Capitulo 11

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Después de una noche miserable, Min buscó a tientas sus gafas y se dio cuenta que había perdido en algún momento durante su visita a la habitación de Kyuhyun. Gimiendo, se sentó en su tocador y se cubrió el rostro con las manos.

Un impulso estúpido... pensó con voz sorda....Un momento de locura... Nunca debería haber cedido a eso... No había nadie a quien culpar más que a sí mismo.... Que notable municiones que había dado a Kyuhyun y Él lo torturara con esto... Él aprovechaba cualquier oportunidad para humillarla y lo sabía muy bien, no lo dudaba.

El mal humor de Min no fue ayudado por la aparición de los Dodgers, que salió de la caja de zapato debajo de su cama. El hurón empujó la tapa abierta, con la cabeza, chasqueó la lengua en señal de un alegre saludo y luego tiró del zapato de la caja.

El cielo sabía dónde tenía la intención de llevarlo.

—¡No, Dodgers! —dijo con cansancio, apoyo la cabeza en sus brazos mientras el lo observaba.

Todo estaba borroso. Necesitaba gafas. Y era muy difícil ir en busca de algo cuando no podía ver más de dos pies por delante de su cara. Por otra parte, si una de las empleadas encontraba en la habitación de Kyuhyun los anteojos... Que Dios la ayude,...en su Sungmin, todo el mundo se enteraría. Dodgers abandono el zapato, trotó hacia el y sintió su fuerte, largo y delgado cuerpo trepando hasta su rodilla. Estaba temblando, Ryeowook le había dicho que era normal para los hurones. Un hurón tenia temperatura baja cuando dormía y temblando era su manera de calentamiento al despertar. Sungmin se inclinó para acariciarlo. Cuando él trató de subirse a su regazo, sin embargo, el lo empujo.

—No me siento bien, —le dijo al hurón lamentándose, aunque no había nada malo con ella físicamente. Parloteando de molestia por su rechazo, Dodgers se volvió y se deslizo por la habitación. Sungmin seguirá cavilando con su cabeza sobre la mesa, sintiéndose muy triste y avergonzada como para moverse. Se había dormido hasta entrada la mañana. Podía oír los sonidos de pisadas y la conversación ahogada procedente de las plantas más bajas.

¿Así que Kyuhyun había bajado a desayunar?

El no podía mirarlo a la cara.

Su mente volvió a los minutos juntos de la noche anterior. Una oleada fresca de lamentos y deseo la atravesó al pensar en la manera que él la había besado, la sensación de su boca en los lugares íntimos de su cuerpo...

Oyó el hurón volver a la habitación de nuevo, riendo y saltando como lo hizo cuando estaba especialmente contento por algo.

—Vete, Dodgers—dijo con voz sorda.

Pero él insistió, llegando a su lado y saltando cada vez más alto con su cuerpo como cilindro largo. Echando un vistazo, Sungmin vio que sujetaba algo con cuidado entre sus dientes frontales. Parpadeó. Poco a poco, se agachó y tomó el objeto.

Mis Anteojos. Increíble... un pequeño gesto de amabilidad puede hacer que uno se sienta mejor.

—Gracias —susurró el, con lágrimas en sus ojos mientras le acariciaba la cabecita. —Yo te amo, te comadreja asquerosa.

Escalando a su regazo, Dodgers se volteo al revés y suspiró. Sungmin se vistió con esmero, poniendo horquillas extra en el pelo, se apretó el traje gris un poco más fuerte de lo habitual, incluso de doble nudo de los cordones de sus botines estaban sensiblemente más apretados. Como si el pudiera contenerse al no querer dejar cabos sueltos. Ni siquiera los pensamientos.

Al entrar en la sala de desayunos, vio a Heechul en la mesa. El estaba dando de comer al bebé Luhan tostadas, el pequeño estaba todo pegajoso y baboso.

—Buenos días. —murmuró Min y fue a servir una taza de té para desayunar. —Pobre Luhan... lo oí llorar en la noche. ¿No le ha salido todavía el nuevo diente?

Casados Por La Mañana [KyuMin] Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora