Día 125

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El primer día en la marina fue horroroso, me puse aquel traje blanco y azul con un sombrero marinero dejándome la coleta suelta, seguía empeñada en que se dieran cuenta de que era una mujer. Por la mañana temprano nos reunieron a todos para hacer una serie de ejercicios que servían de entrenamiento. La prueba acuática era muy dura, hacíamos varias millas a nado para luego volver lo más rápido posible, eso sí, siempre con los chiflidos de un superior soltando maldiciones cada vez que descansábamos. La carrera no fue menos difícil, quedaba la última en todas las pruebas y mis compañeros se reían de mí. La única que se me daba mejor era la de atar nudos, haberme enrolado con piratas me dio ciertas ventajas en ese sentido. Después de toda la mañana de ejercicios y pruebas estaba agotada. Cuando llegó la hora de comer me senté en una mesa sola, era obvio que nadie se quería sentar con la chica mimada que había entrado a la marina gracias a su amigo ex almirante.

La comida estaba asquerosa, pero ya me había acostumbrado a eso hace tiempo. Después de comer llego la hora de entrenar con la espada. Me toco luchar contra un chico llamado Alexander White. Era un joven moreno, bastante repeinado, sus ojos reflejaban confianza, la mirada me recordaba a todos los que me habían hecho daño todos esos meses atrás.

—Tú eres la que fue recomendada por un almirante ¿No? —dijo con aires de superioridad.

—Si —le respondí.

Los chicos que estaban alrededor nuestra no paraban de animarle.

— ¡Vamos Alex, machácala! ¡Demuéstrale quien manda!

Alex escupió al suelo.

— ¿Te han pagado tus papis la carta de recomendación?

Desenfunde la espada de madera.

— ¿Quieres comprobarlo? —le respondí.

¡Empezad! —Dijo el teniente segundo.

Alex me atacó de frente, demasiado confiado, subestimando mi habilidad para esquivarlo. Di un pequeño giro sobre mí misma y le asesté un golpe en el costado.

— ¡Solo ha sido suerte Alex! —dijo un amigo suyo.

Volvimos a nuestra posición, Alex se tranquilizó respirando hondo para concentrarse. Esta vez se le veía mucho más atento. Nos devolvíamos golpes y los bloqueábamos, en uno de esos intercambios me despiste dejando que me diera un estoque en la barriga.

—Uno a uno —dijo el teniente segundo.

La pelea estaba muy igualada, cuando llegamos al tres a tres el teniente paró la pelea.

—Vale, esto es un empate, los siguientes.

Alex volvió a su grupo de amigos, no dejaba de mirarme de reojo ya que había herido su orgullo. Me he dejado empatar les decía a sus amigos.

El siguiente combate le tocó a uno de los amigos de Alex llamado James, contra otro chico debilucho y con gafas llamado Tom, el combate empezó. el primer golpe le dio a Tom en toda la frente.

—Uno a cero.

Todos se reían de él, acabo recibiendo la mayoría de los golpes, el pobre estaba lleno de moratones.

—Tres a cero.

Estábamos casi todo el día entrenando para ser buenos marineros, limpiábamos las instalaciones, comíamos y luego dormíamos.

Llegó la hora de cenar, la comida tenía un aspecto asqueroso más que la de los piratas. Cuando le di un bocado a mi comida noté un fuerte olor seguido de un sabor picante, la boca me quemaba, si bebía agua me quemaba aún más, me levanté y la escupí en la papelera.

Entre PiratasWhere stories live. Discover now