Capitulo III: "Buscando una razón lejos de casa"

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[KAROL]

Llegué al mundo un 9 de noviembre en la Ciudad de México, mi mamá siempre me contaba que ese día llovía a cántaros y en el momento en el que nací, mágicamente el agua se detuvo, las nubes, como algodones,comenzaron a disiparse y el sol por fin, se hizo presente. Mamá estaba convencida de que yo traía suerte y de que había una fuerza muy especial dentro de mí. Sinceramente, creo que estaba equivocada;la vida no ha sido precisamente bondadosa conmigo.

Desde que tengo uso de razón, siempre fuimos mamá y yo, nadie más.Recuerdo estar sentada todo el tiempo en un rincón de la cocina de aquel pequeño restaurante en donde mi madre, una mujer pequeña y delgada, pero de carácter determinante, trabajadora y honrada,trabajaba como mesera; pasábamos ahí casi todo el día, la paga era poca, así que mi madre tenía que cubrir varios turnos para que pudiéramos cubrir los gastos básicos. Era un trabajo realmente pesado y agotador.

Recuerdo mi cumpleaños número 7, aquel día en el que, sorpresivamente, todo cambió,

Estábamos,como siempre, en el restaurante, ya era tarde y habíamos cerrado. Mi madre me había preparado un delicioso pastel de chocolate, ella estaba en la cocina y yo esperando ansiosa mi sorpresa en la barra con un hermoso vestido amarillo, con dibujos de cerezas en la solapa,y un bello encaje alrededor de toda la falda.

-¿Estás lista para ver tu pastel Karol? - me gritó desde lejos.

-¡Sí mami, lista! - respondí emocionada.

De repente, hubo un eterno silencio sepulcral, y al segundo siguiente un estruendoso ruido de ollas y cazuelas cayendo al piso, hizo que me levantara y corriera hacia donde estaba mi madre.

Y ahí estaba, tirada en el piso, boca abajo, rodeada de trastes; no se movía. Vencí mi miedo y me arrodillé junto a ella y ahí me quedé durante toda la noche, despidiéndome de ella, de sus mimos, de sus consejos, de sus historias...

Él resto de mi niñez la viví en múltiples horfanatos, hasta que cumplí los 18 años y me fui a vivir sola. No fue un comienzo fácil,tuve trabajos ocasionales, vivía donde podía, comía lo que fuera y, aún así, no conseguía establecerme, así que decidí cambiar mi rumbo y comenzar a escribir mi historia en otras tierras, y no se porque, pero mi brújula me llevó hasta Buenos Aires.

Sin conocer a nadie, comencé a tejer poco a poco mi futuro, comencé a trabajar en una Agencia Publicitaria como asistente del departamento de Fotografía, ahí conocí a mi mejor amiga, Gina, quien me ayudó muchísimo para poder comenzar a vivir por primera vez, o eso creí,porque aún no sabía lo que me tenía preparado el destino, quien aquel lunes me avisó que, mi verdadera historia, estaba por comenzar.

"Un café para dos" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora