VII.

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-¡¿Qué estás haciendo aquí?!

Ciel Phantomhive, jefe de la familia Phantomhive, Conde, y perro guardián de la reina se congela completamente ante la molestia que parece salir en oleadas de Lady Blackwood. Su voz no es más que un susurro airado, puesto que un dormido vizconde Druitt yace a su lado en la cama.

Su mirada vaga a la extensión de piel cremosa expuesta por la mujer, antes incluso de que su mente pueda procesar lo que está haciendo. Ella chasquea la lengua, cubriéndose con las sábanas en un gesto modesto... y él ciertamente no puede dejar de verla.

-¿Y bien? Responde.

Esto es, claro, hasta que ella habla y su mente inquieta le da una patada, y se sonroja hasta la punta de sus pies, porque está total y absolutamente mortificado.

Balbucea un par de veces en un murmullo ininteligible hasta que encuentra dentro de él aquella indignación que bulle debido al despreciable lugar que ella eligió como objeto de su reunión.

-¡Un hombre afuera intentó seducirme! ¡Se estaba desnudando! ¡EN PÚBLICO!

Sisea, erizado como un gato al que le han arrojado un balde de agua, señalando a la puerta con un gesto airado. La duquesa arquea una ceja, a medias entre la burla y la piedad, y deja salir un bufido poco femenino.

-Para ser un hombre que se mantiene al tanto de lo que ocurre en el bajo mundo, es ciertamente un mojigato, Conde.

Ciel aprieta los dientes y entrecierra sus ojos a la mujer descarada. Después de un par de minutos en que ambos se miran y ella no se ve impresionada por su despliegue de irritación, deja salir un ruido desdeñoso. Es su culpa que estén en esta situación en particular, el vizconde pudo haberles dicho todo lo que necesitaban con solo un poco de persuasión mezclada con un toque de violencia.

Ciertamente, no esto...

-¿Puede mirar la puerta por unos minutos, por favor?

La voz de Lady Blackwood interrumpe sus pensamientos, más como una orden que como una pregunta. Pese a eso, conciente de que probablemente terminó con su interrogatorio al médico y va a levantarse de la cama, él mira la puerta, centrándose más en el intrincado relieve de la madera que en la imagen mental que su mente traidora le provee.

La escucha tararear mientras el susurro de la tela confirma que ella está vistiendose, sus ojos continúan fijos en la madera mientras cuenta la serie de muescas hasta que ella lo interrumpe por segunda vez. Está vestida apropiadamente, aunque el corsé no está tan ajustado como es la costumbre.

-Dejaré una nota para Aleister, será sospechoso si se despierta y no me ve con él.

Ciel cree que es necesario hacerlo, tener a un Vizconde sospechoso no sería bueno para sus planes, sin embargo, besar el papel parece un poco demasiado. Aleister Chambers es conocido por ser un... seductor.

Reprime los escalofríos al recordar ese extraño día en el que tuvo que disfrazarse para conseguir información.

Ugh, ciertamente es un recuerdo desagradable.

Lady Blackwood retoca sus labios en el espejo antes de hacerle señas para que abra la puerta. Como todo un caballero, Ciel la deja pasar antes que él.

El pasillo está escasamente iluminado y el aire rancio, hay una serie de pinturas decorativas de mal gusto que lo hacen arrugar la nariz. Las paredes son de paneles de madera oculta y no hay más que unas cuantas puertas dispersas por el lugar, de las cuales en su mayoría provienen quejidos y ruidos por lo demás sospechosos.

Casi se traga su propia lengua cuando ve a un caballero con un tono muy particular de cabello rubio y ojos verdes saliendo por una de las puertas seguido por un par de señoritas exuberantemente vestidas. Que ironía que su primo privado y mojigato visite un lugar así, y en semejante compañía.

El Cuervo de la Reina (Kuroshitsuji) (Ciel Y Tu) [FINALIZADO]Where stories live. Discover now