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Después de que mamá se fue, me di una ducha y después, salí de la casa con mi hermanita. Primero teníamos que ir a mi universidad que quedaba a veinte minutos de la casa en auto, tuvimos agarrar un taxi, debía de entregar los papeles que me hacían falta para la matricular, ya que, hasta hoy tenía tiempo, este era mi segundo año, estaba estudiando pediatría, debido a que me gustan mucho los niños y que mejor carrera que esa. Viernes y sábado iba a la universidad, de siete de la mañana a cinco de la tarde y lunes, martes y jueves trabajaba de mesera en un restaurante de seis a seis y también trabajaba los viernes después de salir de universidad de seis a once de la noche, mis únicos días libres eran los miércoles y domingos, y ya que hoy es miércoles, aprovecho para resolver algunos asuntos, por lo general aprovecho ese tiempo para estudiar y descansar. Sé que es agotador, pero debo hacerlo para ayudar a mi madre, lo que gana trabajando para Alonso solo alcanza para la comida y pagar algunas cuentas, a veces no alcanza para los útiles de mis hermanos, ni los míos y aunque a veces Alonso nos daba uno mano, no podíamos contar con el todo el tiempo, ya que él, también tenía su familia, aparte de que no somos responsabilidad suya, así que por eso debo de esforzarme y ayudar a mamá, también debo de agradecerle a Dios por no haber bajado las notas, porque de no ser por eso creo que ya me hubiera vuelto loca. Llegamos a la Universidad y entregué mis papeles a la secretaria y así poder asistir a clases pasado mañana.

Después de eso nos dirigimos a mi trabajo para cobrar mi salario, el restaurante quedaba a cuatro cuadras de la universidad, esa era una gran ventaja ya que los viernes puedo salir de la universidad directo al trabajo y no llegar tarde, llegamos y entramos por la puerta de servicio que daba a la cocina, saludé a todos

- Elena ¿puedes hacerme el favor de cuidar a Lisa mientras voy a la oficina del jefe? – le pregunto a una de mis compañeras.

- Claro – dice.

Me dirigí a ver a Don Rodrigo, mi jefe, pase por pasillo que queda a un lado de la cocina, al final había una puerta la cual correspondía a su oficina, toque dos veces y entre al escuchar un adelante, cundo entré, no pude evitar rodar los ojos con fastidio al ver la persona que estaba sentado en la silla del jefe.

- ¿Qué haces aquí Armando? – pregunté rodando mis ojos. – ¿Dónde está tu padre?

Su sola presencia me molesta, es un engreído caprichoso que se cree más que los demás, machista de primera, y aparte de eso, es un ambicioso, lo que más le importa es el dinero, a veces dudo que sea hijo del jefe, pero de que es hijo de su madre, no hay duda. En definitiva no lo soporto, ni él a mí.

- Hola Emily, también es un gusto verte – responde.

- Podrías decirme donde está tu padre, vine hablar con él no contigo– le digo.

- Él no se encuentra en este momento.

- Perfecto, vuelvo cuando él esté – doy media vuelta y me dispongo a caminar.

- Ni se encontrará – vuelve a hablar, lo ignoro y sigo caminando. – Mi padre sufrió un infarto esta madrugada y está ingresado en el hospital en cuidados intensivos – me detengo de golpe al escuchar sus palabas.

- ¿Qué has dicho? eso no puede ser posible, ayer él estaba muy bien – mi vos tiembla un poco.

Don Rodrigo nos ha demostrado una y otra vez el aprecio que nos tiene, somos cinco empleados en total, él nos acogió y nos brindó ayuda cuando más necesitábamos, cada uno con una historia diferente, nos brindó trabajo, nos dio su confianza, y a cambio de eso nosotros trabajamos muy duro y le ayudamos en todo lo que sea necesario, para así poder pagar aunque sea un poquito de lo que él nos ha dado, nuca ha permitido que ni su esposa e hijo se meta con sus empleados, mucho menos que nos traten como menos.

- Así como lo oyes, por lo tanto yo tomare el mando de este lugar desde ahora – dice sonriendo de lado.

- No puedes hacer eso, tu padre se recuperará pronto y regresará, a él nunca le gustó que ni tú ni tu madre se metieran en sus asuntos con el restaurante, por eso dejó dicho que si le pasaba algo, quién tomaría el mando sería Sergio, que es su mano derecha – dije seria.

- Los doctores no dan esperanzas de que sobreviva, así que él no tiene ni voz ni voto en estos momentos y yo paso a ser el propietario por derecho de este hermoso y lujoso restaurante – su sonrisa se hacía cada vez más grande.

Al momento de escuchar lo primero que dijo, siento como se me encoje el corazón de la angustia, Don Rodrigo es un hombre muy noble, se da a querer por los demás, todos aquí lo apreciamos.

- No me sorprende que hables así aun sabiendo que tu padre está en el hospital, es sabido que eres un ser sin sentimientos.

- Como digas – di la vuelta para retirarme, pero antes de hacerlo habló.– una cosa más. Estás despedida, aquí está tu pago.

Mi boca se abrió en grande al escuchar sus palabras, me estaba despidiendo.

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⏰ Last updated: May 05, 2018 ⏰

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