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Los siguientes días fueron extrañamente igual. Supuse que por haber tenido la pequeña reunión ya éramos amigos pero me equivoque rotundamente. Cho Kyuhyun se limitó a pasar por alto nuestra pequeña conversación e ignorarme vilmente. Durante las cenas, las pláticas amigables con el abuelo fluían sin cesar. Hablaban sobre el cultivo de la patata como si hablasen de la interpretación de una obra de arte. Cada uno daba un su propia versión de las prácticas adecuadas para el cultivo. Cho escuchaba con solemnidad al abuelo y luego daba su punto de vista. Había momentos en que su educación y modales me deslumbraban. Eran demasiados refinados para un simple agricultor. Entonces comprendí que su padre había derrochado una fortuna en su educación y por eso le exigía cumplir con los objetivos del negocio familiar. Demasiado razonable para que su padre se enojara con él.

El viernes por la noche, estaba acostumbrado a ser invisible. Comía con hambre voraz. Habíamos tenido un día muy ocupado con los niños y los bocadillos que la abuela me había preparado terminaron en las pequeñas boquitas de todos ellos. Así que tuve que poner cara feliz para ignorar el hambre que me mataba.

Esa noche podía sentir sus ojos inescrutables sobre mí. Sabía que me miraba a hurtadillas, lo atrapé mirándome con una tonta sonrisa en su rostro. Yo solo me limité a hacerle un mal gesto aunque eso no me impidió comer con voracidad. Luego de limpiar la cocina me dirigí hasta la cabaña. Necesitaba descansar un poco para poder reponer las energías para el día siguiente.

La madrugada del sábado llegó con prisa y con ella una leve desilusión. Aunque no lo admitiera en voz, esperaba que Cho me esperara en el establo como el sábado anterior, pero no fue así. En el desayuno mi abuela me dijo que los trabajadores habían ido al pueblo a hacer algunas diligencias y que era probable que Cho no regresara esa noche.

Al llegar la tarde, emprendí camino al pueblo. Deseaba pasar un tiempo con Sunny antes de regresar a casa. Una vez terminadas las clases de piano, ella me esperaba en el parque para tomar un café. Caminamos tomados de la mano durante unos minutos antes de la pasara a dejar a su casa. Esa noche llegaría su hermano mayor de la ciudad. Había sido dado de alta del servicio militar y su familia daría una fiesta de bienvenida. Sunny me pidió que me quedara pero no quería llegar tarde a casa.

─Wookie...─ Un hombre alto, de porte prominente y sonrisa franca me estrechó entre sus brazos.

─Changmin.─

Nos saludamos con alegría después de mucho tiempo sin vernos. Changmin había sido un buen amigo y debido a él, Sunny y yo nos habíamos reencontrado.

─Te presento a Min Hyuk. Un amigo de la milicia.─ Changmin me presentó a un hombre alto, de cuerpo absolutamente atlético y vestido de manera elegante.

Min Hyuk y yo hablamos alegres hasta que la noche llegó. Luego de despedirme de todos, emprendí camino a casa. El camino era silencioso, bordeado por una que otra casa o granja. El sonido de la bicicleta recorriendo el camino de terracería se mezclaba con la música que mis auriculares reproducían.

Algo era seguro de esa carretera, era tan solitaria y abandonada que ni siquiera el diablo transitaba por ahí. Así que el recorrido era demasiado tranquilo. La sencilla entrada de la enorme granja me dio la bienvenida, apresuré la velocidad y en pocos minutos estuve en casa.

El sonido de los caballos, los grillos y el suave viento me dieron una espectacular idea.

Entré a casa y me vestí con ropa cómoda y cálida. Tomé mi telescopio, una manta y una libreta. Salí al exterior y me introduje en la enorme llanura de cultivo que se extendía por el horizonte.

Una de las mejores cosas de la noche son definitivamente las estrellas. Y mejor aún si es noche de luna nueva. Las estrellas resplandecen más a falta de la luz de la luna.

Barcos de PapelWhere stories live. Discover now