Birdie & Harry

5. Birdie.

BIRDIE.

Estaba aturdida, totalmente confundida, completamente despistada por lo que acababa de pasar.

Tenía una cita, una cita con este increíblemente guapo hombre, con esa intimidante personalidad que me puso de los pelos de punta e hizo a mi piel erizarse. Parecía que él tenía un control especial para controlarme, como en esa película de Nicole Kidman y Mathew Broderick. Ni siquiera sé cómo me las arreglé para contestar su pregunta acerca del vino. El vino era muy bueno, pero yo no sabía nada de vinos, ¿Qué se supone que él quería que le dijera?

¡Joder, una cita!

Me sorprendió su arrogancia y la manera en que no sonrió ni por cortesía hacia mí, en ningún momento. Me preguntaba cómo sería su sonrisa cuando estaba feliz.

—¡Birdie, que fuerte! —exclamó Sun-Hi cuando cayó a mi lado en la silla—. ¡Vas a salir con Harry Sutton! —Me golpeó en el hombro muy fuerte—. ¡Eres una perra suertuda! ¿Por qué cosas como estas no me pasan a mí? —se preguntó alzando las manos al cielo en forma interrogativa.

—¡Que no, Sun-Hi, que no! ¡No voy a salir con ese cabrón, guaperas, arrogante!

¿Por qué tenía que decirle que su comida era agradable? ¿Por qué, Jesucristo?

—Birdie, cualquier mujer en su sano juicio estaría agradecida con haberle dirigido la palabra ¡Tú has conseguido más que eso! ¿Qué está mal contigo? —me preguntó Sun-Hi, casi estaba insultándome. La que se sentía mal era yo.

Justamente había estado evitando tener cualquier tipo de contacto con los hombres mientras estaba en Nueva York. ¡Y ahora este tipo venía a revolverlo todo! Joder, en otras circunstancias... ¡No, tampoco! Es engreído y lo único que quiere hacer conmigo es enseñarme que él puede ser mejor de lo que puedo pensar. Es imposible, aunque me cocinara la comida más deliciosa del mundo y me hiciera tener un orgasmo gastronómico yo jamás me pensaría en él como algo más que el arrogante y aterrador dueño de ese fino restaurante en la Quinta Avenida. Punto. Lo mejor era huir y no volverlo a ver en mi vida de nuevo. Sí. Muy valiente, Birdie.

—Sun-Hi, no me siento bien. —Tomé mi cámara y me pequeño bolso de fiesta—. Me voy a casa. —Me levanté sin darle oportunidad de protestar y traté de correr a la puerta de salida.

Pero me estaba olvidando de algo, yo no había traído mi auto e ir caminando no era realmente una opción porque era de noche, casi las doce, podrían asaltarme y quitarme todo lo tengo, que no es tanto, pero, aun así. Así que con todo el pesar de mi alma caminé hasta donde Sterling se había quedado. Podía ver en sus ojos mientras me acercaba la curiosidad, él quería que le contara a detalle lo que había pasado, estaba atrapado escuchando a una señora con un elegante vestido y sus faroles azules destellaban hacia mí pidiéndome que lo salvara.

—Disculpen. —Me acerqué poniendo una mano sobre el hombro de Sterling—. ¿Puedo hablar un minuto contigo? Es importante —le susurré.

—Seguro. —Miró a la de expresión refinada y sonrió—. Sra. McCartney, si es tan amable de disculparme —dijo elegantemente usando su sonrisa engatusadora con su mirada de galán que tenía muy bien ensayada.

—Desde luego, querido. —Ella sonrió. Rápidamente Sterling me empujó hacia una esquina donde nadie podía oírnos.

—Dime, ¿Qué ha pasado allá con Harry? ¿Qué hechizo le pusiste para que te invitara a cenar? —me interrogó acusándome con su largo y musculoso dedo.

—Pero que buen oído tienes —lo acusé.

—Todo el restaurante estaba pendiente de su conversación. Todos están susurrando sobre ti ahora. —Miré alrededor. Nadie parecía como interesado en mí, pero de que estaban susurrando, eso podía oírlo—. ¿Qué fue lo que le hiciste? —preguntó de nuevo