Capítulo 3

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Capítulo 3

La noche transcurrió normal, la pista estaba repleta de cuerpos sudorosos que se movían al ritmo de la música, Elizabeth sentada a un lado mío, aún sujetando mi mano. Todo iba de maravilla...

—¿Quieres bailar? —pregunta ella poniéndose de pie y tomando mi mano de un jalón para incorporarme.

—Claro ¿Por qué no? —salimos y nos atravesamos entre la gente, ella comienza a mover su cuerpo de arriba hacia abajo, moviendo las caderas en círculos. Era tan bella...

—Vamos ¿no piensas bailar? — su cuerpo se acerca al mío, la música cambia a un ritmo más lento. Sus brazos se entrelazan en mi cuello y yo la tomo por la cintura. Nuestros movimientos son tan perfectos y  coordinados, es como si sólo estuviésemos ella y yo.

Tener su cuerpo tan cerca del mío me provocaba un ardor insaciable. Ésa llama que está oculta dentro de mí se enciende cuando ella toca mi cuerpo.

—¿Puedo preguntarte algo? — la miro directamente a los ojos y ella me mira a mí.

—Claro, ¿qué pasa? —su voz suena suave y despreocupada. Agarro aire y formulo la pregunta en mi cabeza.

—¿El chico ése, Zac, y su hermana son primos tuyos? —Elizabeth baja la cabeza, creo que esa pregunta la incomodó. Me siento como un idiota por hacer esa pregunta — perdón, no quise incomodarte —ella aprieta mi mano y respira hondo.

—No pasa nada es sólo que lo detesto tanto, desde que supe que él era mi familia hace tres meses toda mi vida ha cambiado y se ha convertido en una mierda, ya no es como antes —su voz suena ronca y me doy cuenta de que lágrimas empiezan a caer, soy un idiota.

—Lo siento, no debí preguntarte esto —me siento tan avergonzado y tan tonto. Sus manos sueltan las mías y de su bolso saca una toalla para limpiarse las  lágrimas.

—No pasa nada, en verdad, me hizo bien hablar de esto —se le pinta una sonrisa en la cara y por un momento alivia lo mal que me siento, salimos de la pista y tomamos asiento.

Ella comienza a hablarme de todo lo que quiere hacer saliendo de la universidad, de sus sueños y, por un momento puedo observar que se ríe de lo que ella misma dice.

—Tú qué pretendes hacer después de que termines de estudiar la universidad —esa pregunta me sacó de mis pensamientos, realmente aún no sé qué quiero hacer después de que acabe. Honestamente no tengo planeado nada, dejaré que todo pase como tenga que pasar —una carcajada suena en el silencio. Veo que ella no esperaba esa respuesta y yo tampoco, seguimos conversando durante un buen tiempo.

—Ya es tarde, creo que es hora de irnos —miro el reloj y efectivamente, sólo faltaban 10 minutos para la media noche. Nos pusimos de pie y comenzamos a pasar entre las personas que aún seguían bailando.

El aire apestaba alcohol y cigarro, ya estando afuera el aire era frío, quizá más de lo normal estando en plena primavera. El cuerpo de Elizabeth temblaba y torpemente había dejado la chaqueta en el auto

—¿Hace bastante frío o sólo soy yo? — pregunta ella frotándose las manos en los brazos.

—Bastante —exclamo mientras abro la puerta del auto. Enciendo la calefacción y nos marchamos.

Las calles estaban solitarias, sólo se escuchaba el soplido del aire.

—Me divertí mucho —exclama ella tomando mi mano.

—Yo también, gracias por invitarme —aprieto su mano con fuerza y ella sonríe con una amplia sonrisa. Después de 20 minutos de camino podemos ver la casa color carmesí, aparco el auto justo al frente y me bajo para abrir la puerta a Elizabeth.

—Gracias otra vez, Nick— se pone de pie y sus labios se juntan con los míos. Nuevamente puedo sentir ese calor que me arde la piel, sus movimientos tan precisos, sus manos entrelazadas entre las mías y mi pulso aumentando con más frecuencia crean una perfecta armonía.

—Elizabeth, creí que seguías en la fiesta... —la voz de Zac se escucha a un lado del auto. No escuché cuando llegó.

—¿Qué carajos quieres aquí, Zac? No eres bienvenido en mi casa — jamás había visto tan exaltada a Elizabeth.

—Tranquilízate Lizzie, sólo me di una vuelta por aquí para ver si ya habías llegado —su voz suena tan calmada y relajada que me saca de órbita.

—Bien, ya lo comprobaste, ahora lárgate de una maldita vez — exclama ella dando unos cuantos pasos hacia él.

—Bien —pronuncia él antes de dar media vuelta y subirse en su Porche blanco que se encuentra estacionado detrás de mi auto. El motor suena y el auto comienza a alejarse.

—¡Joder, cómo detesto a ése cabrón! — mis ojos se abren como platos ante sus palabras, nunca había oído que ella dijera una grosería.

—Vaya, veo que te cae bastante mal — exclamo mientras la acompaño a la entrada.

—¿Que si me cae mal? detesto a ése cabrón —sin poder evitarlo se me escapa una risa. Su forma de pronunciar dicha palabra es tan distinta de las demás que he escuchado en ella que incluso parece sonar bien.

—Bueno, no sé qué es lo que haya pasado entre ustedes en el pasado pero si algún día lo quieres hablar aquí estoy, sólo llámame y aquí estaré — sus ojos llenos de furia se calmaban conforme yo pronunciaba la oración.

—Gracias, de verdad me divertí tanto hoy. Fue la mejor noche en mucho tiempo —sus ojos me miran y luego observan la chapa de la puerta—. Bien, Nick, te veré el lunes en la escuela — toma mi mano y se inclina para luego darme un pequeño beso en la mejilla.

—Yo también me divertí mucho, y sí, nos veremos el lunes. Ten buena noche —la puerta se abre de un crujir.

—Nick, sólo una cosa... — noto algo de nerviosismo en sus palabras.

—Dime, ¿ocurre algo?

—Por favor aléjate de Zac, él no es lo que parece —sus palabras me dejaron helado.

¿Qué quería decir ella con que Zac no es lo que parece?

Entra en la casa y la puerta se cierra, subo al auto y conduzco por toda la autopista Valley. 30 minutos después aparco el coche en el estacionamiento de la casa. Tomo la llave y la paso por el picaporte de la puerta, es la una de la mañana y ando agotado, subo las escaleras y entro a la habitación para desvestirme pero las palabras de Elizabeth aún resuenan en mi cabeza. ¿Qué quiso decir realmente? no entendía nada pero estaba muy agotado para tratar de descifrarlo. Fuese lo que fuese podría esperar hasta mañana.

Condenados: la llegada del malWhere stories live. Discover now