Hacía una hora y media que Tom había llegado de fuera. Hastings lo había visto recorrer la casa, eufórico, bajar y subir las escaleras unas mil veces en los últimos minutos. Estaba empezando a marearlo. Había golpeado los sillones, tirado cosas por la ventana, pateado la pared e incluso golpeado su cabeza contra el muro. Lo miró boquiabierto, a ese paso se colgaría de la terraza con una soga en el cuello.
― ¿Qué le pasa? ―preguntó Geert señalando a Tom al bajar las escaleras.
―No sé, está así desde que llegó ―respondió Hastings para luego llenar su boca con papas tostadas de un paquete.
― ¿No te ha dicho nada? ―indagó Geert mientras intentaba sacar unas papas de la bolsa de Hastings.
―No, solo ha dado vueltas como esquizofrénico en un ataque desde que llegó.
― ¡Tom! ―gritó Geert con su boca llena de frituras.
― ¡¿Qué?! ―respondió él con un grito de furia, sus ojos estaban rojos gracias al arraigado enojo que lo inundaba.
― ¿Se puede saber qué diablos te sucede? ―preguntó Hastings.
― ¡No! ¡No se puede! ―gritó de la misma forma para luego salir de la casa y cerrar la puerta con gran estruendo.
Hastings y Geert intercambiaron miradas de confusión, Hastings subió los hombros, tomó su paquete de frituras y subió a su habitación, desinteresándose por el asunto.
―Voy a acabar con ese mesero de una vez por todas ―cerró con furia la puerta de su auto―. Estoy harto de que intente separarme de Jesse.
Arrancó su auto y pisó el acelerador a todo lo que daba, haciendo su auto derrapar al salir. No bajó la velocidad, condujo a todo lo que podía controlar hasta llegar al restaurante en que Daniel trabajaba.
Aparcó su auto a la mitad del estacionamiento sin importarle obstruir el paso, bajó del auto e ingresó al restaurante.
―Señor Kepler... ¿En qué le podemos ayudar? ―preguntó Shönn.
― ¿Dónde está Daniel? ―preguntó sin rodeos.
―Él acaba de terminar su turno, se encuentra en los vestidores ahora.
― ¿Dónde es eso? ―preguntó Tom.
―Es por aquella puerta ―señalándola―; solo se permite ingreso a personas autorizadas.
― ¡No me importa! ―le gritó Tom para luego atravesar el restaurante e introducirse por aquella puerta.
― ¿Qué haces aquí? ―preguntó Daniel al verlo entrar.
Tom enseguida fue hasta él y lo empujó contra una de las paredes, dispuesto a pelear.
―Vine a advertirte que dejes de meterte entre Jesse y yo ―amenazó Tom.
Daniel se irguió, aquello lo dejaba por encima de Tom, era más alto y musculoso que él y, no, no le tenía miedo.
― ¿Tu y cuantos más enanito? ―preguntó Daniel con sarcasmo, sintiendo la amenaza de Tom más como una burla.
―Conmigo es más que suficiente ―dijo Tom.
―Si no fuera porque le prometí a Jesse que no haría nada estúpido, en este momento, te partiría la cara Kepler ―dijo Daniel mirándolo a los ojos, conteniendo su furia y, aun así, demostrándosela a Tom con cada palabra de aquella oración.
El gerente del restaurante ingresó a la habitación encontrándose con aquella imagen, las miradas de ambos decían que estaban muy dispuestos a pelear hasta morir.
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Dirección Indefinida ©
Teen FictionJesse no sabe mucho de si misma, de hecho, las únicas dos cosas que realmente conoce de sí misma son... ... que odia elegir. ... que ama las gomitas alemanas. Ambas cosas la llevarán a vivir una vida llena de caminos inciertos con direcciones sin...