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6. Harry.

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Tác giả: Ross_N bởi Ross_N
                                    

HARRY.

Volví dentro del restaurante dejándola a ella en el coche. Pude oír el rechinido de las ruedas del Lexus antes de que terminara de entrar. Supongo que sabe cómo conducir. Juliette me estaba esperando junto al podio del libro de reservaciones, con un codo sobre este y una sonrisa de oreja a oreja. Sé lo que estaba esperando decirme, así que traté de caminar hacia la cocina para volver a refugiarme ahí, pero ella me atrapó, poniendo su brazo alrededor de mi pecho.

—Alto, campeón, ¿vas a explicarme que fue eso? —Juliette movió sus cejas de arriba abajo

—Simplemente invité a alguien a cenar, no fue la gran cosa. —Me encogí de hombros y seguí caminando hasta llegar a la puerta de la cocina. Pero Juliette quería seguir discutiendo acerca del asunto, así que me siguió hasta allá.

—Invitaste una chica a cenar, Harry. ¿Te das cuenta de cuánto tiempo he estado esperando esto? —Juliette parecía tan emocionada.

—¿Invitaste a una chica a cenar? Dime que no fue a mi Candice Trabalenguas. —Luther apareció con un vaso lleno de leche en una mano y galletas en la otra. Él era un consentido en la cocina, así que mis cocineros hacían lo que sea que él quisiese.

—No, no fue a Candice, fue a la fotógrafa. ¿Recuerdas a Birdie? —Juliette le limpió la camisa llena de migajas.

—Por supuesto. —Luther asintió.

—Bueno, a ella.

—Bien, ella está buena. —Luther me guiñó un ojo y su madre le dio un pequeño golpe en la cabeza.

—¿Tú padre está todavía afuera? —preguntó mientras lo peinaba, echando su cabello hacia un lado. Luther sacudió la cabeza hacia un lado.

—Sí.

—Iré a decirle que se vaya, he tenido suficiente de él esta noche. —Juliette se movió hacia la puerta de la cocina con el ceño fruncido.

¡Se amable, que es mi padre! —le recordó Luther—. Oye, tío, ¿por qué la invitaste a cenar? Tú no invitas a cenar a nadie, ni siquiera a tomar un trago. ¿Te hechizó o algo así? —Luther le dio un mordisco a una de sus galletas.

—No tiene nada de especial, simplemente le gusta demasiado la palabra agradable —mencioné, recordando la manera en que ella lo decía. Ella tiene un acento diferente a cualquier otro americano con que el que me haya topado desde estoy en Nueva York. No logro ubicarla en ninguna parte por ahora, pero debería preguntárselo cuando la lleve a cenar.

—Si tú lo dices. —Él se encogió de hombros—. ¿La traerás aquí? —preguntó, lo vi mojar la galleta en la leche y me recordó a papá. Papá siempre mojaba las galletas en la leche.

—No, la llevaré a mi apartamento, necesito usar la cocina.

No sé si era porque quería verla bajo presión o porque no quería un montón de gente alrededor, pero definitivamente tendría que usar la cocina de apartamento mañana por la noche. Y verla bajo presión no era tan malo, tenía la firme sospecha de que ella realmente no quería esto, pero supongo que es una mala cosa que me haya encaprichado con cocinar para ella. Hasta que no consiguiera de sus labios una aprobación aceptable no pensaba detenerme.

—Estás yendo rápido, ¿no querrás...? —Sabía lo que Luther iba a preguntar, el niño no era tonto y tenía una buena colección de porno.

—No, no quiero eso Luther, no me mires de esa manera —lo acusé—. Además, ella no se ve como una chica que lo haría en la primera cita.

—Supongo que no, no le digas a mi madre que tuvimos esta conversación.

—Jamás le hablaría a tu madre sobre nuestras conversaciones, ella creería que te he estado corrompiendo. Cuando en realidad eres tú quien puede corromperme a mí.

—Sí, ese es el problema, nadie va a creerte... bueno, espero que consigas lo que sea que quieres de esa chica, pero bésala, aunque sea.

—Luther, fuera de mi cocina. —Él se rio y se dio la vuelta para salir.

