Día 106

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<< ¿Cuándo conoció a ese grupo de piratas?>>

Rondaba mediados de agosto. Servía copas en el burdel de Nassau, era una ciudad dominada por los piratas, algunos marines vivían allí ignorando sus fechorías debido a que traían cargamentos de provisiones para vender.

Era difícil trabajar, los borrachos y aprovechados abundaban el lugar y no me dejaban en paz.

En una ocasión, me encontré en el bar del burdel con un sargento llamado Garry Brown, era un borracho y estaba casi siempre sobrepasándose con las rameras, pero nadie le decía nada al ser un sargento. Yo, era la encargada de recoger el dinero que les daban los hombres a las rameras por sus servicios, al sargento le pedía más dinero para quedarme con el resto.

Era un hombre bastante repulsivo y se creía el rey de todo, pero un día le dieron una lección.

Fui a servirle una copa, como siempre estaba rodeado de rameras eligiendo quien sería la elegida para esa noche, le serví la copa, me gire para volver a la cocina y él me dio una palmada en el trasero, quería estamparle la copa en la cabeza, pero la dueña del burdel vio mis intenciones y me hecho una mirada asesina.

— ¿Por qué no trabajas de ramera? Te elegiría todas las noches —me dijo.

Miré de nuevo a la dueña que me negaba con la cabeza. Así que, respiré hondo y me retiré. Lo que más me molestaba era que nadie le decía nada.

Después de que aquel hombre llevara ya unas cuantas copas, ella, apareció por la puerta. Era una mujer joven, con un sombrero que la hacía parecer misteriosa y dura a la vez. Los clientes murmuraban y le apartaban la mirada.

La mujer se acercó lentamente a la barra caminando como un rudo herrero, pero sin perder su feminidad.

—Una de ron —le dijo al barman.

El sargento se dio cuenta de su presencia, y como era costumbre la ultrajó.

— ¡Eh! pelirroja, ¿tienes ese color en todos los pelos de tu cuerpo? —dijo con una falsa risa forzada.

Nadie le río la gracia, y ella tampoco le hizo el más mínimo caso.

Un cliente que estaba sentado en la mesa de al lado le aconsejo que no era buena idea meterse con ella.

—Garry, es pirata —le dijo en voz baja.

El sargento con un alarde de valentía y ego se siguió burlando.

—Oh una mujer pirata, tengo miedo.

Esta vez sí llamó su atención. Se le acercó con toda la tranquilidad del mundo se posó delante de él mirando fijamente y escupiéndole en los zapatos.

Garry se levantó plantándole cara, pero ella con un ligero movimiento le agarró de las joyas de la corona y tiro de ellas hacia arriba.

— ¿Tienes algún problema con que sea mujer? —dijo con una voz suave, pero intimidante.

—No —le respondió con la voz cortada.

Con la otra mano sacó una pistola de su chaqueta les apuntó a sus partes bajas a quemarropa.

—Menos mal que no tienes ningún problema, puedo convertirte en una mujer ¿Quieres ser una mujer?

Este negó con la cabeza.

Soltó al sargento, lo que hizo que saliera corriendo mientras que la mujer ocupaba su asiento.

<< Aquella mujer era la pirata Anne Bonny ¿verdad? >>

En persona, pero Garry no lo sabía, ni siquiera conocía a su capitán. Por qué horas más tarde el sargento se presentó en el burdel con un pelotón de cinco hombres.

Entre PiratasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant