Capítulo 8

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Pasadas las tres de la tarde Jesse ya esperaba ansiosa en aquella parada de buses frente al supermercado. Estaba inquieta no porque le pareciera importante, sino porque simplemente odiaba esperar. Hacía algo de frío para aquella hora, podía ver su respiración. Aunque ya no nevaba las temperaturas seguían siendo bajas. Él llevaba veinte minutos de atraso, Jesse se puso de pie y se paró en la acera al lado de la calle, mirando en todas las direcciones posibles en señal de un automóvil que pudiera relacionar con él.

―No me dejes aquí parada como ridícula ―dijo entre dientes, seseando un poco por el frío.

Al fin vio un auto acercarse, pero sintió como si su cuerpo se hiciera piedra, era el mismo auto con el que Tom la había perseguido esa mañana.

Ya empezaba a preguntarse si ambos venían en aquel auto. Estaban persiguiendo a la misma chica.

¿Qué reacciones tendría de ambos?

El automóvil se detuvo frente a ella bajando las ventanillas polarizadas. Ella analizó el auto por dentro con disimulo antes de sonreír.

Ben estaba solo.

―Hola Jesse, sube ―dijo él con una sonrisa en el rostro.

Ella le sonrió y volteó el auto para llegar al lado del asiento del acompañante.

―Lindo auto ―dijo al subir―. ¿Es tuyo?

―No, es de mi hermano. El mío lo están reparando, me lo prestó, creo que no lo iba a necesitar. Está algo dramático y depresivo porque le gusta una chica y no ha logrado que ella le preste la atención que él quiere.

― ¡Vaya! ―expresó ella mientras se acomodaba en el asiento, abrochándose los cinturones; no quería alardearse a sí misma, pero estaba casi segura de que la chica que Tom quería y de la que Ben se refería, era ella― Lo lamento por tu hermano.

―Sí, no le había pasado nunca ―riendo― creo que de verdad le gusta esta chica y él está algo sorprendido o no logra asimilarlo. Por lo general las chicas mueren por él y caen a sus pies con solo una mirada, listo, las conquista y las atrapa. Desde hace mucho no lo veo tomarse a una chica tan enserio. Es el tipo casanova que no quiere nada serio, no es su costumbre.

― ¡Odio a los mujeriegos! ―dijo con algo de desprecio, desde el principio tuvo la sensación de que Tom era así, por lo que Joice le había contado no solo lo aparentaba, sino que lo era y ahora, su propio hermano se lo confirmaba.

No podía permitir que Tom se saliera con la suya.

Ella no sería un nombre más de su lista de conquistas.

―Mi hermano a veces puede resultar un pequeño fastidio. Espera a que lo conozcas, entonces lo entenderás. En fin, terminando de hablar de mi gemelo malvado y pasando a lo nuestro, siéntete cómoda, tardaremos un poco en llegar así que tranquila y.... confía en mí ―despegó los ojos de la carretera para mirarla, ella también lo vio y le sonrió de soslayo.

Quizá se estaba equivocando, pero esa mirada transmitía confianza; él parecía un chico en el cual se podía apoyar, sin segundas intenciones, ni pretensiones, a diferencia de su hermano. Blanco y negro.

Él mismo lo había dicho, Tom era el gemelo malvado.

¿Pero cuan diferentes eran en realidad?

Jesse apoyó su brazo en la puerta y lo miraba conducir preguntándose e intentando notar las diferencias de personalidad entre ellos dos. Profundizando, si se podía notar que eran gemelos idénticos.

¡Pero vaya que se habían esforzado en diferenciarse!

Aun así, ¿sería igual por dentro de ellos?

Dirección Indefinida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora