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Nunca antes me había sentido amenazado por nadie en cuanto al amor, ni mucho menos había sentido este furor recorriendo por mis venas a tal velocidad que me quema. Mis músculos están tensos y mis puños se mantienen cerrados y firmes a cada lado de mi cuerpo con deseos de golpear al maldito que está en frente de mí ahora.

El hombre con el que Juvia está intentando olvidarme es igual de alto que yo; tiene confianza en sí mismo, porque en vez de sorprenderse o retroceder después de escuchar mis palabras, lo que hizo fue adquirir una postura defensiva acercándose a mí levantando la barbilla.

Ahora mismo nos miramos con hostilidad a los ojos retando al otro a dar un primer golpe. He estado en varias situaciones como esta, y sé que si uno de los dos no retrocede, las cosas podrían terminar muy mal; pero como yo estoy deseando descargar toda mi mierda en él, para mí entonces las cosas terminarían MUY BIEN.

No estoy dispuesto a retroceder, y en cambio me acerco más, esperando..., deseando que me ponga un dedo encima y...

—¿Gray? —Es la repentina voz dulce de Juvia soltando un jadeo de asombro.

Automáticamente dejo de mirar a la mierda para enfocar mi vista en ella, pero si acaso alcanzo a verle el rostro en unas pocas fracciones de segundos, porque el tipo se interpone delante suyo tomándole el rostro con las manos para darle un beso en los labios. Sin preguntar, sin decir una sola palabra, él junta sus bocas como si los labios de mi exchica fueran suyos.

Y ella no se aparta. Se sorprende, pero no se aparta.

No es un beso suave, tampoco es un baile de lenguas; es uno firme, territorial y constante como si ya estuvieran acostumbrados a ello.

Aprieto los dientes con todas mis fuerzas obligándome a verlo todo mientras me recuerdo a mí mismo una y otra vez que merezco esto. Maldita sea, hasta me merecería que empezaran a follar en frente de mí. Mis ojos arden mientras bajo la mirada por el cuerpo de ella, descubriendo que lleva un vestido blanco parecido a como la estaba soñando mientras iba en el auto.

Una sonrisa se forma en mis labios mientras niego la cabeza sin podermelo creer.

Ellos tienen una cita, una que probablemente es tal cual y como yo la estaba deseando conmigo hace unos minutos atrás porque me merezco que estas cosas me pasen y me recuerden lo imbécil que fui al equivocarme cuando estuve con ella.

Disfruta el Karma.

De repente Juvia se separa de él y me mira de inmediato con el mismo asombro que antes, como si no le acabaran de succionar la boca ni tuviera a nadie tomándole su mano. El beso bien pudo haber durado cinco segundos o cinco años, igual siento que podría derrumbarme aquí mismo por el inmenso dolor acumulándose en mi pecho.

Doy varios pasos hacia atrás cuando ella intenta acercarse a mí separándose de su novio.

—¿Qué haces... ? ¿Qué haces aquí?

No logro descifrar si me habla con el mismo desprecio de aquella noche, ni siquiera me fijo en sus facciones, porque mis ojos se niegan a dejar de ver esos labios en forma de corazón que nunca más tendré la oportunidad de probar porque nunca han sido míos, y ahora son de alguien más.

—¿Gray?

Me aclaro la garganta bajando la mirada al piso para tomar aliento.

—Lamento interrumpir —le digo viéndola por un instante—. La noche que hablabas con Lucy ella no te había contestado no porque estuviera enojada contigo; no lo había hecho porque ella también vino a Londres conmigo y a esa hora estaba en la cama. Ahora está en el hospital Brigham and Women's, cuarto piso, lleva tres días ahí y no está bien emocionalmente; en unos días más ella y Natsu se devolverán a casa.

One more time [Parte II] ©Where stories live. Discover now