20. Defectos.

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20.

«Si pudiera sujetarte, juro que nunca te dejaría ir…»

Harry se sentía valiente.

Como uno de esos grandes héroes, bueno, no tan grande. Quizás tan valiente como podía serlo. A su manera, siempre a su manera.

Se estaba esforzando. Harry realmente se estaba esforzando. Él quería cambiar, quería ser un “chico sociable” de verdad, quería que cuando hubiera visitas en su casa su madre no les dijera: es un chico algo cerrado, cuando él sólo saludara en voz baja y se fuera a su habitación luego.

Pero no podía. Harry no iba a cambiar, incluso si lo intentara demasiado, siempre iba a ser lo que es. Quizás Harry no era el problema de todos, todos eran el problema de Harry.

Constantemente pendiente de que alguien lo estuviera viendo más de la cuenta, hablar en voz baja—incluso liar las palabras—, sonreír, avergonzarse, reírse y luego cubrirse la boca por si lo había hecho demasiado alto,  escribir poemas cuando el insomnio llegaba justo un domingo, dibujar, escuchar música, tocar notas sin sentido en el piano del salón, seguir estando tan enamorado de Carly Johnson… Ese era Harry. Y no, el problema no estaba en los otros, al parecer. Porque los otros podían juzgar, podían hablar, pero dependía de Harry ser afectado o no por los comentarios. Se trataba de eso. ¿Entienden? Si alguien tenía algo que decir, algo malo que decir sobre ti, era tu problema si recibías el golpe o no. Uno aprende a ser fuerte.

Entonces, de nuevo, Harry se sentía valiente.

Y debía aprovechar esta cosa de la barbilla en alto y el pecho firme. Debía aprovechar todo al máximo, siempre. Uno nunca sabe cuando de pronto algo puede derrumbarte. Pero él no estaba pendiente de eso, ahora él tenía otros problemas existenciales. 

Era viernes, un día bastante caluroso. Harry se encontraba en el patio trasero, su helado de vainilla se estaba derritiendo poco a poco, pero él había perdido todo interés por éste hace más de quince minutos. Tenía la mirada perdida en el cielo, se sentía derrotado.

«Tonto, Harry, eres un tonto» aquella mañana, en la escuela había estado evitando a Carly todo el tiempo ¿la razón? se sentía muy avergonzado.

Esperen, antes de hablar sobre cómo es que Harry se sentía valiente, debemos hablar de cómo él se sentía cobarde, también.

La mañana del viernes Harry al fin le había pedido una cita a Carly, uh, bien, no era exactamente una cita, y exactamente él no le había invitado cara a cara.

Él sabía en qué lugar se encontraba el casillero de Carly, entonces Harry había escribido una nota diciendo cosas como: ¿Qué harás hoy por la noche? pero eso era muy estúpido, así que no era una gran nota para colocar en el casillero de alguien. Terminó tirando la nota a la basura. Y se fue a clases sintiéndose tonto.

Para cuando llegó el receso Harry no fue al árbol, donde se supone que él y Carly se veían cada receso. Era como una costumbre que no podía ser rota por ninguna razón. Pero él lo hizo. Él no fue.

Y era tan obvio que Carly iba buscarlo luego de eso. Harry se estaba escondiendo, por alguna razón no quería estar con Carly; bien, sí había una razón, pero entiendan, por favor, él aún no era valiente.

Es decir, en ese momento no se sentía así, con valentía.

Se topó con Carly en la salida, su corazón casi sale de su pecho porque ella parecía triste. Y Harry sabía que era por su culpa, por estar evitándola todo el día.

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