lo neófito del ser.

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yo, carente de nombre y de etiquetas que pudieran definir mi personalidad o afirmar mi carácter. 

Aquel momento en el que no parecía, no era, ni pertenecían esos rasgos que les gustaban tanto a los demás colocármelos para tener un sentido ligero, leve y superficial.

Acurruqué mi cuerpo entre las cenizas de mis antepasados y renací de entre las hojas otoñales de los hijos y los sobrinos, vomitando mis raíces de árboles genealógicos, apartada a mis características ya dadas para definir mi yo. Recorrí el frívolo subsuelo de los que me abandonaron y de los que abandoné en el lago de los corazones marchitados y pulmones sin aliento.
Párpados sin conciencia aún permanecen cerrados. Ojos de perlas suplican la explícita visión del nuevo mundo que estoy por conocer.

Búsqueda fugaz de mis extremidades, siento el tacto febril de mis dedos chocar contra sí,
mis pies deslumbran dejando su marca de una marea descontrolada entre la tierra neófita.

Corrí por el sendero de ácoro y de mis cabellos rizos se vieron lirios pintados en lienzo dados por los árboles, y percibían el brillo del sol.

Ahora soy en todo resplandor, dejé el bosque de cenizas, renací con tenacidad en el séptimo otoñal y ahora estoy desvelada dentro de la oceanía espacial.
Con los ojos sumergidos in fraganti, que chocan para ver el renacer, aflorar la mente y arrullar la vida.

losing touchWhere stories live. Discover now