Capítulo 24

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“Sangre dorada"

Todo podría haber sido manyado, construido exactamente para ser imposible sin dar razón alguna del porqué una especie —humana o no— tiene que seguir un patrón un tanto injusto. A veces somos reacios a abandonar lo que creemos correcto para nosotros. En medio de esa situación sólo podía encontrarse una persona dispuesta a luchar o a rendirse por otra semejante. El amor era aquello que no esperabas que llegase y cuando lo hacía deseabas que no se fuese.

Y todo ese raciocinio debido a la frase del día que ponía en el menú: Lo bueno tarde o temprano llega. Un gran anuncio para aquellos capacitados con una incalculable paciencia o con mucha hambre.

Cogí la bandeja que me acababa de entregar la simpática empleada con mi pedido. Ella ya me había atendido unas cuantas veces antes, por lo cual me permití mandarle una sonrisa, la esbocé con una mueca de vergüenza aunque fuese una emoción que no sentía verdaderamente. 

Llevé la bandeja a una mesa apartada del resto empotrada contra un gran ventanal. Brice me seguía, era una especie de sombra en persona dispuesto a perder su tiempo conmigo, aunque la verdad debía agradecer que fuese él quién estuviese a mi lado, él y no un extraño. Según Brice el favor no se lo hacía a Dylan sino a mí —lo que nunca había llegado a entender—. Me sorprendía, la verdad que me sorprendía. Y sí eso era un favor, ¿qué iba a pedirme a cambio? Decidí no liarme más en mis pensamientos, había miles de cosas importantes de las que hablar.

—Te juro que si no existiese la comida rápida, tampoco existiría un MacDonal's digno de mantenerse a flote. Con tan sólo imaginarme este edificio sirviendo brócolis, dejaría de comer fibra durante el resto de mi vida —comencé con un estúpido comentario, fluido y con la voz sarcástica. Parecía que lo estaba leyendo lo que era imposible ya que mis ojos estaban profundamente bailando sobre los de Brice.

—Que cruel eres —admitió después de apartar la mirada hacia su doble hamburguesa con kétchup chorreando por los lados.

—Herbívora —pausé para pensar la sencillez y simplicidad de la palabra—, suena demasiado aburrida —concluí.

—Carnívora suena irresistible y temeraria —comentó pegando un gran bocado.

—¿Pobre animales no crees? —me detuve a pensar en ellos mientras desenvolvía el papel de mi mini hamburguesa. Una chuleta de pollo yacía en su interior con un color irresistiblemente acre brillante, lo que me llevó a pegar mi primer bocado.

—Y todo esto, ¿lo dices por qué odias el brócoli y prefieres comer comida rápida? o ¿por qué odias la situación en la que te encuentras y prefieres que todo vaya más rápido? —caviló con cierta intuición levantando las cejas dando un cierto ritmo de diversión a las palabras.

—Ahora mismo me pregunto si tú y todos sois parte de mi imaginación —me quejé intentando hacer caso omiso a su intuición—. ¿Por qué está retirado el fácrop? —cambié drásticamente al tema que aún zumbaba en mi mente.

Se aclaró la garganta para cambiar o asimilar el tema, supongo que debía ser un asunto un tanto resbaladizo. Pero como se le escapó la lengua tiene que apaciguar con las circunstancias.

—Cuando un fácrop muere, las causas me las ahorro, tiene la opción de seguir siendo un humano y dejar que todo esto caiga en su propio olvido o recurrir a la segunda opción volver a ser fácrop para continuar con su función. En su caso no eligió ni la una ni la otra, por eso se le llama retirado.

—No me has aclarado nada —le dije frustrada. Todos últimamente ocultaban cierta parte esencial de cada cosa que yo, ya sabiendo todo eso, también quería saber.

Dimensión: Sincronía inversaWhere stories live. Discover now