. Hace años que tengo ese sueño, aunque nunca tan seguido como estos días. Solía tenerlo como unas cinco o seis veces al año pero desde que anunciaron la excursión pasó a ser cosa de todas las noches.

Juana, una de las cuidadoras del orfanato, nos pide que bajemos con cuidado. Mientras los niños corren alrededor del autobús, yo espero junto a Dragos y tres chicos más a que nos den instrucciones. Al ser mayores de edad nos dejan quedarnos a cambio de que cuidemos a los pequeños. Juana nos da una hoja con los turnos. Nos ha dividido como siempre, ellos tres por un lado y Dragos y yo por el otro.

- Tenemos la tarde libre. ¿Vamos a conocer el pueblo?- me pregunta mi mejor amigo.

- No creo que haya mucho que ver, pero algo habrá que hacer.

Noto sobre mi la mirada asesina de Claudia. Está deseando estar en mi lugar. Hace tiempo que está interesada en Dragos y aunque el ya le dijo que el sentimiento no es mutuo sigue intentándolo. Mi amigo es demasiado bueno con la gente. No es capaz de mandarla de paseo ni aunque se ponga insoportable. Por buena suerte me tiene a mi. Nos alejamos de allí y, mientras pienso a donde podemos ir, observo las casas de piedra. Este sitio no es muy grande, pero si laberíntico.

- ¡Scarlett!- grita a buena distancia de mi. Sin darme cuenta que quedé atrás.

- Estuve investigando en Internet y hay una leyenda sobre unas rocas que te llevan a un reino escondido.- comento. Siempre me han gustado esas historias.- ¿Vamos a verlas? Están al poco de entrar en el bosque.

No hace falta que conteste, ya sé la respuesta gracias a la extraña conexión que tenemos. Muchas veces no hace falta que hablemos para saber lo que quiere el otro. Siempre bromeamos con que se debe a que como nacimos el mismo día somos mellizos y nadie lo sabe, aunque no nos parezcamos ni en el blanco de los ojos.

Llegamos al bosque más rápido de lo que esperaba. No tardamos en encontrar el conjunto de piedras. Parece que están formando un circulo algo tosco y pequeño, con el interior lleno de tierra. Llama la atención la ausencia de hierba en ese espacio, como si hubieran hecho una hoguera pero no quedaran restos, ya que alrededor está lleno. Voy pisando hojas secas al acercarme. Me encanta el sonido que hacen al crujir.

- Es un sitio precioso.- comenta.

Le doy la razón. No me extraña que surgiera esa leyenda, ya el bosque de por sí parece de otro mundo.

Entramos en el albergue algo sofocados de correr por todo e pueblo. Se nos hizo tarde y, para más fastidio, no encontrábamos el sitio.

- Scarlett, Dragos.- nos llama otra de las cuidadoras.

Seguimos la voz hasta llegar a una cocina bastante amplia. Marieta os espera con un cuaderno pequeño en la mano. En media hora empieza nuestro turno.

- Los más pequeños tienen que ir a la cama a las diez. De eso nos encargamos nosotros. Solo tenéis que echarle un ojo a los otros. Nadie puede salir del albergue.- nos informa.

Asentimos en señal de haber escuchado. Marieta vuelve su atención a la comida. Antes de poder salir se gira bruscamente.

- Me olvidaba.- nos dice- dentro de dos días será cuatro de noviembre.

- Mas bien una noche y mañana.- susurra Dragos para que solo oiga yo.

- ¿Queréis alguna tarta en especial?

- ¡Chocolate y nata!- exclamo. Adoro las tartas.

A Dragos le da igual ya que no son lo suyo. Siempre elijo yo. Apunta en su cuaderno mi respuesta y sigue a lo suyo. Entramos en el salón y no me gusta nada lo que veo. Somos pocos, por lo que debería ser fácil vigilarlos, pero Manuel y su grupito siempre fastidian todo. Son cinco niños entre doce y quince años, con el más mayor como líder. No sé como hacen para desaparecer cuando menos te lo esperas.

- A esos no hay que perderles de vista.- susurra a mi oído.

- Como si fuera tan fácil.

Están en una esquina apuntando algo en un papel. Definitivamente no me gusta nada. Me acerco lo más sigilosa posible, algo que se me da bastante bien, y miro lo que escriben. Es un mapa muy mal dibujado pero que se entiende. Justo en ese momento me ven, pegan un grito y salen corriendo por la puerta principal. Marieta viene alarmada por el jaleo. Dejo a Dragos explicando lo que pasa mientras voy a por el abrigo. Toca ir a buscarlos.

Salimos a la oscuridad de la noche. ¿Tanto les cuesta poner una farola? Enciendo la linterna que casi no alumbra e intento ver algo alrededor. Por buena suerte la de Dragos va mejor.

- En el mapa estaba dibujado el circulo de piedras. Vamos directos allí y ya aparecerán.- propongo.

Al poco de salir mis ojos se acostumbran a la oscuridad y veo casi como si fuera de día. En momentos así agradezco esta extraña habilidad. Dragos no corre la misma suerte y a pesar de la luz tropieza varias veces. No tardamos mucho en encontrar las rocas. Noto una sombra que se mueve e intenta entrar en el interior. Ya pillé a uno. Indico a mi compañero que no haga ruido y vamos uno por cada lado. Cuando logramos agarrarlo me doy cuenta de dos cosas. Primero, no es uno de los niños. Y de segundo, no hay tierra, solo un agujero completamente negro y que parece interminable.

No me da tiempo a pensar en que está pasando. Caemos.

Reino de Vasilia  Where stories live. Discover now