Enough!

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—¡Ya es suficiente! —gritó Jungkook.

Despegué la vista de la tele aun con la boca llena de papas fritas y lo miré sobresaltada.

—¿Uhm?

—¡Me largo al gym! No voy a seguir criando grasa en mi trasero.

—Qu peh vagah bieg. —mascullé, metiéndome, esta vez, un puñado de palomitas en la boca.

Noté que se había quedado estático en la puerta, me giré a verlo aun agarrando el pomo de la puerta sin abrirla, mientras tragaba la mezcla de salados como podía.

—¿Sabes qué?

Lo miré curiosa, procediendo a degustar mi barrita dietética de chocolate.

Él se giró y me miró severamente, me tensé esperándome lo peor.
Conectamos miradas, negué con la cabeza, sonrió. Negué con más fuerza.
Él asintió acercándose.

—No.

—Vienes conmigo.

—Ah-ah.

—Ajá.

—Oblígame.



—Me alegro de no ser el único newbie. —sonrió Jimin haciendo magia.

O sea: haciendo desaparecer sus ojos.

—¿A ti también te torturó? —bufé.

—No. —me miró sorprendido.

—¿Me estás diciendo que vienes voluntariamente? —él asintió con expresión curiosa.

—¿Entonces por qué vienes? ¡Estas delgadísimo no necesitas hacer nada!

—Por eso mismo. —agachó la mirada y no entendí muy bien a qué se refería.

—Yo ni si quiera tengo problema con mi pancita. Tú estas perfecto, yo ya estaría en casa comiendo lo que se me atravesara y con el cartel de "¿Sigues viendo Suits?" de Netflix. Fue Jeon el que me trajo aquí arrastras. —él rio.

Y no me quedó de otra más que sonreír, contenta por haberlo animado sin siquiera intentarlo.

—Eres muy linda Subin, y no necesitas adelgazar...

—Díselo a Jeon.

—...pero tienes que cuidarte.
—suspiré.

Ugh, todos me decían lo mismo.

—No quiero un novio.

—No lo digo-

—Pero algún día lo querrás
—interrumpió el narizón —y será más difícil hacer que la bestia se convierta en bella para entonces.

—Jungkook-ah. —advirtió Jimin en ese acento de Busan, lanzándole la toalla que casi se estampa en el cara rata.

—Hyung, sabes que es verdad.

—No te metas con tu noona mocoso.

—Ugh, me da igual, sólo quiero acabar con esto cuanto antes.

Los dos me miraron como si no terminara de entender las cosas.

Y sí, de acuerdo, había muchas cosas en el mundo que no terminaba de pillar, pero me importa una caca mi ignorancia. Lo que odio es que me vean como idiota. Soy inculta, no estúpida. Aunque no pienso admitirlo jamás en voz alta.

Antes muerta por una fritura que humillada.

—¿Cómo se lo digo?

—Oh, la obligaste de verdad. A veces no sé cuándo habla en serio.

—Subin... vas a venir cada día con nosotros.

—Sí, y luego me voy a teñir el pelo de gris abuela, hacerme trenzas de raíz y a tomarme selcas cada día frente al espejo de la maquinaria.

—No sé eso, pero sí vas a venir.
—sonrió mostrando sus dietes de conejo mientras alzaba dos tarjetas celestes para clientes habituales de Glow Up, o sea, este jodido gym.

Una con el nombre de Jimin y otra con el mío. Genial.

—Es muy generoso por tu parte pero-

—Las pagué con tu cuenta de ahorro.

—¡¿Qué?! —alzó la voz Jimin, siendo mi animal espiritual en ese momento.

Pestañeé, intentando entender como carajos se las arregló para hacerlo. Incapaz de reaccionar como quería: destruyendo el gimnasio, luego matando a Jeon Jungkook.

Cerré los ojos, me di una palmada en la frente que resonó demasiado, para el gusto de Jimin, y contuve la respiración para no gritar de frustración ahí mismo.

—Aquella vez...

—Exacto —sonrió con una inocencia casi creíble, se sentía orgulloso de sí mismo, el muy jodío —, me pareció importante acordarme de esos cuatro números para un posible uso en el futuro, jeje.

Vi girar mi tarjeta amarilla de débito entre sus dedos mientras me la extendía y antes de que pudiera reaccionar Jiminnie se la arrebató de la mano, casi arrancándole la extremidad.

—Jeon...

Hasta yo tuve que admitir que la voz de Park dio miedo en ese momento.

—¡Sólo fueron los primeros tres meses! Suficiente para eliminar esa pancita. —se apresuró a decir señalando mi ancho hoodie blanco.

—¡¿Me dejaste en la calle pajarraco descerebrado?!

—¡No soy un puto tucán!

—Silencio mocoso. —él calló haciendo un puchero molesto, respetando a su hyung.

—Subin, te prometo que hoy mismo te transfiero el primer mes y si puedo el segundo, ¿está bien? —asentí ante la dura voz de Jimin —sólo dame un tiempo para pagártelo completo.

Me tendió la tarjeta y la tomé ligeramente apenada. 

—Está bien Jimin, tranquilo, no hay-

—Y tú, Jeon-

—¡Hey Jk! —gritó desde lejos un chico bastante grande, uh, y mayor.

—¡Ah! Jin-hyung —lo saludó aliviado.

—...tenemos una conversación pendiente. —murmuró y pude ver como la sonrisa de Jeon se tensaba.

No pude evitar sonreír divertida y complacida por la situación.

—¿Haces piernas hoy?

Wow, era guapo, muy guapo.

—Hoy no hyung, vamos a hacer cardio para iniciarlos.

—Oh, sudor nuevo. Jajajaja ¿Lo entienden? ¿vieron lo que hice ahí? Jajaja.

Y... ahí se fue todo mi interés.

—Ahhh... hyung.

—Soy SeokJin, pero pueden llamarme Jin. —estrechó la mano de mi amigo y luego la mía.

—Lee Subin.








Bueno... ya que estamos viendo si me cambian mi querida laptop, o si la reparan, les traigo esta historia que hizo pop en mi cabeza un día.

No las quería dejar tanto tiempo sin actualización y menos con el aluvión de ideas que tengo.

Porfa no olviden comentar y votar para apoyar la historia si les está gustando.

¡Gracias , por la paciencia y las estrellitas, gracias sus comentarios, por todo!

Rose

🌹

̶̶ ̶f̶̶a̶̶t̶ Fit Girl ¦ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now