Escapar...

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No tengo ni idea de hacia donde quiero ir, camino en un terminal al sur de algún país en desarrollo, conmigo llevo mi guitarra, mis recuerdos y unas cuantas ilusiones. Hace mucho, mucho frio en este momento, llevo puesto mi abrigo de terciopelo rojo, una boina roja y muchas ganas de escapar a un lugar que este lejos de él, de esta vida, de todo lo que estoy viviendo y sintiendo en este momento. Me acerco a la ventanilla en donde venden los boletos y la señorita me pregunta: "¿para dónde va?", yo de forma escueta le respondo que no sé y que tampoco importa mucho, que cualquier destino estaba bien. Ella confundida pero sin muchos ánimos de discutir o saber que me ocurría, me entrega tiquetes para abordar el autobús que salía primero justamente en ese instante. Sin pensarlo dos veces, me trepo hacia ese destino que no conozco y emprendo mi viaje desconociendo. ¿Hacia qué clase de lugar voy? Conforme el tiempo avanza puedo notar que mi actual destino es mucho más frio y solitario que el lugar del que partí, poco a poco la ruta despejada por la carretera deja ver retazos de profundo verde que encuentran su esplendor en las montañas y junto a ellos muchos trigales y maizales. Llegado el momento, me bajo en mi destino: Un pequeño pueblo en algún lugar de esta fría y lejana región, tan pronto como me es posible trato de buscar un lugar para hospedarme; pero los lugareños me dicen que no hay hoteles en ese lugar, explicándome aun así y si me interesa, que hay una señora la cual muy amablemente me puede hospedar, yo inquietada respondo que sí y de inmediato me indican como llegar allí.

Después de arribar a donde me indicaron me encuentro con una amable señora mayor, de una apariencia tan dulce como mística, digna de la atmosfera del lugar que la rodea. Después de acordar con ella lo necesario me dice que me permitirá quedarme por estos días en una cabaña muy rustica y algo extraña a cambio de algún dinero, arreglado mi hospedaje me dirijo a poner un poco de orden en ese lugar y a tomarme una taza grande de café con leche y queso que la señora me llevo tan amablemente hasta la cabaña, delicioso pero por sobre todo muy caliente, pues me es difícil poner en palabras lo frio de este lugar. Entre más permanezco aquí, uno de mis peores temores se va cristalizando: El comprender que no importa cuán lejos este de él, sigo recordándolo, al mismo tiempo que las rusticas paredes sirven de lienzo para un montón de sombras incidentales e imaginarias pinten el lugar de momentos, de cosas que jamás volverán a ser. Hoy recuerdo con más fuerza que ante ese día en que caminando bajo la luna y sintiendo tanto miedo de la oscuridad por causa de historias de fantasmas y ovnis él me abrazaba y hacía sentir segura. En ausencia de esos recuerdos lejanos, aquí siento tanto miedo, me siento tan sola, pero eso es lo que debo aceptar: Que la historia de los dos se acabó, que ahora solo me tengo yo, que no habrán más noches a su lado, no existirán más amaneceres junto a él; buscando su cuerpo bajo el sol, ahora debo aceptar que ya no habrán mas días bajo ese cielo, bajo ese lugar donde nuestro amor se consumaba y ese espacio pequeño y especial que era tan tuyo, tan mío.

Tengo rabia, mucha rabia y es que a pesar de todo lo que vivimos y el amor que él decía tenerme y todo ese amor que se desbordaba de mi al verlo no me busco, ni siquiera se le paso por la mente el mal momento que yo estaba pasando apenas Salí de la dirección de la universidad. Aún recuerdo las palabras que su madre me decía, en el momento solo sentía como vociferaba en mi contra pero una vez Salí de ese lugar sus palabras se volvieron un eco incomodo en mi cerebro, recuerdo, y vuelvo a recordar como un loop infinito lo que me decía: "¿de veras creías que te tomaría enserio? ¡es un niño!, en estos momentos no está en una playa con su banda tocando en algún sitio de poca monta como te dijo, se tomó unos días más para vacacionar eso sí, pero con sus amigas con niñas jóvenes como el pasarla bien divertirse y hacer las locuras propias de su edad" No puedo contener las lágrimas que salen de mis ojos al solo imaginar esa escena, Él, mi chico perfecto rodeado de mujeres como el igual de hermosas y perfectas, no podía aguantar la ira al pensar que mientras yo moría de vergüenza; de tristeza; de desolación; desesperanza, el estuviera tan tranquilo y como si nada. No me contestaba ningún mensaje aunque siempre lo miraba en línea en el chat del celular, actualizaba sus perfiles de redes sociales como si nada y no era capaz de buscarme, de llamarme, escribirme de si quiera contestarme. Toda la noche pase con la idea en mi cabeza de que simplemente fui su juego, un reto para él, claro se conquistó a la profesora y luego cuando su mamita y todos en la universidad se enteraron dejo de ser divertido, se aburrió de su recreación y simplemente no le interesaba lo que conmigo pasara. Ese recuerdo gris me llenaba de sufrimiento, solo espero que el tiempo arranque de cuajo todo ese dolor que le dejaste al corazón.  

A tu lado ya no hay SolWhere stories live. Discover now