Capítulo 10: ¿Quién tiene hambre?

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Tweek comenzaba a sentirse nervioso, bueno, ¿cuándo no lo estaba?; pero ahora había algo que no lo dejaba dormir, y no era la idea de que un zombie se lo comiera de pies a cabeza o ver morir a todos sus conocidos uno por uno con impotencia ya que debido a su debilidad y cobardía no podría salvarlos; no, no ahora. Lo que le ocurría es que había pasado un tiempo desde que vio a su peculiar amigo, Craig. Muchas veces salió por su cuenta a buscarlo, pero no se animaba a alejarse demasiado. Decidió cambiar eso, tomó su mochila y se puso en marcha.

– ¡Eu, Tweek! –Demonios.
– ¿S-si? –Preguntó nervioso.
– ¿A dónde vas? –Indagó Butters.
–A bu-buscar comida, claro. Comida, sí.
– ¿Te acompaño?
– ¡No! –Su amigo lo miró confuso–. Eh, no ahora, no hace falta. Otro día...

Tweek, reacio a continuar esa conversación, comenzó a caminar a paso veloz, cuando se alejó lo suficiente frenó a observar. Por un lado estaba la ruta; por el otro la nada misma; y al frente un montón de árboles. Admiró la belleza del paisaje y consideró sacar su libreta para hacer algunos bocetos, pero prefirió concentrarse en buscar a su amigo; se decantó por los árboles, Craig podría esconderse ahí sin que sus amigos lo encontraran.

– ¿Craig? –Llamó Tweek. Seguido de eso escucho pasos, el crujir de hojas y ramas siendo pisadas, volteó esperanzado de que sea su amigo y, a su vez, asustado de que sea un ladrón o un zombie (por eso mismo, también sacó su arma).

– ¡Ajá!

– ¡¡Agh!! ¡NO ME COMAS! –Gritó Tweek agachándose, recordó que tenía el arma en la mano y se sintió un inútil.

– ¡Así te quería agarrar! –Exclamó el pequeño.

Tweek lo miró molesto, se levantó e inesperadamente pateó a Butters de manera que él cayó de espaldas. Aunque le surgió el instinto de disculparse, lo ignoró totalmente y se sacudió la tierra que había quedado pegada en su cuerpo.

– ¿Por qu–

– ¿Quién es Craig? –Interrumpió Butters, decidido.

Tweek tartamudeó, no sabía que responderle, ¿contarle la verdad?, ¡ni hablar!, no hay razón. Debía inventar una respuesta inmediata, una excusa. Podía decirle que era su amigo imaginario y Butters le creería, pero no quería parecer un raro... ya lo era, y justamente por eso el menor podría creerle cualquier cosa. No pudo formular una respuesta, levantó la vista y su amigo zombie se encontraba adelante, saludándolo con la mano. Butters giró y se paró de un saltó, apuntó con el arma pero Tweek rápidamente se puso frente a él.

–E-él es Craig...

Dijo.

Luego de unas horas explicándole -Butters era bastante escéptico- el pequeño cedió. No podía asimilar la idea de que un zombie fuera consciente y amable, era imposible; temía más que sus padres también fueran así y ni muertos se los sacaría de encima. Tweek regañó a Craig por haberse ausentado tanto tiempo, pero él sólo lo miraba feliz, no porque no le entendiera, estaba feliz de que el rubio se preocupara por él. Ignorando todos sus regaños, levantó una flor marchita y se la dio, Tweek se sonrojó. ¿¡De nuevo por un maldito Zombie!?

–Che, monstruo –el zombie volteó y Tweek fulminó con la mirada su amigo– es decir... Craig. ¿Sabes que está pasando? ¿Por qué sos así? ¿Por qué todos somos así? –Después de pensarlo, Butters supuso que él debía saber algo, era lógico. Debía tener consciencia desde siempre, ¿no? Quizás todo era un experimento y el muerto vivo llamado Craig era inmune... más o menos, porque estaba muerto, pero consciente. Quizás no era un experimento, sino que una infección...

El zombie lo miró.

–Tu amigo es inútil. Necesito respuestas.

–Bu-bueno, Craig no habla... –Intentó defenderlo el rubio, el pequeño Stotch podía ser muy rudo.

Zombie | CREEK | STYLEWhere stories live. Discover now