La única forma

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Con los dos galones de combustible que consiguió, sería suficiente para llegar a los alrededores del siguiente cuartel. Fácil. Donde los sobrevivientes se refugiaban, cerca había una zona capaz de suplir sus necesidades. Por eso no podía alejarse de ellos, pero tampoco podía permanecer a su lado por mucho tiempo.

Sin despegar el pie del acelerador se concentró en la carretera flanqueada por anuncios de una sociedad que ya no existía. Uno le llamó la atención. Lo recordaba, Itachi personalmente publicitó ese producto.

Cuando regresó la vista al pavimento se asustó al descubrir a alguien parado a mitad de camino, con un brusco movimiento del volante giró y se estrelló contra una de las pantallas —todavía funcionaba gracias a la energía que le suministraban unos paneles solares—, algo hizo corto provocando una pequeña explosión.

Escuchó el latir de su corazón en sus oídos. Estuvo a punto de atropellar a alguien con vida; sus manos temblaron y con los nervios de punta bajó para verificar por qué había una persona a mitad de carretera.

No tenía un arma, estaba completamente indefenso y no podría asegurar que su camioneta arrancaría después del choque. Con todo fue capaz de hablar:

—Tienes que marcharte de aquí, no es seguro —dijo observando a la persona tirada en el suelo.

—Lo sé. ¿Por qué te detuviste? —preguntó cómo escupiendo las palabras con desprecio.

—Casi provocas que me mate, aquí el único con derecho a reclamar soy yo. Si quieres morir existen mil formas donde no involucras a los demás.

A pesar de que estaba exaltado controló el tono de su voz.

—Lo lamento —miró el suelo con el semblante pálido.

El chico que intentó ser arrollado llevaba puesta una bata clínica, su piel se estaba quemando por el sol, tenía un par de llagas repartidas por brazos, piernas y rostro. Su cabello era tan largo que de no haberlo escuchado hablar habría creído que se trataba de una mujer.

—Puedo llevarte al refugio más cercano, llegaremos mañana por la noche.

Sintió pena por el tipo.

—No —susurró tan bajo que por poco no lo escucha.

El chico alzó la mirada y enfrentó la de Sasuke. Sus ojos perla estaban rodeados de ojeras. Parecía que se rindió, no era la primera vez que veía a alguien en ese estado.

No había más por decir, él no podía ayudarlo. Retrocedió dos pasos e intentó no recordar esa misma acción que realizó por la mañana.

—¡Espera! —Se abalanzó a sus pies y lo tomó con fuerza por los tobillos—. ¡Arruinaste mi muerte! Ahora no quiero morir devorado por los zombies...

—Te llevaré al cuartel. —Lo tomó del brazo para alzarlo.

—¡No! —gritó horrorizado—. ¡No pienso regresar de nuevo con esos monstruos! —exclamó y se aferró a su brazo.

El viajero sospechó lo que el joven pretendía, quería pedirle que lo llevara consigo.

—Yo no voy a ninguna parte —le advirtió.

Su expresión se contrajo, al hacer contacto con el cuero del abrigo de Sasuke su piel sangró.

—Es mejor que quedarme aquí —suplicó. No tenía alternativa.

Negó con la cabeza, jamás lo llevaría consigo, él no ayudaba a nadie ni esperaba clemencia de alguien.

—Tendrás que hacerlo, lo único que puedo ofrecer es llevarte con los demás sobrevivientes.

Sálvate a ti mismoWhere stories live. Discover now