22: Parientes

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Alondra le dio un toque tranquilizador a Tigrillo. Hoy sería su segunda práctica que evaluaría sus capacidades.

-¡Serás un guerrero al caer la noche!-le animó la gata siamesa.

Tigrillo volteó agradecidamente y luego desapareció tras su mentora, Raya Rauda. Bigote de Zarzo, el hermano de Tigrillo, se acercó a Alondra con un ratón.

-¿Compartimos? Luego...podemos ir a cazar.-propuso él con un brillo feliz en sus ojos.

<<Tú maltratas a mi amigo. ¡Tigrillo es tu propio hermano!>>pensó enfurecidamente la hembra.

-No me apetece, gracias.-le espetó la gata de ojos azules.

Bigote de Zarzo se quedó allí, confundido y claramente lastimado por su actitud. Pero se lo merecía.

-¿Qué pasó? Tu cara se parece a la de los gatos del Clan de la Sombra.-cuestionó Cola Petirroja, su hermana.

Alondra suspiró de alivio. En los últimos días Cola Petirroja había estado muy infeliz por la muerte de Zarpa de Álamo, el guapo gato gris atigrado de ojos verdes como el sauce. Ahora se veía mejor, con su colorido pelaje limpio por primera vez en días, y sus ojos ámbar destellantes.

-Nada, es sólo Bigote de Zarzo. Cree que puede engatusarme luego de hacerle todo ese daño a Tigrillo.-explicó la hembra siamesa brevemente.

La hembra rojiza abrió sus ojos como platos, estupefacta.

-¿Así que los rumores son ciertos? ¿Te...te gusta Tigrillo?-murmuró en voz baja.

La guerrera siamesa se removió, incómoda. ¿Quién los había descubierto? Observó cómo su madre, Pelusa, se acercaba con curiosidad.

-Hola, pequeñas. ¿Cómo están?-cuestionó.

-Hum, bien. ¿Qué tal está Mota Manzanada?-quiso saber Cola Petirroja.

Pelusa ronroneó.

-Su padre está cazando, ya saben. Intenta superar mi récord de tres conejos en un turno de caza. ¡Nunca lo logrará!-bromeó su madre, agitando su negra cola.

Alondra asintió, riendo. Otros guerreros le habían dicho que se había adecuado bastante bien al Clan del Viento, a pesar de ser una gata solitaria.

La guerrera se deslizó en sus pensamientos, a las historias que los veteranos le contaron antes de fallecer. Precisamente la de su familia.

<<Tu madre ayudó a Pluma Gris cuando ella desapareció. Le dio asilo en su guarida cuando llovía, y comida cuando tenía hambre. Sin ella, seguro estaría en el Clan Estelar. La llevó hasta aquí, pero sin notarse su presencia en el campamento. Lo que pasó fue que se acercó a la frontera, y justo en ese instante, Mota Manzanada estaba cazando. Al ver a Pelusa, se quedó completamente enganchado con ella. Como yo con Flor Plateada.>> había dicho Garra Negra, pausando para mirar a su pareja cariñosamente.

<<Pluma Gris regresó y recibió su nombre guerrero. Estrella Rocosa estaba súper feliz, como seguro ya sabías. Pluma Gris es pariente del líder, ya que es la hija de su hermana. Pero ella murió por tos verde.>>

<<De todas formas, Pelusa se había construido una guarida cerca de nuestro territorio. Mota Manzanada todos los días iba allí y la visitaba. Luego, el guerrero naranja desapareció una tarde, alarmando al clan. Al mediodía siguiente volvió. El clan lo olvidó rápido. Dos noches después trajo a tu madre, comunicando que era su pareja ahora, y que ella esperaba sus cachorros.>>

Garra Negra había parado para lavarse una pata polvorosa. Sacudiendo su oreja, siguió.

<<Todo el clan fue zarandeado por la noticia. Estrella Rocosa creyó que era bueno tener más cachorros. Raya Rauda concordó con él. Viento Helados gruñó que una solitaria nunca se adaptaría a una vida de guerrero, y vaya que se equivocó. Aprendió a cazar en los pocos días que pudo, pues sus cachorros le causaban cada dia más fatiga. Y nunca escuché una sola queja suya. Lo supe por sus muecas al levantarse para cojer algo de la pila de presas. Finalmente se mudó a la maternidad y dio a luz a dos pequeñas preciosidades, Pequeña Alondrina y Petirrojilla.>>

-Y dentro de nada nacerán más. Eso está bien.-pensó la gata siamesa.

-¡Hey! ¿Estás bien?-la sacó de sus pensamientos alguien.

Era Mota Manzanada. Estaba agitado, seguro, como dijo Pelusa, por estar intentando cazar muchos conejos.

-Claro. Iré a buscar agua para Cola Leopardina y Nube Polvorosa. Con tantos pequeños, deben estar sedientas.

Alondra reprimió un maullido de disgusto al sentir una piedra clavarse en su pata apenas salió.

<<Ouch. ¡Excrementos de zorro!>> bufó mentalmente.

Meneó su pata para deshacerse de la roca, que salió volando, y retomó su rumbo: el lago.

Cuando ya estaba lejos del lugar donde estaba el campamento, un destello luminoso apareció, y se formó una figura negra que Alondra conocía bien.

-¡Garra Negra!-exclamó la guerrera joven.

El veterano que conocía, viejo y sucio y con manchas grises alrededor del hocico, no era el que veía ahora. Este era un gato mucho más joven, con unos ojos azules mucho más profundos.

-Escucha atentamente como lo hacías al ser una cachorra...

#3: Lago OscuroWhere stories live. Discover now