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Hiro estaba parado frente a una vitrina de tienda de bebés, observando las distintas prendas que tenían en el aparador mientras que, adentro de la tienda, May y Yuko revisaban las ropas y trajes que tenían.

Hiro entró con decisión y vió como su hermana miraba enternecida los trajes de héroes de sus padres en distintas tallas, todo para el uso de los bebés.

- mira, son como cuando éramos niños -dijo Kirishima, tomando un traje de la heroína Froppy y enseñándoselo al peliverde, quien sonrió con dulzura y asintió suavemente.

- hace muchos años ya -le dijo y los tres jóvenes asintieron, cuando fue una señora a atenderles, les pidió un autógrafo a los mayores, diciendo que su nieto era fan de los héroes y había quedado asombrado con ambos héroes en el festival deportivo.

Vieron y cotizaron cosas, pues hace una semana se habían enterado de que ambos serían hermanos y querían aportar con su granito de arena en ese momento.

Los tres iban caminando, la más joven comiendo un helado con ánimo mientras que se encontraba hablando con la chica de dientes afilados, a su lado iba Hiro mirando el regalo que había adquirido para el futuro nuevo integrante: un chupón de Shouto, el héroe con el que él había estado haciendo sus prácticas desde primer año.

- Hicchan, es por este lado -escuchó la voz de su mejor amiga, haciendo que saliera de ese pequeño trance en el que estaba y mirara al origen de la voz, viendo a la chica de ojos ámbar parada en una esquina, por la cual se tomaba el camino a la academia, el ojirubí asintió y caminó donde ella, mirando aún el chupón.

- ¿crees que le guste? -dijo el chico, mirando el pequeño juguete y luego a su amiga, quien le sonreía con ternura.

- ¿a quién? -dijo ella ladeando la cabeza y comenzaron a caminar nuevamente a la academia- ¿a tu mamá, tu papá o a Shouto? -dijo un poco cómica.

- al bebé -dijo él, produciendo un silencio entre ellos, mientras el chico seguía pensando sobre el chupón, la rubia iba caminando al lado de él.

¿por qué ya no era capaz de expresarle de todo lo que sentía, justo como era antes? Hiro ya no se expresaba tanto, había veces que no hablaban, ambos solo se quedaban en silencio y eso le molestaba un poco.

Ya en los cuartos, cuando pasaban por el pasillo del cuarto de Bakugou, este miró a la rubia y le sonrió un poco.

- ¿quieres pasar? -le dijo dulcemente, haciendo que la chica sin querer expresaba su descontento en su rostro le mirara y se le iluminara el rostro, sacando cualquier rastro de cansancio.

- genial! Claro que sí -dijo sonriente, llegando a esa misma sonrisa que reflejaba su padre a veces. El chico abrió el cuarto y la dejó entrar, dejando a la vista un cuarto sobrio y neutral, aunque tenía bastantes marcos con fotos de él con su familia, su madre o su amiga.

La rubia tomó asiento y se colocó cómoda, sacando sus zapatos y luego tendiéndose en la cama, una vez cómoda, vió como su amigo ordenaba sus cosas antes de imitar sus acciones y quedar ambos tendidos.

Miraban el techo en silencio, ambos observando el blanco que hace años habría sido inmaculado y que ahora ya estaba gastado, presentando manchas y un color más oscuro, la rubia repasaba el techo con su mirada, mientras tenía sus manos sobre su estómago y respiraba suave, tratando de no opacar el sonido de la respiración de su acompañante. El varón sentía la tibieza de la piel de May, emitiendo ese suave calor que resultaba relajante y ese olor, un olor que contrastaba con la sensación pesada que tenía él, ella olía siempre de manera cítrica, no sabía que perfume era el que usaba, pero desde que la conocía la niña tenía ese olor cítrico que le provocaba gusto, su cabello con olor siempre a shampoo dulce, recordándole a dulces que comían en su infancia.

- Hiro -dijo ella, rompiendo el silencio gustoso que se había provocado en cuanto llegaron y él hizo un pequeño "mhm"- ¿tienes tu violín aquí?

- no, lo he dejado en casa -dijo y ella se sentó, para sonreírle.

- ¿me puedes tocar una pieza? -dijo ella con suavidad y el chico alzó una ceja.

- no tengo mi violín conmigo, Kiri

- pero puedes usar mi brazo, yo hago de violín -dijo con una sonrisa y vió como Bakugou se sentó, abrió sus piernas y palpó para que se colocara la chica en ese lugar, lo hizo dándole la espalda y se dejó manejar por Hiro,quien la corrió un poco para que pudiese dejar su cabeza en su hombro derecho y estirara el brazo izquierdo, el peliverde pasó su mano sobre los hombros de la chica e inspiró hondo, comenzando a tocar con un arco invisible y haciendo las notas en la parte interna de la muñeca de May. Kirishima observaba con atención, sintiendo como la respiración de su amigo cambiaba cuando tocaba violín, siendo un poco más dura y profunda.

- es la de Mozart -dijo ella cuando reconoció las notas y giró su cabeza para el lado izquierdo, encontrándose con el mentón de su amigo y su media sonrisa.

- creo que la he tocado por años, es normal que la conozcas -dijo suave y siguió tocando otro rato hasta que terminó, se quedó suspendido unos segundos y luego él giró su cabeza al lado izquierdo, encontrando sus labios directamente con los de su amiga.

Se miraron un par de segundos, de presentarse algo así en otro lugar se hubieran separado de inmediato, pero dentro de ese cuarto había una sensación que les provocaba estar más cerca. Bakugou observó las dulces facciones de su amiga y sus pestañas, largas y rubias, como se movía su nariz al respirar y como sus ojos miraban algo perdidos los labios de él, Hiro sintió que quería besarla y ella quería ser besada. Cuando May iba a preguntarle si entre ellos un beso arruinaría su amistad, Hiro se estiró con decisión y estamparon sus labios.

Debido a la posición, fue un beso un poco incómodo, pero de todas formas no dejó que no se transmitiera ese cariño todos estos años malinterpretado, atrapando sus labios entre los de ellos y arrancándole pequeños gruñidos al ojirubí cuando ella mordía uno de sus labios.

Sin darse cuenta, perdieron la cuenta de besos y horas perdidas en el cuarto, las pequeñas caricias que se daban sin la intención de llegar muy lejos se perdieron con la intensidad; si no hubiese sido porque Yuko llamó al celular de su amiga, nadie los hubiese sacado de aquella situación donde ambos ya estaban con poca ropa y con marcas repartidas.

Cuando ella tuvo que partir a su cuarto, se vistió rápidamente y con pudor, tratando de no darle la cara a su amigo y que no viera su sonrojo indiscriminado.

- hasta mañana -dijo May con la voz entrecortada, sintió como su amigo se paró detrás de ella y jaló suavemente su mano, le hizo darse vuelta y con dulzura Bakugou alzó el mentón de ella, para volver a dejar un beso en sus labios de manera casta.

- hasta mañana -le susurró con una suave sonrisa, soltando su mentón y viendo como su amiga se iba cubierta con un manto de vergüenza.

BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora