Capítulo 4

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El fin de semana se fue rápido y yo seguía sin entender las palabras que Elizabeth me había dicho el día de la fiesta. No entendía por qué ella lo odiaba tanto. Durante todo el camino al instituto me fui pensando en el qué podría tener de malo el güey que está en mi clase pero por más que tratara de buscarle algo, él era un chico cualquiera como yo.

— ¡Hey! ¿Te llevo? —la voz de Zac me saca de mis pensamientos y me  confunde con su repentina aparición, no escuché su auto.

—¡No, gracias! El instituto está cerca y prefiero caminar —Abigail sacó la cabeza por la ventana del copiloto.

—¡Anímate, Nick! No te vamos a morder ni mucho menos —su voz era tan aguda que me recordaba a la de Elizabeth. Elizabeth. Su linda sonrisa aparece en mis pensamientos y me contagio de su alegría hasta que escucho un carraspeo y vuelvo a la realidad, para mi sorpresa me encuentro con una sonrisa en mi rostro y dos expresiones confundidas por parte de los hermanos. Abigail me observa burlona después de unos segundos.

—Bien, pero sólo esta vez —no quería que pensaran que con esto nos volveremos amigos o algo por el estilo. Abro la puerta trasera de lado del conductor y me subo el Porche blanco que arranca apenas dando tiempo a sentarme.

Las palabras del viernes en la noche sonaban constantemente en mi cabeza como un molesto martilleo. Quería averiguar a toda costa más información acerca de estos dos chicos con los que comparto clases, pero no quería preguntarle a Lizzie, no ahora. Miro el camino y suelto un suspiro cuando las torres del instituto se miran próximas.

—¿Cómo la pasaste el viernes? —pregunta Zac a tono de burla.

—Bien, —no quería cruzar mucha palabra con él y no porque me cayera mal si no porque no le tenía confianza, pero aprovecharía este momento para saber desde cuándo sabe que es familiar de Elizabeth— ¿puedo preguntar algo? — quizá no sea la mejor manera de pedírselo pero no me andaré con rodeos.

—Si es acerca de cuándo descubrí que Lizzie era mi prima no tengo mucho que contar además de lo que ella te ha dicho ya, —sus palabras me dejaron helado, cómo carajo sabía él que estaba pensando en preguntar algo así— ¿y bien, sí era eso? —pregunta mirándome por el espejo retrovisor del auto. No sé qué responder, su contestación acertada me dejó sin palabras— tomaré tu silenció como un sí —añade mientras entra al estacionamiento, aparca unos cuantos metros de retirado de la entrada principal y se queda mirando al frente con una sonrisa.

—Gracias por traerme —exclamo mientras cierro la puerta.

—Nick, no tendrías por qué estar asombrado, es algo que ocurre a menudo, coincidencia quizá. Por otro lado, te recomiendo no meterte en estos asuntos —la voz de Zac resuena en mis oídos y por unos instantes me suena a amenaza. Me alejo velozmente y Taylor se interpone en mi camino, intento rodearlo pero su llamado me hace detenerme y volver sobre mi eje.

—¡Oye, Nicolás! —le escucho decir, ruedo los ojos al cielo y me le quedo mirando con un probable rostro de fastidio. Detesto que me llamen por mi nombre completo.

—¿Qué necesitas? —pregunto serio, mirando el reloj a cada segundo —y bien ¿qué carajos quieres? —insisto puesto que ya estaba molesto por lo que Zac me había dicho y la forma en que me lo había dicho y ahora llega este güey a hacerme perder el tiempo.

—Lo siento, Nicolás, si tienes apuro puedes marcharte, te cuento luego —algo en él se oía distinto pero no tenía tiempo de averiguar qué era, bastante tenía ya para ser las primeras horas del día.

—Sí, me cuentas después, y por cierto, llámame Nick —expreso más que estresado. Los ojos de Taylor se abren como platos, nunca le había pedido que dejara de llamarme Nicolás.

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⏰ Last updated: Jul 31, 2018 ⏰

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Condenados: la llegada del malWhere stories live. Discover now