𝕽𝖊𝖓𝖆𝖎𝖘𝖘𝖆𝖓𝖈𝖊: 𝐑𝐈𝐒𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐀𝐑𝐊𝐍𝐄𝐒𝐒 (ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏɴᴇs ʟᴇɴᴛᴀs)

𝟙. 𝕃𝕒 𝕟𝕠𝕞𝕒𝕕𝕒

"Las historias de los vivos inician con su primer aliento de vida.
La suya comenzó... con una pesadilla."

"Despierta..."

Cuando abrió los ojos, presa de un fuerte dolor en su cuerpo, lo primero que vio fue un cielo completamente negro, teñido con nubes de humo rojo, y unas horribles vetas del mismo color, dispersas en aquel manto oscuro, que solo aumentaron su sensación de inseguridad.

Ese panorama solo podía significar un presagio terrible...

Comenzando a sentir una creciente aprensión, trató de levantarse y ver qué estaba sucediendo, pero apenas hizo el intento de moverse, la pequeña criatura experimentó un fuerte dolor, provocado por múltiples piedrecillas agudas, extrañamente calientes, clavadas en su espalda, como si fueran agujas al rojo vivo, hiriendo su piel sin piedad a través de las gruesas prendas que llevaba. Gimió débilmente y giró, desistiendo de su intento. Un calor infernal saturaba el ambiente, el aire era pesado, picante y cargado, a cada bocanada desesperada los pulmones le ardían, quemando su pecho y empeorando su necesidad de respirar; el sudor en su cuerpo se evaporaba en segundos, cubriendo su piel con una fina capa de sal, que empeoraba el ardor de sus heridas, y la chaqueta de cuero que vestía en ese momento y que ahora se le antojaba como una prisión adherida a su cuerpo sólo parecía incrementar la sensación de estar ardiendo en vida.

"Levántate. Levántate ahora..."

Incapaz de seguir soportando esa tortuosa situación, volvió a intentar ponerse de pie, tratando de ignorar la tortuosa agonía que golpeaba sus nervios con cada movimiento suyo, por más mínimo que fuera; y finalmente, después de largos minutos que se le antojaron una eternidad, logró arrodillarse primero, y luego ponerse de pie con cierta brusquedad. El esfuerzo sobrehumano nubló su vista y la gravedad tiró de sus piernas aún débiles, haciéndola caer de rodillas, pesadamente, y obligándola a quedarse quieta por un momento que le pareció tan largo como desesperante, sintiendo su corazón latir con fuerza al verse, de nuevo, rodeado por la asfixiante oscuridad. Cuando al fin recuperó la visión, pudo identificar el lugar en el cual se hallaba.

Y en ese momento deseó nunca haber despertado.

"No..." imploró su mente destrozada, reflejando los terrores albergados en ella, a través de aquella mirada tan perdida y asustada, como solo la tienen aquellos que han visto las peores atrocidades que oculta el lado oscuro de la vida...

"¡No!" gritaron sus labios en un rictus de desesperación cuando su cuerpo tembloroso, desobedeciendo las frenéticas órdenes de su cerebro, giró para constatar lo más horrible que había visto.

Muerte. Ante su aterrada mirada se encontraba la misma representación de la más cruel muerte que cualquiera hubiera presenciado. Cientos... miles... no... incontables criaturas yacían destrozadas en aquel páramo desolado, víctimas del peor de los destinos. La sangre se hallaba adherida a las piedras, tiñéndolas de un color tétrico, y los huesos destrozados, los órganos reventados de los cadáveres, el fuego ardiendo en la tierra, brindaban al oscuro paisaje un aspecto más dantesco. El estómago de la criaturilla, sacudido ante la revelación de ser testigo de tan cruel masacre, se retorció bruscamente y sus extremidades temblorosas, incapaces de sostenerla por más tiempo, la hicieron retorcerse contra el suelo, estremeciéndose una y otra vez, desfalleciente, tratando de resistir los retorcijones, de recuperar el aliento y mantener su cordura intacta. No se atrevía a levantar la mirada de nuevo, pero su cuerpo ya no obedecía a su voluntad.