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-Estamos aquí- escuchó decir a Dean, mientras el automóvil se detenía frente a la casa de Kelly.

Ella solo vivía a diez minutos de la casa de Castiel. Tal vez él ya la había visto, en la calle o cerca a la escuela, y ni siquiera la había notado. Ella tenía solo un hijo, pero ningún esposo.

-¿Estás listo?- pregunto Dean, tomando suavemente su mano.

No. Él no lo estaba y probablemente nunca lo estaría. En el momento en que esa puerta se abriera, nada volvería a ser lo mismo. Castiel sabría toda la verdad. ¿Dónde está su madre? ¿Dónde está su padre? ¿Están vivos? ¿Quién es Lucifer? ¿Qué pasó? ¿Ellos realmente lo amaban?

Sí. El creía que sí lo amaban, porque la mamá de Dean se lo había dicho. Pero, ¿y si ella hubiera mentido? Su padre o mejor dicho Lucifer lo había hecho muchas veces. Decirle algo agradable o hacer algo bueno por él, para que después pudiera romperlo. Bueno, Dean también lo había hecho. Pero una cosa era diferente. Dean lo sentía; la persona que pensó que era su padre, su hermano, no.

-Sí- susurró, su voz apenas audible.

Dean salió primero del auto, abriéndole la puerta a Castiel. Caminaron uno al lado del otro hasta la casa.

Dean tomo su mano con fuerza, mostrándole que estaba ahí, que nada malo podría pasar mientras él estuviera ahí y Castiel estaba realmente agradecido por eso.

No esperaron mucho antes de que Kelly abriera la puerta. No era tan alta, tenía cabello castaño y ojos marrones, la mitad de su cara estaba cubierta por una cicatriz roja.

Frunció el ceño mientras miraba a Castiel, pero luego su rostro se iluminó.

-¿Castiel?- Preguntó ella, con voz temblorosa.

Castiel miró a Dean, sin saber qué decir. Su novio también lo miro, luciendo sorprendido.

-S...Sí-

Ella lo miro fijamente, cubriéndose la boca con la mano, y Castiel estaba completamente seguro de haber visto lágrimas en sus ojos. Luego su mirada se volvió hacia Dean, y su expresión cambió por completo. Ella ya no estaba sonriendo, y miró a Dean con ojos fríos.

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-¿Quién eres tú?-

-Yo soy...- Dean estaba mirando a Castiel, no muy seguro de qué decir. No eran estúpidos, sabían muy bien que no todo el mundo era amigable con los homosexuales.

-Él es mi novio- dijo Castiel, tomando la mano de Dean una vez más.

Dean sonrió tímidamente, antes de extender su otra mano -Soy Dean-.

Kelly dudo un poco, pero luego extendió la mano también y estrecho la que Dean le estaba ofreciendo.

-¿Quieren pasar?- Preguntó, haciendo espacio para que ambos pudieran entrar a la casa.

Ambos le agradecieron antes de entrar, en ningún momento Dean soltó la mano de Castiel.

La casa era hermosa, con una variedad de colores e imágenes de Kelly y su hijo, pero en ninguna fotografía aparecía el padre del pequeño.

Ella los guió a la sala de estar y se sentaron en el sofá.

Dean intentó poner distancia entre ellos porque era obvio que a ella no le gustaba, por la razón que sea, pero Castiel no aceptó eso y sentó lo más cerca posible de Dean. Tan cerca que por un momento, Dean pensó que Castiel iba a sentarse en su regazo. Como era de esperar, Kelly no estaba contenta con eso, y los miro a ambos con ojos enojados mientras apretaba los puños sobre su regazo.

Inesperadamente tú │DestielWhere stories live. Discover now