Parte 1

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En Rusia, Yakov Feltsman se esforzaba en balde por ignorar el persistente timbre de su teléfono celular personal, ese que únicamente su esposa y sus allegados más cercanos conocían.

─Sólo contesta─ ordenó Lilia, igualmente enfadada, girando para acostarse dándole la espalda a su marido.

Refunfuñando, el hombre se masajeó el puente de la nariz con una mano mientras que con la otra tanteó la superficie de la mesita al lado de su cama, resistiendo el impulso de arrojarlo todo, hasta que recordó que guardó el dichoso aparato en un cajón luego de la quinta llamada que no quiso responder.

El orgulloso líder de la Bratva revisó la hora, comprobando que faltaban pocos minutos para las tres de la mañana y rechinó los dientes, plenamente consciente de que sólo una persona se atrevería a molestarlo a esa hora sin temor a las consecuencias.

─ ¡Hola, Yakov! ─ saludaron alegremente del otro lado de la línea─ ¿A qué no sabes qué?

─ Viktor, ¿Sabes qué horas son? ─ gruñó para no gritar y no irritar más a su mujer, que luchaba por conciliar el sueño a su lado.

─Yo pregunté primero─ le hizo notar su hijo adoptivo, sin perder ni un ápice de su buen humor.

─ ¿Qué demonios pasó ahora? ─preguntó de mala gana, siguiéndole la corriente muy a su pesar─ Si me estás llamando para decirme que compraste otro cachorro...

─ ¡No, no! Te prometo que esta vez no es nada de eso. Aunque Makkachin también está aquí, pero de momento no puede saludar...

─¡Vitya!

─Está bien─ consintió el otro, haciendo una pausa que Yakov estaba seguro era para aumentar la expectativa y que sólo lo hizo sentirse más fastidiado─ Así que, me escapé a Japón y...

─ ¿Qué tú qué? ─ lo interrumpió, alzando la voz e incorporándose- ¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando? ¡Eres el futuro líder de la Bratva! ¿Cuándo empezarás a comportarte como tal? Por eso no...

─ ¡Me secuestraron!

Yakov guardó silencio, cuestionándose si de verdad había oído bien. Para peor, de hecho pudo visualizar a Viktor dedicándole una de sus sonrisas características en forma de corazón, como si estuviera conversando acerca de alguna gracia que Makkachin hizo u otra trivialidad.

─Son un grupo de auténticos yakuzas─ prosiguió Viktor, emocionado─ ¡Tienen los tatuajes y todo! Una de ellos hasta puede usar una katana, aunque no me dejo verla cuando se lo pedí. Pero dejando eso de lado se han portado muy bien conmigo y Makkachin hasta tiene un nuevo amigo.

─Vitya...

─ ¿Y sabes qué más? Creo que estoy enamorado...

─ ¡Vitya!

─ Él es muy lindo, no me explico porque tiene que usar una máscara. Aunque probablemente esa es la razón por la que me trajeron aquí. ¿Sabías que él también se llama Yuuri? ¡Y es tan fuerte y hábil! ─ exclamó, completamente cautivado por el recuerdo─ Pudo abatir a tres hombres sin que nadie lo ayudara, y no le tomó ni medio minuto. ¡Qué va! Ni quince segundos. Te juro que al verlo pelear, el corazón me latía tan deprisa que pensé que iba a salírseme del pecho. O, como dicen en los mangas japoneses, no dejó de hacer "doki doki".

─ ¡Vitya!

─ Bueno, sólo quería avisarte que estaré lejos un par de semanas. No creo que vayan a pedir un rescate, pero si lo hacen por favor no lo pagues. Quisiera quedarme un tiempo más.

Yakuza, Mi amorWhere stories live. Discover now