VIII.

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Ciel Phantomhive es innegablemente un hombre inteligente, hábil en el arte de la manipulación, y por lo mismo, es bastante bueno leyendo a las personas y un excelente observador. No estaría sentado dónde está, encabezando una reunión crítica para desarrollar un plan que le dé el golpe final a una red de secuestro y tráfico de mujeres.

La duquesa Blackwood, aunque lo intente, no puede engañarlo. No lo hace  cuando se inclina apreciando la conversación de Lau y deja que su mano descanse sobre su muslo un par de segundos más de lo necesario (ciertamente más arriba de lo que es considerado apropiado), y tampoco cuando deja salir una risa encantadora ante la propuesta del Príncipe Soma de que se convierta en una de sus esposas(la principal de ellas, si la mirada embelesada del hombre puede interpretarse de esa forma).

Deliberadamente ignora el malestar en su estómago que cada una de estas acciones le genera, porque lo más interesante en su plato en ese momento es ella, o, más bien aquello que la inquieta.

Sebastian carraspea ligeramente a sus espaldas cuando solicita que ella permanezca en el salón un poco más cuando todos estaban en camino hacia la puerta, sabe que no ha sido sutil en la cantidad de atención que le ha prestado durante el par de horas que han pasado planeando y discutiendo con sus aliados, pero no puede importarle menos.

Despues de todo la mujer siempre le ha parecido intrigante, un objeto particularmente interesante de estudio. En parte porque le recuerda a él, y en parte porque es absolutamente diferente. Y está seguro de que ella lo sabe.

Él la conoce lo suficiente como para saber que rondar en torno a un tema particular solo hará que ella se irrite, lo que a su vez sería contraproducente para su objetivo de obtener información. Se reclina ligeramente en su sillón, esperando que ella tome asiento. Una vez que se ve cómoda al otro lado de la sala, con un vaso propio, él habla con un tono más ligero que de costumbre, conversacional.

—¿Cuál es el problema, Lady Blackwood?

Ella parpadea un par de veces, con la mezcla justa de confusión e inocencia para parecer completamente extrañada sobre lo que él está hablando. Es una buena actriz, le dará eso.

—No hay ningún problema, Conde.

Ciel repite la frase en su mente con un tono burlón, en una pobre imitación de la mujer frente a él.  Cree estará más dispuesta a cooperar si tienen privacidad, por lo que con un gesto lánguido de la mano y una mirada despide a Sebastian y al mayordomo de la duquesa (quien le envía dagas con los ojos cada vez que puede) de la habitación.

Una vez que ambos demonios están afuera, él arquea una ceja y toma un sorbo de su vaso. Su voz es un tanto apagada cuando responde a su negación, no encuentra su gesto de ignorancia tan divertido como ella piensa.

—Si queremos que esto funcione, debe ser más cooperativa. Ya ve, soy bueno leyendo a las personas y es obvio que usted está inusualmente inquieta.

Ella sonríe sobre el borde del vaso antes de tomar un sorbo, su rostro es impasible aunque puede apreciar una diversión siniestra en el brillo de sus ojos. Por lo demás, sigue luciendo tan ajena como al principio.

—Parece implacable en su deseo de observarme conde, ¿puedo preguntar por qué?

Es frustrante reconocer que aquella táctica disuasoria pudo haber funcionado antes, convirtiéndolo en un desastre sonrojado y tartamudo en su esfuerzo en negar cualquier acusación de ese tipo. Ahora, sin embargo, ha perdido su efectividad.

Con la más elemental de la curvatura en las comisuras de sus labios, se reclina en su silla y la observa por un par de minutos inquietantemente lentos, como si estuviera considerando su respuesta.

El Cuervo de la Reina (Kuroshitsuji) (Ciel Y Tu) [FINALIZADO]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang