12. Go to another party and hang myself.

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Alex intentó dar con Graham durante todo el día pero fue inútil. Advirtió a Dave, que le juró que avisaría a todos sus contactos. Si alguien veía a Graham, se lo dejarían saber.

A medida que la noche caía, Alex se reprochaba no haber salido tras él en el mismísimo momento en que, desencajado, había abandonado la sala para perderse con rumbo incierto.

No dudaba que estaría espantosamente borracho en algún sitio, regalando los últimos jirones de su muy maltrecha dignidad. Era un cuadro bastante previsible para cualquiera que conociese a Graham pero aún así había mucho que temer. Podía meterse en problemas, beber hasta extremos peligrosos sin tener a nadie cerca para ayudarlo. Podía ser embestido por algún auto mientras vagaba alcoholizado por las calles. Las posibilidades eran tantas y tan temibles que Alex se tomó la cabeza entre las manos.

Había recorrido sin éxito todos los sitios que Graham solía frecuentar en Camden. Pero había muchos más cuya existencia ignoraba. Él apenas salía del Groucho Club (1), su segundo hogar, y estaba muy lejos de los sucios sótanos a los que Graham se había aficionado. Pero Alex no era de los que esperan de brazos cruzados. Y aún si lo fuere, no podía permitírselo. Los peligros que acechaban allí afuera a alguien como Graham eran tantos y tan serios que decidió salir a buscarlo. Esta vez, por los sitios que no conocía. Sin ninguna pista y sólo armado de su férrea voluntad, recorrería antro por antro de Camden, hasta dar con él. Y así lo hizo.

Avanzaba la madrugada y había perdido la cuenta de cuántos bares y tugurios había visitado. Llegó hasta un sótano cuya reputación había sido alabada por un grupo de patéticos borrachos congregados en una oscura esquina. Alex no era un inocente pero esa gente le daba escalofríos. Recordaba un pensamiento que según creía era de Chesterton y que el mismo Graham le había dicho una vez. Los seres humanos no toleran lo incompleto. Por eso los muertos y los fantasmas son dos de nuestros máximos terrores. Los cadáveres, cuerpos sin alma. Y los espectros, ánimas sin un cuerpo que las sustente. Así eran los hombres que habían hablado con él. Cadáveres parlantes, meros cuerpos carentes de alma. Se preguntó si Graham devendría en uno de ellos o peor aún...en un fantasma. El terror le hizo un nudo en el estómago y supuso que Chesterton debía tener razón.

Tratando de sobreponerse, se abrió paso hasta el lugar. El sitio apestaba. También la concurrencia. El humo reinante formaba una espesa niebla que le irritaba los ojos y nublaba su visión. De repente, en un rincón y a sólo unos metros, le pareció ver un bulto. Avanzó hasta el. Era Graham, inconciente, tendido en el suelo, "como un felpudo humano", tal como lo había descrito Damon toda vez que lo había hallado en similar situación (2). "Felpudo humano...el que tú convertiste en tu felpudo", pensó con rabia, como si Damon pudiese oírle.

Se apresuró hasta llegar a él. No tuvo caso llamarlo ni zamarrearlo. "Un día esto acabará muy mal", pensó. Tenía que sacarlo de allí. Pasó sus manos bajo sus rodillas y alrededor de sus hombros y lo tomó en sus brazos, notando que era un peso muerto.

Un alma piadosa y algo menos ebria que el resto apoyó la cabeza de Graham sobre el hombro de Alex y acomodó sus brazos para evitar que colgasen en el aire dificultando el traslado. Alex agradeció con la cabeza y pidió su ayuda para conseguir un taxi. Por fortuna, el hombre conservaba la lucidez suficiente para entender.

Entre los dos se abrieron paso y salieron de allí. Alex se preguntaba si debería llevarlo directo al hospital pues Graham no había respondido a ningún estímulo. Miró su rostro, siempre pálido y hermoso, negándose a pensar que tras esa expresión apacible de niño dormido podía esconderse un coma alcohólico. Lo observó devota y dolorosamente a la espera interminable de que un taxi pasara por allí. "Maldita sea, por qué haces esto", pensaba, aunque conocía la respuesta. Instintivamente, le dio un largo beso en la frente. Despegó sus labios con lentitud y vio cómo Graham, sin abrir los ojos, respondía al contacto restregando la mejilla sobre el hombro en que reposaba.

El alma volvió a habitar el cuerpo de Alex.

(1) El Groucho Club existe y es de hecho un lugar bastante exclusivo (para formar parte de él se requiere membresía que se obtiene en base a la postulación hecha por otros miembros). Alex era asiduo visitante y solía mencionar el lugar con frecuencia.

(2) "Solía ir a muchas fiestas y cuando llegaba, Graham yacía en el suelo como un felpudo humano". Así describió Damon Albarn el estado en que solía encontrar a Graham en las noches de Londres, a instancias de su alcoholismo.

El OtroWhere stories live. Discover now