El después

643 51 10
                                    

Amy despertó en una cama ajena. Bernadette estaba a su lado, mirando el móvil. 

Era temprano, no debían ser más de las siete. Recordando los sucesos de la noche anterior, desayunaron juntas y luego se fue a su apartamento.

- Las cosas van a ser incómodas de ahora en adelante- pensó mientras subía las escaleras.

Abrió la puerta del 4B para encontrárselo oscuro y inquietamente silencioso. 

Caminó hacia la habitación para cambiarse de ropa (ya que llevaba la misma que el día anterior) y se encontró a su prometido acurrucado en una bola, durmiendo en la cama.

Se acercó un poco. Olía a alcohol y seguía con la ropa del día anterior. No se había ni quitado los zapatos.

Tenía la cara manchada por el rastro que dejaron lágrimas que corrieron ayer por sus mejillas. Vio que se había dormido sosteniendo lo que parecía un trozo de papel. Con cuidado de no despertarlo, se lo quitó para ver de que se trataba. Lo siguiente le rompió el corazón:

 Lo siguiente le rompió el corazón:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Era la imagen de una familia. Parecían felices. Una versión 30 años más joven de Mary miraba a la cámara, acercándose a una niña de unos nueve-diez años, que debía ser Missy. En la esquina contraria, se veía un niño sonriente, de pelo rizado y ojos azules, que llevaba una camiseta de fútbol. Parecía unos cuántos años mayor que los otros dos.  Probablemente Georgie. Detrás del niño había un hombre de unos 45 años que lo cogía del hombro, mientras miraba sonriente al objetivo. 

Definitivamente George. 

Era claramente él. Las únicas diferencias después de 30 años eran el color de su pelo, que se volvió más claro con la edad, y su peso. Había adelgazado una barbaridad. Eso era una de las muchas cosas que tenía en común con Sheldon. 

Sheldon. 

Ese niñito con una camisa de cuadros que le iba enorme y pantalones de un marrón claro (los pantalones que llevaba puestos ahora eran iguales pero más grandes) que estaba en el centro de la imagen . Tenía una sonrisa enorme en la cara, nada que ver con el hombre abatido (y probablemente un poco borracho) que tenía delante. 

Se preguntó cómo podría su padre abandonar no a una, sino a dos familias. En la fotografía parecía realmente feliz. ¿Qué le pasó? ¿Qué les pasó a todos?  Aún no había conocido a Missy o George Jr. , pero sí a Mary y Sheldon. Les había visto sonreír, claro que sí, pero no cómo en esa foto. La sonrisa de ambos se limitaba a la boca, nunca llegó a los ojos. Cómo si algo les faltara.

Ahora ya sabía el que.

Mientras reflexionaba, se encontró con un par de ojos que una vez sonrieron. Tenía la prueba visual en sus propias manos.

- Hola...- murmuró tímidamente Sheldon.

- Hola, ¿cómo estás?

- Sinceramente, no lo sé.

- ¿A qué te refieres?

- Me he pasado los últimos 24 años sintiéndome culpable por qué la última vez que vi a mi padre lo traté mal, ya que acababa de pillarlo engañando a mi madre con otra mujer, en su misma cama, pero ahora...

- Espera, ¿PILLASTE a tu padre engañando a tu madre con otra?- interrumpió Amy.

- Sí, cuándo tenía 13 años. Entré sin llamar y los vi. 

- Eso es horrible.

- Lo sé. También es la razón por la que nunca abro una puerta sin llamar tres veces. La primera es tradicional, mientras dos y tres son para que la gente se suba los pantalones. 

- ¿Lo sabe alguien?

- ¿Recuerdas cuándo empezamos a vivir juntos y nos peleamos? Penny me llevó a una heladería y se lo acabé contando.

- ¿Es decir qué se lo contaste a Penny antes que a mí? ¿Es que no confías en mí lo suficiente cómo para decírmelo?- dijo Amy, algo dolida.

- Por supuesto que sí, pero no quería que dudaras de mí.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno, se han hecho estudios que demuestran que el alcoholismo es hereditario, ¿quién me dice a mí que la capacidad de restringirse a una sola pareja para siempre no?

- Yo te lo digo. Confío completamente en ti. No eres tu padre y NO harás lo que él hizo. Ninguna de las cosas que hizo. Sé que nunca harías (queriendo) algo me que me hiciera daño.

- Tienes razón. No soy capaz. Y me disculpo por todas la cosas que he hecho inconscientemente que te han hecho daño...Y por las que (lamentablemente) quedan.

- Disculpas aceptadas. 

- Gracias por soportarme. - Amy esperaba que sonriera o se riera un poco de esa declaración, pero permaneció igual, lo que le dijo que lo decía en serio.

- Lo hago por qué te quiero.

- Y yo a ti. - ahora sí sonrió.

- Es temprano, y hoy es sábado. ¿Me haría usted el favor de acurrucarse para dormir conmigo, bella dama?

- Pero sólo por qué lo pide usted cómo un caballero. - dijo acomodándose para dormir.

Y se quedaron dormidos.

Lo siento, hijosWhere stories live. Discover now