Capitulo 5: la inmortalidad

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Al paso de los días, Yuudai, se iba encontrando peor y Aratani podía notárselo, cada vez reía menos, no quería salir de casa y se pasaba el día sin hacer nada mirando para el cielo mientras estaba en la terraza, Aratani no podía hacer nada y eso la cabreaba, la frustraba, tuvo que ser un dolor muy grande matar a su propio hermano se decía a ella, si era así lo que todos le aconsejaban es que le diera su tiempo, que le permitiera estar triste, que tuviera que gritar si quería, que rompiera cosas si fuera necesario y sobre todo que si tenía que llorar, sobre todo si tenía que llorar que llorase

-Yuudai ¿estás bien?

- ¿ehh? ¿Qué? Ah sí...

Un enorme silencio se hacía después de escuchar esas palabras, Aratani no podía evitar llorar de impotencia al no poder hacer nada, Yuudai sufría por escucharla llorar

-¿Qué me pasa? ¿Donde quedo mi felicidad, mis ganas de vivir, mi todo?

Se dijo Yuudai a si mismo

-Yuudai tenemos que hablar

-¿qué pasa Aratani?

-no soporto verte así, no puedo más siento que el mundo se cae si estas tan mal hace mucho que no sales de casa y ya no eres como antes ni sales con nosotros por ahí ni nada

-lo siento Aratani, no sé qué me pasa

-Yuudai entiendo que estés así de mal, pero yo también te necesito y verte así me está destrozando

-lo siento, mira esta noche si quieres vamos cenar por ahí nosotros solos

- ¿de verdad?

-si

-¡gracias!

A Aratani pareció gustarle el plan, lo abrazo como hacia montón que no hacía, tenia de nuevo esa sonrisa que tanto le gustaba Yuudai, empezó a contagiarle su felicidad.

Eran las seis de la tarde pero Aratani ya se estaba preparando para la cena, se estaba duchando, y mientras recorría su cuerpo con la esponja y sus manos recordó aquella vez en el baño en el castillo de Yuudai, pensó que le hubiera gustado que Yuudai le bañase con sus fuertes y suaves manos, se acordaba de sus músculos, su cuerpo lleno de cicatrices le encantaba el tacto de su piel, le gustaba la simple idea de pensar en restregarse con su cuerpo, su cuerpo era joven pero sabía que era alguien con mucha experiencia

-relájate Aratani se decía a sí misma, ¿qué me pasa?

Aratani siguió con su ducha sin saber que Yuudai la había escuchado, sabía lo que le estaba pasando y se aprovecharía de esa situación, entro en el baño sin que ella se diese cuenta, se quito la ropa entro en la bañera sin que lo viese, ella le pareció ver como la cortina se movía, pensó que sería imaginaciones suyas, no vio a nadie detrás, Yuudai se había hecho invisible, y se dispuso a provocarla, primero la provoco con unas respiraciones en su cuello, se dio la vuelta y no vio nada, entonces él se acerco a su oído y le susurro, eres hermosa, ella se sobre salto,

-Yuudai ¿eres tú?

Empezó con caricias en la espalda, recorriendo con su dedo su magnífica figura, ella estaba excitándose, estaba alabando su cuerpo sin ningún tipo de palabra, su reacción fue un simple gemido, gemido que quería decir mucho, bajo su dedo hasta la altura de su cintura donde al incorporar los demás dedos su gemido de antes se quedara en simple suspiro, este rodeo su cintura con su brazo acercándola mientras ellas se quedaba sin respiración, le gustaba sentirse poseída, ella todavía con esa expresión en la cara, giro su cabeza hacia la derecha y sonrió, y él empezó a besar su cuello mientras la cabeza de ella caía en su pecho en ese momento el la pone contra la pared y sigue acariciando su cuerpo con sus manos mientras le besa el cuello, paso sus manos por toda su cintura, subió por el abdomen hasta tocar sus pechos, esta no pudo evitar volver a gemir y para prologar ese placer y sin avisar, le mordió el cuello, ella subió su mano para acariciarle la cara, le estaba gustando, cuando Yuudai se vino a dar cuenta estaba muy excitado, su respiración era muy acelerada, como su pulso, y sus suspiros se fusionaban perfectamente con los suyos, ella se dio la vuelta se acerco a su oído y le dijo

la verdad escondidaWhere stories live. Discover now