Me fui temprano a casa, Gary y Juliette se quedaron para despedir a las personas. Yo estaba exhausto, con el asunto de mamá, la chica de la constelación en la espalda, la mancha en la camisa y el padre de Luther, el montón de personas, estaba un poco asfixiado. Supongo que no como mis empleados, pero irme a casa para aligerar la tensión era lo mejor.

Odio que la gente me tema, como le dije a Birdie, pero Gary lo hace, cada vez que está cerca de mí o tiene que decirme algo él se pone a temblar como si tuviera frío. Las personas que trabajan en mi cocina parece que me tienen más miedo que Gary, había estado tratando de enseñarles mis recetas por un largo tiempo y a veces podían sacarme de mis casillas. Grito mucho, o eso es lo que dice Juliette. Creo que hice llorar a una chica una vez. No lo entiendo, mi mentor en la cocina solía gritarme como si fuera su esclavo y jamás, ni una sola vez, me quejé por ella. Algunas personas pueden ser tan sensibles.

Ella parece del tipo sensible, pensaba mientras subía en el ascensor hasta mi loft; lo había comprado hace unos meses y estaba realmente feliz con él: espacioso, con pocas divisiones, grandes ventanales, muy luminoso y lo mejor de todo era que tenía una gran y genial cocina. Por ahora era lo que más gustaba de mi vida. Supuse que ella podría sentarse en la barra de la cocina mientras yo preparo algo para ella.

No le vuelven loca las ostras; bueno, no va a haber ostras en el menú. ¿Qué podría hacer? ¿Pato a la naranja? ¿Le gustará el pato? Salmón, podría preparas salmón, ¿pero le gustará el salmón? Tal vez un solomillo al horno con patatas, tendría que hacer más compras, estaba bien abastecido, pero necesitaba otra variedad de cosas para tratar de cocinarle algo que ella le gustara comer. Así si me decía que no le gustaba el salmón podía cocinarle algo más.

Entonces saqué mi celular mientras me sentaba en mi ridículamente caro e incómodo sofá. Me gustaba más el sofá que tenía en mi dormitorio en la universidad. Pero bueno, ahora que soy oficialmente rico, es mi deber tener un sofá incómodo y muy caro. Marqué el uno y presioné llamar; Gary siempre está en marcación rápida.

—¿Señor? —Él parecía tan confundido, como cada vez que me contestaba el teléfono.

—Gary, necesito que vayas a la tienda y me traigas cada cosa que pueda cocinar, desde judías hasta salmón, ¿lo entiendes? Si tienen alcaparras en oferta, las quiero.

—Seguro, ¿ahora señor? Son las doce y media, dudo que quieran venderme salmón a esta hora.

Gary a veces podía ser gracioso. Si no temblara tanto y no me mirara como si yo fuera un huérfano perdido, tal vez podríamos ser amigos.

—No ahora, Gary. Te lo digo para que lo recuerdes en la mañana, si eres tan amable de estar aquí con todo al mediodía, ¿podrías? —le expliqué con mucha paciencia, lo oí tragar.

—Seguro, señor. —Podría jurar que estaba temblando, no sé cómo un joven adulto puede temblar tanto, solo tiene veintiún años.

—Adiós Gary, cuelga el teléfono, que no se te caiga otra vez —hablé despacio, tratando de ser más amable, pero no podía evitar ser duro. Así es mi naturaleza.

—Sí señor, no pasará otra vez. Adiós. —Le tomó un minuto colgar. Él chico necesitaba un poco de carácter.

Me levanté del incómodo sofá y me dirigí hasta las pequeñas escaleras en espiral que iban hacia mi habitación. Desde arriba tenía una perfecta vista de Nueva York, podía ver la ciudad que nunca duerme y me pregunté en donde se encontraría ella en ese preciso momento. Lo que me recordó que debía saber su dirección, así que envié un mensaje rápido a Juliette para que me enviara la dirección, porque tenía entendido que ella lo sabía.

Me tumbé en mi cama tratando de pensar en cómo se veía su espalda, pero estaba tan cansado que la imagen se deslizó de mi mente. Si ella seguía mis órdenes, podría verla mañana y no perder ni un detalle de ella. Eso esperaba. 

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bởi RQueen
@Ross_N
Luego de varias decepciones amorosas, tanto Birdie como Harry se reús...
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