-¡Carajo!
Soltó un rubio al lastimarse cuando cae por un par de piedras.
-E-estos hijos de puta...- Dijo tiritando.
Miró a los muertos vivientes que casi se tiraban sobre él. Ignoró la lastimadura y tomó su arma. Pronto se reincorporó e intentó dispararles pero ya no tenía balas.
-Estoy jodido.
Buscó con la mirada a sus compañeros. No los vió. Sudó frío. Estaba sólo, sin balas, lastimado y asustado; todo esto era... ¡Demasiada presión!
Cerró sus ojos con fuerza y apretó los puños, se había rendido. Ya no le quedaba esperanza y el corazón le latía tan rápido que podía salirse, aunque pronto se sorprendió al escuchar que alguien lo estaba defendiendo. Despegó lentamente sus parpados y lo vío, a su salvador. Se sintió aliviado e inútil de no poder ayudar.
Aunque era raro... En su grupo nunca vió a alguien como él, quizás estaba perdido. Algo que sorprendió al pequeño es que los muertos que estuvieron a punto de comérselo se fueron, esa persona no los venció... Los alejó.
El salvador volteó. Nuestro amigo Tweek se quedó helado, pálido, blanco, azul, amarillo con puntos verdes. Tanto así que cayó sentado de la impresión. Esa piel muerta y esa ropa rasgada... Había sido salvado por un zombie.
El último pareció incomprender la reacción Tweek y le extendió la ya muerta mano, a la que le faltaban partes. El contrario, por impulso, se alejó. Luego se dio cuenta y pensó que por eso el zombie se arrepintiera de ayudarlo y lo mordiera allí pero... Sólo lo miro con curiosidad.
Bajó la mirada y vio en la pierna del pequeño sangre; se impresionó y acto seguido, con mucha preocupación, miró a todos lados. Al no encontrar lo que sea que buscara se arrancó una prenda de su azul y desgastada ropa. Cubrió con ella la parte dañada de Tweek. Se levantó, sonrió como pudo y se fue rengueando.
El rubio, despeinado, sucio y lastimado sintió un ardor en sus cachetes...
¿¡Se había sonrojado por un zombie!?
