Capitulo 2

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— Sr. Blanco — el médico me observa con el ceño fruncido, desvia la mirada por un momento hacia la camilla donde estaba Agustina y luego me mira con reproche — esa chica está mal, no ha comido por una semana y usted no estaba haciendo nada por ella.

— no lo sabia — murmuró.

— debido a la situación en la que ella vino, los he remitido con la psicóloga, no es una opción señor Blanco, deben ir.

— ¿Debemos? — frunzo el ceño.

— esa chica está tratando de suicidarse — niego pero él no me deja hablar — tiene un problema serio y cómo médico es mi obligación ayudarla.

— pero ... — se niega a escucharme y se marcha.

Suspiró y miró mi reloj de pulsera, ya es tarde. Sacó el móvil y pido al chico que trabaja conmigo cómo ayudante, cierre el negocio. Caminó hacia Agustina quién tiene la mirada perdida.

— ¿Estás bien? — ella me mira por un instante pero desvia la mirada.

— lo estoy, deberias irte. Has pasado casi todo el dia en este hospital.

Me siento cerca de ella y observó sus manos, están hecha puños.

— tu brazo debe estar relajado para que pase el suero.

— esto engorda — sus ojos están vidriosos.

— ¿De qué hablas? — una lágrima recorre su mejilla y luego otra y otra, me levantó y colocó mi mano en su mejilla — mirame.

Ella niega pero no aparto mi mano hasta que levanta sus ojos.

— vaya, tienes unos muy bonitos ojos — paso mi dedo pulgar por su mejilla para secar sus lágrimas.

— sólo tratas de ser amable, todos los dias me veo en un espejo.

— no acostumbro a mentir, ¿Necesitas que le avise a alguien que estas aqui? — ella me observa sorprendida y coloca su mano en su mano.

— tia Maruca, debió haber llamado hasta al ejército — muerde su labio, bajó mi mirada y frunzo el ceño, tenia unos labios muy bonitos, al igual que sus ojos bordeados de largas pestañas que estaban húmedas por el llanto ¿Por que ella se veia fea?.

— dame el número de tu tia, la llamaré.

— mi tia no tiene teléfono, es chapada a la antigua y dice que esos inventos del demonio no entran a su casa.

— entonces no ha llamado al ejército — sonrio por que rueda los ojos de una manera graciosa.

— no conoces a tia Maruca, debió persinarse y luego pidió prestado un teléfono a la vecina.

— ¿Tienes el número de la vecina? Yo la llamó.

— no — ella me responde rápidamente — es que si tu la llamas pensará que me has secuestrado y que quieres un rescate.

— ¿Tanto asi? — ella asiente

— tiene muchísimas novelas policiacas. Creeme que ella vive una novela todos los dias.

— bien, llamala tú — la veo morder nuevamente su labio inferior y desvío la mirada.

— mi bolso ¿Lo trajiste? — niego y sacó mi móvil, ella lo mira con sorpresa — este es carísimo.— sus mejillas se ponen rojas — lo siento, a veces no tengo cuidado con lo que digo.

— llama a tu tia Maruca.

Agus

— ¿Dónde estás? — la voz de tia Maruca está alterada — me tienes con el Jesús en la boca, tú padre ya viene para acá.

— ¿Papá? — la escuchó respirar profundo y luego exhalar.

claro, tú todos los dias estas en casa a las 6:00pm y son las 7:00, no sabia nada de ti, asi que llame a tu padre. Es mi obligación cuidarte pero me matarás del corazón — ahora su voz era un llanto — no sabes la angustia que he vivido esta hora sin saber de ti.

sólo es una hora, tia, no debiste llamar a papá.

— ¿Dónde estás Agustina Palacios?

en el hospital — el grito que tia Maruca ha soltado me a dejado casi sorda.

— ¿Que pasó muchacha insensata?

comí algo que me hizo daño — Alejandro no podía escucharme se había retirado para dejarme hablar con tia Maruca.

eso te pasa por que todos estos dias te has negado a comer de mi comida. Yo, que te la he preparado con mucho amor y ya vienes cenada, claro no la cocinan bien y ahi están las consecuencias Agustina Palacios. Si comieras en casa te aseguró que no te enfermarias del estómago.

tia llama a papá y dile que no se mueva,mañana estaré en casa.

ah no, eso no, dame el nombre del hospital que voy para allá, se habrá visto que estarás sola ahi, yo llegaré a cuidarte y te llevaré cena.

ya pasó la hora de visita tia, no te preocupes estoy bien.

— pero muchacha.— ella seguia hablando pero mi mirada se centró en Alejandro, un hombre muy guapo. Tenia una sonrisa cautivante, de cabello ondulado, mandíbula fuerte, alto y fuerte. Aún no me explicaba por que seguia aqui, yo era una total desconocida.

Él estaba conversando con una señora de edad que estaba conmigo en la misma sala, el esposo de la señora estaba junto a su cama, ambos con las manos agarradas y se lanzaban miradas de cariño.

Me despedí de tia Maruca, mientras seguia observandolo, pasó una mano por mi cabello que debia ser un nido de pájaros, sonrió con ironía ¿A quién le importaba? Yo era alguien común.

— ¿Aún el ejército no te buscaba?— la sonrisa que me dedicó era para desarmarlo a uno, totalmente.

— peor, mi padre ya viene para acá.

— creo Agustina que no es mala la idea que esté tu padre, mañana hablaremos bien.

— ¿Mañana? ¿regresarás?— el asiente.

— si — guarda su móvil — yo te traje, yo te llevó a casa.

— pero, ya mucho hiciste por mi, puedes perder tu trabajo, si tu jefe es cómo el mio. Ya no tendrás trabajo para mañana.

— ¿Crees que tu jefe te despida? — asiento.

— no le agradó mucho, me dio empleo por una amiga de tia Maruca.

— si ya no tienes trabajo en el salón, no te preocupes, veremos luego en el estudio.

— yo... gracias Alejandro pero no sé nada de fotos.

Sonrió

— nadie nace aprendido Agustina, quizás descubras lo maravilloso que es el mundo a través del lente de la cámara. Buenas noches.

Se marchó y me hundi más en la almohada, mi mundo no era maravilloso, era gris y con mucho rechazo.

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Kgerals🌼

Esta soy yo y ¿qué? © [Completa en Litnet]Where stories live. Discover now