16. Verde Escarlata ❀

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Barrio, Akuma No Inochi.  
Lunes 27 de noviembre.
[ día número 15 ]
06:33 a.m.

El vacío sonido de unas cadenas siendo arrastradas, fue lo que lo terminó por despertar. Con la cabeza a punto de estallar, Izuku no podía moverse como a él le hubiese gustado. Es por eso, que, sin tener la intención de levantarse todavía, el menor se acomoda de tal manera, en que sus desnudas costillas quedan unidas a la mugrosa superficie. Siente como cada espacio de su piel se enfría con sutil calma, provocándole uno que otro tortuoso escalofrío.

Respira tan apaciguado, que quien lo viese, creería que está a punto de desfallecer.

Sus hinchadas muñecas, presienten que, en cualquier segundo, reventarán junto a sus sesos.

Los párpados le pesan, al igual que todo su cuerpo. Dormiría sino fuese por el frío que recorre su cuerpo, en respuesta a ello, su sistema se defiende intentando hallar hasta en la más minúscula célula, una pizca de calor.

Así que, intentando reaccionar o, al menos salir de ese estado, da una lenta ojeada a su alrededor. No se encuentra en algún lugar que alguna vez, haya pisado. No. Esto era diferente.

Por lo que deduce, en la pared de la mano derecha a la puerta, hay una ventana soldada, con unos cuantos agujeros que permiten que circule el aire. El cuarto es tan oscuro, que la poca y nada de luz que logra captar, es un alivio.

Izuku tenía traumas.

Y uno de ellos, era la oscuridad.

Sigue alimentando sus ojos con nuevas imágenes, pero aquello no es suficiente. Anhela más luz, anhelaba claridad. Es incómodo, que se remueve en su lugar con la fuerte idea de ponerse de pie. Gracias a ella, es en la lucha que consigue su objetivo, sin embargo, a medias. Ya sentando, es donde comienza a percatarse del macabro escenario:

Estaba aislado en lo que aparentaba ser una habitación y que no siendo suficiente eso, se hallaba maniatado y con una horrible jaqueca. En su agotada desesperación, intenta zafarse de las amarras que cubren sus muñequillas. Su respiración se descontrola al no tener una salida fija. Es por eso, que, tratando de refugiarse de su reducido entorno, mueve sus piernas en un constante vaivén solo para llegar a una base que le permita recostar su espalda en ella.

Le pesa la vida, o al menos las ganas.

Y es atormentado, que se embiste contra la supuesta pared.

Desea despertar del mal sueño. Desea despertar al lado del hombre que su memoria, recuerda como el último que vio.

No es cuando, que entre tantas añoranzas y golpes, Izuku logra desprender lo que creía en su momento, era un pedazo de pared.

Aquel libro abierto que se dejaba ver a la perspectiva del peliverde era el objeto que recién había caído. Y Midoriya está curioso, ante todo. Porque a pesar del miedo y esos nuevos sentimientos que eufóricamente lo agreden, está curioso de aquel librillo frente a sus ojos. Sin embargo, la poca luz lo jode de nuevo y es que su vista no logra adaptarse a la abrumadora oscuridad que lo envuelve. Es debido a esto que, plantando la suela de sus antes ―pulcros zapatos― lo acerca lo más posible a él, pero aquello, no basta.

Izuku en el impulso, vuelve a hacer un contacto costillas-superficie e intenta acercase lo más que puede.

Pero solo Dios sabe... Cuánto hubiera dado por no haberlo hecho.

Porque no pasa mucho para que el florista dejase de leer y gimiese dolido de la imagen que plasman aquellas pálidas hojas. En toda su estancia, jamás había gritado, pero lo que sus esmeraldas vieron, lo había destruido totalmente.

❛Pray❜ ❀ [KatsuDeku]Where stories live. Discover now