U N O

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Las velas de un color carbón alumbraban lo suficiente como para poder observar el gran comedor de arriba a abajo, de derecha a izquierda. Los muebles, barnizados y de un color madera vieja, hacían que la sala tomase el ambiente de hace años, cómo si del siglo XVIII se tratase. 

En la mitad de la sala se encontraba la gran mesa; la llamaban así por su longitud de punta a punta. Aunque solo estaba formada por 30 asientos, la mesa era capaz de juntar a 50 tranquilamente, y aun así, seguiría sobrando espacio. Estaba cubierta de un gran mantel rojo; ese rojo sangre que tanto satisfacía a los seres de la noche. La cubertería desprendía la misma sensación de antigüedad que la sala misma. Era elegante; sencilla pero elegante, al igual que todo el gran castillo. 

Como todas las noches, los tres pálidos pero de rasgos perfectos, vampiros, se encontraban reunidos en el gran y elegante comedor. Como no, saboreando un vino color escarlata que brillaba como si de la luna llena se tratase. Lo que nadie sabía era la verdadera composición de la bebida de las tres copas reales. 

Sentados se encontraban 3 de nuestros grandes protagonistas de esta historia. Una historia de la que ninguno de nuestros personajes se esperan tantas emociones. Os diría que empecemos por el más alto, pero realmente nadie sabe quién lo es, puesto que ninguno está para alardear de su estatura. 

En una de las puntas de la gran mesa se encontraba Do KyungSoo; un hombre de pocas pero firmes palabras. Era un hombre que imponía, que te asustaría nada más mirarlo a los ojos y sus colmillos; siempre bien afilados. Su pelo negro, color carbón, era destacable en la sala tanto como en todo el reinado. Siempre había destacado por eso... Bueno, por eso y por su mal genio y tozudez.

Al otro extremo de la mesa estaba sentado, sosteniendo su copa de un manera un tanto elegante, Xiào LuHan. Era un hombre elegante, el más elegante del reino. Siempre iba bien peinado, con su traje color vino bien arreglado y ese atractivo en sus miradas. Muchos dirían que tiene cara de adolescente, que se mantiene bien para sus 423 años.

Y finalmente, sentado en la mitad de la mesa, con su mirada puesta fijamente en su plato, saboreando cada pieza de carne casi cruda, él. Kim MinSeok. El vampiro más apuesto entre todos los reinos, el de ojos más lindos y labios más perfectos.

─Me niego rotundamente ─decía KyungSoo limpiando su labios manchados de sangre─ no dejaré entrar a esos apestosos y mal educados perros al castillo.

MinSeok, qué estaba a la labor de la ofrenda, la defendió.

─Do KyungSoo, ¿algún día aprenderás a decidir después de escuchar? ─lanzó una pregunta al aire sin esperar una respuesta─ no sabes lo que no ofrecen, ni siquiera sabes por qué nos visitan.

─Es verdad, nunca hemos tenido contacto con esta manada ─defendió LuHan bebiendo un poco de su copa con un gran delicadeza.

─Por eso mismo ─remarcó el pelinegro.

Una vez más, KyungSoo no estaba de acuerdo con sus compañeros. Pero seamos sinceros, ¿cuándo sí?

Tres días atrás, el reinado Exodus, reinado por nuestros tres hermosos vampiros, recibió una carta. Una carta con olor a perro mojado, tal y como diría Kyungsoo. En la carta se podía observar bien la desesperación:

❝Alabados LuHan, MinSeok y Kyungsoo: Estamos en terribles problemas. Sé muy bien que nuestras razas no se llevan para nada bien, que no tenéis porqué escucharnos y que tampoco merecemos vuestra ayuda a pesar de todo. Pero os lo pido desde lo más profundo, por toda mi manada. Deseo encontrarme con vosotros, de aquí a tres anocheceres. No hace falta que os mováis, iré yo mismo. Por favor, os pido que no ataquéis, no venimos en busca de guerra. 

Moonlight blood [C H E N M I N ] © (pausada)Where stories live. Discover now