Capítulo 63

1.6K 182 7
                                    

- Y aquí termina nuestro bloque musical y volvemos con las noticias del día –presentó Riley.

- Bueno, como ya habíamos mencionado con anterioridadlas misas a las que el mismo Papa había convocado se han celebrado durante los últimos días, con multitudes de personas que abarrotan las calles del país y llegan hasta Roma; se espera que continúen. Por su parte, las celebraciones en la Meca tuvieron que cesar luego de que se dieran algunos disparos, aunque hasta el momento no se han reportado víctimas –informó Jay.

- Ya les habíamos comentado también que él origen oficial del recién bautizado sinuvirus, había sido ubicado en la región de Furusato, en Japónhace caso dos meses. Al mismo tiempo que Japón fue señalado por varias naciones como culpables de la Pandemia por su negligencia al ocultar el primer brote para no afectar los Juegos Olímpicos.

- Pues esta mañana, WikiLeaks reveló una serie de documentos oficiales pertenecientes a la compañía farmacéutica Vitae; en la que se incluyen una serie de contratos que la empresa había firmado con el gobierno japonés para la venta y aplicación de vacunas contra el Ébola.

- Recordemos que Vitae se hizo famosa al crear estas vacunas hace poco más de un año. Y que Japón reportó tener pequeños brotes del virus en primavera

- Entre estos documentos se encuentra también unos reportes, que revelan que Furusato fue la única región que alcanzó a ser vacunada antes de que el gobierno japonés así lo dictara por el sinuvirus que comenzó a atacar la región. De esta forma, se revelaría que el origen de virus no fue la contaminación del río como se pensó, sino en las supuestas vacunas que Vitae ha vendido no solo a Japón.

- Vitae tiene contratos con más de veintisiete países, y en todos estos realizó la aplicación de vacunas en los últimos dos meses. Esto explicaría la rápida expansión que tuvo el sinuvirus por el mundo.

- Como dato extra, los laboratorios de investigación de Vitae se encuentran en Toronto, ciudad que recordemos, fue de las primeras en caer en su totalidad.

- En los mismos documentos, podemos encontrar una serie de e-mails en los que tanto el director de la compañía, Richard Mounthill y el Ministro de Salud japonés Yasuihiza Aso hablan de sobornos millonarios para no delatar a la empresa.

- El propio gobierno japonés ya arrestó a Yasuihiza Aso, mientras que Richad no ha sido encontrado y la compañía no se ha pronunciado. Varios organismos internacionales ya han hablado del tema y afirmado que tomarán cartas en el asunto.

- Puesme quedé sin palabras, es decir, piénselo. Las vacunas que supuestamente nos protegerían, son las que nos mataron. Nono sé qué decir –soltó Riley con tono serio.

- Habrá que esperar a ver que concluyen las investigaciones para ver si fue un caso aislado- mencionó Jay desanimado- En otras noticias

Rawvanna apagó la radio y reinó el silencio. Luego comenzaron los murmullos entre todas las personas que alcanzaron a oír algo. Era mucho que procesar. Jafet apagó el cigarrillo y se metió en su tienda, al poco rato todos lo imitamos sin hablar más.

La primera vez que entre a la tienda, me había invadido un extraño sentimiento de seguridad. Estaba allí adentro, cerrado del mundo exterior. Era algo que no experimentaba desde que nos habían robado la Caravana. Pero en ese momento, me invadió un sentimiento de vacío. Pasé al menos un par de horas dando vueltas en el saco de dormir, observaba a Alex con envidia. No entendía como había logrado dormir tan rápido.

De alguna forma me sentía mejor, porque al menos ahora había respuestas. Sabía a quién culpar. Pero al mismo tiempo, era demasiado que procesar. La enfermedad que había destruido la sociedad ¿había sido creada por una empresa? ¿Para que querría alguien destruir el mundo? No, claro que ese no había sido su objetivo. Seguro, se trató de un accidente. Si, tenía que ser eso. Un desastroso accidente. Pero, seguía siendo su culpa. Ellos habían matado a Janet. Por ellos, estaba a kilómetros de mi hogar. De mi familia.

Mi familia. Durante todo este tiempo había hecho mi mayor esfuerzo para no recordarlos. No porque no quisiera, sino porque sabía que, si lo hacía, comenzaría a volverme loco. Pero en ese momento, me resultó imposible. Un horrible sentimiento me invadió de pronto, no tristeza, sino coraje. Estaba enfadado, tenía ganas de gritar, patalear y golpear a alguien. Las paredes comenzaron a hacerse pequeñas, o al menos así se sentía. Ya no me sentía seguro ahí encerrado.

Me puse de pie, abrí la tienda, y arrastré fuera el saco de dormir. El hombre que hacía guardia del otro lado del campamento me observó con indiferencia. De pronto, sentí con fuerza el cambio de temperatura. Se sentía más frío que en las noches anteriores, pero no me importó. Me metí en el saco y el frío disminuyo, aunque no suficiente. Pero me sentí mejor al aire libre, mucho más cómodo.

Distintas ideas trataban de meterse en mi cabeza: mi familia, Janet, la pandemia, las demás personas en general; yo hacía todo lo posible por evadirlas. Como si me estuviesen atacando con pelotas de béisbol mientras yo desesperado estuviera tratando de desviarlas con solo un bate. Un solo bate para cientos de pelotas por segundo. Así de inútiles se sentían mis esfuerzos.

- ¿Qué haces? - Vanesa arqueó la ceja.

La observe atentamente, tenía los ojos irritados. Había estado llorando.

- No puedo dormir.

- Aquí afuera menos –me respondió- Pescarás un resfriado.

- ¿Tu qué haces aquí?

- No puedo dormir.

- Aquí afuera menos.

La chica sonrío.

- ¿Puedo? –señaló el saco.

Asentí. Vanesa se acercó temblorosa con las piernas tiesas por el frío. Abrí la bolsa y me acomodé para que pudiera entrar. Afortunadamente, ambos éramos lo suficientemente delgados y el saco lo suficientemente grande. Una vez adentró corrió el cierre, mientras se hundía más hasta cubrir su cuello.

- Hace mucho frío –mencionó.

- Lo curioso es que hemos dormido a la intemperie por dos noches, no creo que la temperatura haya cambiado. Solo se siente más frío por que estuvimos en las tiendas.

- Puede ser

Permanecimos en silencio durante varios minutos. El viento comenzó a mover levemente las ramas de los árboles que nos rodeaban. A ambos nos dieron escalofríos. La chica se acercó más a mí y yo a ella hasta acurrucarnos.

- Extraño casa.

- Yo también.

PandemiaWhere stories live. Discover now