I: Link el chico sin hada

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En la profundidad de un bosque desconocido se hallaba un joven reposando en una choza improvisada.

Tenía el cabello rubio alborotado y lacio, con patillas largas a los extremos y los ojos como el celeste a media tarde, unas orejas puntiagudas y en cada lado un arete color azul. Su nariz era afilada y sus labios carnosos, mientras que su tez lucía un color semi pálido. Tenía algunas manchas de suciedad, tierra en específico, y también la nariz enrojecida por el frio matutino.

El muchacho parecía un viajero, con una túnica verde, mallas de algodón blanco, una camisa blanca, encima esta y abajo una cota de malla y un par de botas cafés. Portaba un gorro viejo que hacia juego con su vestimenta y para terminar, una capa en rojo. Tras su espalda traía un escudo y una espada larga.

A su lado bolo un bonito haz de luz y lo despertó.

– ¡Hey! – Dijo con una voz chillona – ¡Despierta, Link, despierta! – Dijo nuevamente revoloteando alrededor del muchacho.

Este comenzó a despertar poco a poco, abrió los ojos con pesadez y observo a su alrededor.

– ¿Eh...? – Miro que su amiga revoloteaba de un lado al otro – Entonces supongo que es hora de levantarse – dijo sonriendo a su compañera, que seguía volando en círculos sobre de él – Otro día más y aun sin rastro de Zelda – Dijo levantándose de golpe, mareándose al hacerlo.

El hada azul miro al muchacho – ¡Qué poco respeto a la princesa, Link! – Volvió a mirarlo al ver que se mareaba y casi caía – ¡No tienes remedio, eres como un niño!

–Bueno, en mi defensa yo puedo decir que Zelda es mi amiga, así que no hay problema con decirle sólo Zelda. Y dos... mientras más rápido me levante, mejor.

Sinceramente, bajo aquel escudo de energía y diversión que había creado, el muchacho se moría del terror por saber qué había sucedido con sus conocidos, su amiga Malon y su familia, Epona, su hermano goron, Darunia, e incluso Ruto, la princesa que ahora seguramente se le había borrado, por suerte, la idea del matrimonio con él. Sin embargo la persona por la que más se preocupaba era la princesa Zelda, que de todos desconocían su paradero del todo.

Pronto sería hora de marcharse, habían tomado sus objetos de campamento y siguieron su camino, no obstante la suave voz de una amiga resonó entre los arboles del bosque.

–Link – Dijo la voz – Link, ¿puedes escucharme? – preguntó, él de inmediato respondió con un:

–Claro y fuerte, Saria – sonrió por la sorpresa – ¿Sucede algo?

Al decir aquello, la voz sonó de nuevo – Si, es algo importante, tiene que ver con la princesa.

El muchacho abrió los ojos bruscamente y sacudió su cuerpo de la impresión.

–Dime, estoy para escucharte Saria, soy todo oídos – Decidió caminar por el bosque luego de recoger todas sus cosas.

Entonces la voz comenzó a darle el mensaje – Abre tu mapa, Link, y localiza más allá del bosque Kokiri. Tú te encuentras actualmente en el bosque de Farone, ¿no?

–Sí, es cierto, aun me encuentro aquí porque según los últimos registros de Gaepora, la princesa Zelda paso por aquí, y aunque fue aproximadamente unos cinco años atrás es útil la información, sabremos más si es que existe algo aquí con lo que podemos entender su próximo paradero más bien dicho, sus rastros.

–Ahora que recuerdo existe un Santuario en el bosque, un lugar de mucha importancia hace tiempo, un lugar sagrado al que sólo los elegidos por las diosas podrían ir – Paro unos momentos, con un sonido pensante de por medio – Es posible que la princesa haya ido ahí.

La redención de HyruleWhere stories live. Discover now