18. I don't know if I'm losing you.

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Promediaba noviembre. El frío comenzaba a instalarse algo tardíamente pero eso no había sido impedimento para una tarde espléndida en el aeródromo. Era un día especial que merecía celebrarse. Dave había obtenido su licencia de piloto. Hacia tiempo venía afanándose en ello. Y aunque las giras siempre fueron un obstáculo para sumar horas de vuelo, jamás había perdido el foco. Como recompensa a su empeño, el flamante nuevo piloto celebraba ahora junto a su compañera, varios amigos y desde luego, sus cuasi hermanos Alex y Graham. El tercer hermano no carnal continuaba en Islandia. Ni siquiera estaba al tanto del evento.

La parte más excitante llegó cuando Dave, feliz propietario de un aeroplano (1), voló llevando por tandas a toda la concurrencia. Nadie ignoraba qué se sentía subir a un avión y de hecho más de uno estaba hastiado de hacerlo. Pero este viaje sabía diferente. Disfrutaron tanto que nadie notó las ausencias y alguno, secretamente, hasta las celebró.

Alex y Graham volvieron a casa entusiasmados como niños. Se deshicieron de sus abrigos y mientras Graham comenzaba a preparar café, Alex dejó correr los mensajes del contestador. El segundo sorprendió a ambos.

"Hola, Graham. Sé que estás allí", se escuchó la voz de Damon. Pausada y profunda, invariablemente capaz de paralizar a Graham. "Gra...sé que debimos conversar antes pero...las cosas no han sido fáciles tampoco para mí. Hay mucho, mucho que debes saber. Hay a tu nombre un pasaje a Reikiavik. Úsalo por favor, Graham. Ven conmigo. Este lugar es...es simplemente bellísimo. Para que sea perfecto sólo faltas tú. De verdad te extraño, cariño. Y te espero. Te juro que todo se arreglará. Ven Graham, por favor".

Ninguno fue capaz de articular palabra. Sin perder tiempo y mientras todavía resonaba la voz de Damon, Alex se acercó. Deseaba ver la reacción de Graham, petrificado en la cocina, la mirada triste perdida en el fondo de las tazas. Su rostro delataba muy poco y Alex hubiese dado cuanto tenía por ser capaz de leer sus pensamientos. En cuanto a los de él...los de él estaban tan llenos de ira y frustración que sólo pudo cerrar sus puños hasta clavar las uñas en sus palmas. "Después de abandonarlo y humillarlo...después de todo este tiempo sin siquiera interesarse por él...o intentar disculparse, aparece dejando un mensaje con su mejor voz de línea erótica...", pensaba rabioso.

-Gra...- atinó a decir acercándose un poco más.

-¿Qué?

-Ese mensaje era para ti. ¿No lo oíste?

Graham se volteó casi a punto de llorar. Alex se apresuró.

-Gra, si realmente quieres ir...

Negó tímidamente con la cabeza. Alex lo tomó por los hombros.

-Gra...el tiempo que has estado aquí conmigo no será un problema entre Damon y yo. Es un asunto nuestro. Eres mi amigo...mi mejor amigo...y no iba a dejarte...como él te dejó- se arrepintió de inmediato. No quería decir lo último, no quería sacar partido del dolor de Graham pero no pudo evitarlo. Prosiguió.

-Pero si ahora te apetece arreglar las cosas con él, yo no voy a juzgarte ni a entrometerme. Lo que tú decidas estará bien...

Pero Graham comenzó a sollozar y corrió a su cuarto. Alex lo siguió. Se sentó a su lado, al pie de la cama, acariciando su hombro de un modo reconfortante.

-Lo siento, Gra. No tengo derecho a entrometerme- dijo estampando un beso suave en su cabello.

Graham lo miró de lleno. Con la voz apagada pero un tono firme, dijo.

-No, Alex. Si alguien tiene derecho, ese eres tú.

Y tras un breve silencio, agregó.

-Si me quisiera allí, me hubiese llevado al partir- dijo secándose una lágrima que escapaba por el rabillo del ojo- Y no ahora...ahora que Justine le ha dejado saber que no malgastará su vida en Islandia.

-No...no lo sabía- dijo Alex confuso. "No sabía que te interesabas por sus asuntos", reflexionó.

-Tenemos amigos en común, Alex...De alguna forma supo que estaba aquí.

Graham aún se interesaba y hasta se ocupaba por lo que Damon hacía. Incluso sufría por ello. Silenciosamente, pues jamás había dicho una sola palabra.

"Tengo que aceptarlo" se dijo Alex. "Diga lo que diga, no hay día en que no piense en él". Tomó aire para lo que iba a decir.

-Graham, tú sabes que esta es tu casa. También sabes que tienes mi apoyo para lo que sea que decidas. Y si tu felicidad está en Reikiavik, sin importar lo que yo...- "sienta" pensó, pero se corrigió de inmediato- sin importar lo que piense al respecto...yo mismo...yo mismo te llevaría allá de ser necesario.

Graham levantó la cabeza y lo miró. Echó los brazos a su cuello.

-¡Alex!

Alex respondió el abrazo.

-¿Quieres...quieres ir?- balbuceó rogando por una negativa.

-No, no quiero. Pero te agradezco, Alex.

Graham seguía aferrado a su cuello, la mejilla contra su hombro. De repente dijo.

-¿Por qué eres tan bueno, Alex? ¿Por qué eres tan bueno conmigo?

La pregunta sorprendió a Alex que súbitamente supo que el momento había llegado. Redobló la fuerza de su abrazo, estrechando a Graham contra sí. Una mano firme sobre la espalda y la otra sobre la nuca, impidiendo que se volviese y lo mirara. Sabía que no podría hablar con su mirada clavada en él. Tomó coraje por última vez.

-Soy así...soy así porque te amo, Graham. Te amo desde el momento en que te vi.

Se hizo un silencio eterno. Graham permanecía inmóvil y Alex lo estrechó hasta casi estrujarlo contra él. Pudo sentir los latidos acelerados, casi saliéndose del pecho de Graham.

-He pensado mucho, Graham...y sé que me quieres...bueno, tal vez no como...como a algún otro amor, pero me quieres.

Graham agradeció que haya tenido la elegancia de no nombrar a Damon.

-Te quiero mucho, Alex- se oyó.

-Y en este tiempo que llevamos aquí, juntos...he notado que tal vez podría llegar a hacerte feliz...

-Lo haces de hecho, Alex.

-Por eso Graham...por eso he pensado que tal vez podríamos...intentarlo...juntos. Podríamos...darnos una oportunidad.

Libre ya de su carga inmensa y añeja, Alex comenzó a deshacer el abrazo que casi inmovilizaba a Graham.

Se vieron a los ojos. La mirada de Alex estaba algo vidriosa. Graham quiso hablar pero él plantó los pulgares sobre sus labios, imponiéndole silencio.

-No respondas ahora, por favor. Sería injusto...sería aprovecharse de la situación, de lo mal que te has sentido recién...y no quiero eso. Sólo piénsalo. Nada de lo que decidas dañará nuestra amistad.

Dejó un beso en su frente y abandonó la habitación.

(1) En la vida real, Dave tiene en efecto licencia de piloto y es propietario de un aeroplano. Alex también pilotea.


El OtroWhere stories live. Discover now