XLIX - Blind Date

5.2K 337 36
                                    

49.- Blind Date


Por quinta vez, escuché a Madison mencionarme lo divertido que sería llevar a cabo la cita que ella y su pareja había ideado hace día atrás. Estaba emocionada, lo podía ver en sus ojos y manera de expresar su entusiasmo. Negué ligeramente y rodeé los ojos mientras me retiraba del living hacia mi habitación en busca de mi violín.

—¿No estás feliz? —Me preguntó la pelinegra con diversión. —Deberías estarlo.

—¡Claro que estoy feliz! —Exclamé, simulando felicidad. —¡No te hace una idea de lo excitada que estoy por conocer la cita que me tienes! Ha de ser divertido, ¡a que sí! —Batí mis brazos y reí en el proceso. Madison me observó con sus brazos cruzados sobre su pecho y con una ceja en alto. Había captado mi sarcasmo y ello, me hizo reír.

—Capto tu sarcasmo, __________. —Murmuró, frunciendo su ceño ligeramente.

—No estoy feliz, Madison. No si la cita me incluye a mí. —Espeté. La muchacha me miró algo cohibida, demostrando cierta inquietud ante mis palabras. Y, es que razón de sobra tenía para molestarme con ella. Había organizado una cita de la cual, no tuve conocimiento hasta la mañana, cuando me llamó anunciando que, nuevamente había conseguido un amigo que deseaba conocerme.

Madison cumplía el rol de Cupido en vida sin que yo le dijese que lo hiciera. Como buena amiga y, como regla que muchas tenían en su relación de amistad, ella trataba de buscarme parejas para que así, tanto ella como yo, tuviésemos esa doble cita que toda amiga debía tener. No estaba de acuerdo, claramente. No me era de interés compartir mi vida con otro ser humano cuando, ni si quiera yo sabía cómo convivir conmigo misma.

Quería mi vida en solitario, disfrutarla y hacer lo que yo quisiera sin rendirle cuentas a nadie; quería ser independiente. Ya había visto mucho sacrificio en mis demás amistades dentro de una relación y ello, claramente yo no lo quería vivir.

—Vamos, __________. —Pidió Madison, realizando un puchero con sus labios. —¡Será divertido! —Tomó de mi mano y me jaló hacia el closet de mi habitación. Abrió la puerta del mueble de par en par y me dejó la decisión allí, frente a mí. —Elige algo y ponte bonita. No te arrepentirás.

—¿Por qué cuando dices que no me arrepentiré, siento que lo haré? —Inquirí, mirándola de soslayo. Madison golpeó mi brazo a modo de juego. —Te detesto, ¿lo sabes?

—Lo sé. —Afirmó la pelinegra. —Pero sé que me amas de igual forma. —Ambas reímos. —Te espero abajo. Sam nos vendrá a buscar.

—¡Lo tenías todo planeado! —Exclamé y mi buena amiga, soltó una carcajada mientras se alejaba de mí y cerraba la puerta de mi habitación para brindarme más privacidad. —Te detesto. —Mascullé entre dientes. Tomé la primera prenda y me la puse. No tenía ni la menor intención de arreglarme para conquistar a quien no sabía de su existencia.

Tomé mi violín y bajé las escaleras luego de unos minutos, cuando Madison me gritó desde el primero, anunciándome que su novio había llegado por nosotros.

—¿Por qué el violín? —Me preguntó Sam con una de sus cejas alzadas.

—Ya verás. —Esbocé una sonrisa y caminé hasta el auto aparcado fuera de mi hogar.

El trascurso desde mi casa al pub donde se encontraría mi cita fue rápido. Las vías, extrañamente, estaban expeditas, lo que le permitió a Sam manejar con rapidez y sin ningún problema. Sam celebró aquello con bastante alegría. Yo, internamente, maldije una y otra vez. ¿Por qué rayos tenía que acceder a conocer a todos los palurdos que Madison me presentaba? Me cuestioné una y otra vez, llegando a la conclusión de que debía ser más convincente en mis decisiones e imponer mis ideas.

Sebastian Stan || One-ShotsWhere stories live. Discover now