Capítulo 21

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“Para siempre"

Nada más abrir la puerta del apartamento un frío heló mis venas, las ventanas estaban abiertas y la calefacción se había ido.  Me dirigí a cerrar las ventanas para recuperar el agradable aire cálido.  La casa estaba vacía aún no habían llegado ni Eloi ni Dylan.

Terminé de cerrar las ventanas y miré con curiosidad la isla.

Mis tripas rugieron, manifestando lo que mi mente planeaba, entonces decidí que no podía hacer mejor cosa para distraerme, que cocinar. Tuve miedo con tan sólo pensarlo, aun así no podía desilusionarme sin antes haberlo intentado.

La elección fue la famosísima tortilla de patata española. No acabaría decepcionando a nadie, ya que ese magnífico plato lo preparaba con mi familia y me sabía la receta gracias a mi abuela.

¿Quién sabe dónde estará? Hace años que no la veía, decidió viajar por el mundo y así lo hacía en compañía de mi abuelo.

Miré mi reloj, aún quedaban dos horas para que viniesen Dylan y Eloi, así que no había tiempo que perder. Rápidamente se me ocurrió invitar a Didi y a Clovis, envié un rápido mensaje a Didi.

Me puse manos a la obra incluso me arremangué con el propósito de pelar las imprescindibles patatas, pero me di cuenta de que no había. En realidad no había nada, los suministros que compró Eloi hace meses nos han mantenido vivos durante mucho tiempo, el recurso en ese momento estaba agotado.

Cogí el monedero de la mochila que había lanzado sobre el sofá y me apoderé de las llaves.

Estaba fuera del portal cuando me di cuenta de que llevaba ya varios meses en Paris y aún no me conocía la zona, ¿dónde se suponía que podía encontrar un supermercado?

Anduve en línea recta por la acera, mirando con atención las tiendas que había debajo de los majestuosos edificios. Todos los locales eran tiendas de ropa, varios bares con su terracita en la calzada, y muchas panaderías.

Después de andar tanto perdí la noción del tiempo, visualicé una tienda de la que salía la gente con enormes carros de la compra. Había andado demasiado no me di cuenta de que el espacio entre las calles era más amplio y un gran aparcamiento rodeaba el supermercado.

Terminé de hacer la compra y me reí de misma, al darme cuenta de que había entrado con la intención de comprar patatas y había acabado con cinco bolsas repletas de comida. Suspiré, ¿qué iba a hacer? No podía llevar todas las bolsas a la vez, es más, si lo hacía debería considerarme la mujer más fuerte del mundo.

Me quedé unos momentos de pie, en silencio. Estaba planeando como robar un coche y darme a la fuga. Un plan muy tentador debido a las circunstancias en las que me encontraba.

Pero mi vista se agudizó al ver caminando hacia la puerta del supermercado a la chica que se sentaba en mi asiento en clase. Podría pedirla ayuda, es más debía, era mi única solución. Mi vista, se desvió de ella hacia la persona que tenía a su lado, era Aaron.

Abrí los ojos como platos y en seguida me giré, mirando hacia otro lado y tapando toda mi cara con mi pelo. No podía huir y dejar todas las bolsas en medio de la entrada.

¿Qué hacía esa chica con Aaron? ¿No debería de estar en clase? Miré mi reloj y me maldije a mí misma, ya habían pasado las dos horas que tenía para hacer la comida sin embargo en esos momentos me daba igual.

—¿Qué tal vas en los estudios? —preguntó Aaron con un tono de familiaridad a la chica que se llamaba Sara.

—No tienes porqué parecer interesado, acabemos ya con esto...

Dimensión: Sincronía inversaKde žijí příběhy. Začni objevovat