Capítulo 26.

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Apenas Daniel colocó un pie dentro del cuarto, Alba exclamó de dolor. Literalmente se hizo una bolita en los brazos del joven.

—¿Alba? —él giró a verla, con la preocupación marcada en su rostro.

La frente de la gemela tenía gotas de sudor, sus mejillas estaban rojas, respiraba con suma dificultad y no dejaba de temblar, había estado presentando esos síntomas antes de llegar a la sala, pero Daniel no decía nada al respecto puesto que ya estaban en el lugar.

—¡No, no, no, no! —repitió al tiempo que se hincaba y sentaba a la gemela en el suelo, ella recargada en los brazos de Daniel —¡William, ven!

El susodicho estaba concentrado mirando lo que había del otro lado, hasta que escuchó a su amigo llamándole con preocupación, se giró y no esperaba ver esa escena. Corrió hacia ellos.

—¿Qué pasó? ¿Qué tiene? —preguntó cuando estaba a su lado, sin entender por qué Alba estaba casi inconsciente.

—¡No lo sé! Ella sólo dijo que... que dolía —respondió, pudo sentir sus manos temblando levemente.

William no respondió, sólo se apresuró a quitarle la venda de los ojos, dejando ver las grandes ojeras que se habían formado en ese corto tiempo, la gemela los mantenía cerrados, negándose a abrirlos.

—Está sudando, es mejor quitarle la
playera —dijo William.

—No puedo —replicó Daniel de inmediato —No haré eso.

—¿Por qué? —le interrogó William, confundido —Le dará fiebre.

—Es una mujer, no le quitaré la playera —insistió —No hasta que ella diga que si.

William, en cambio, respiró hondo, entendiendo la situación.

—Es por su salud —le recordó —Y no te preocupes —tomó la mochila y sacó su capa marrón —Ponle esto encima entonces.

—Ah... No me convence pero, bueno.

Daniel levantó un poco a Alba para que su amigo pudiera quitarle la ropa que la cubría.

—N-no... —la gemela apenas pudo negar con la cabeza, que también le dolía —No... quites —susurró.

—Tenemos que quitartela, estás sudando, no estás bien —le dijo Daniel.

—P-pero... No.

Haciendo caso omiso ante lo que decía, William pudo retirar la playera y cuando lo hizo, vio la razón por la cual no quería que la desvistieran.

Habían moretones en sus brazos, grandes moretones, su piel había perdido color, estaba demasiado pálida, se notaban sus venas azules.

Con sus débiles brazos, intentó cubrirse, pero las manchas oscuras eran grandes y sus manos no lograban taparlas.

—¿Por qué no nos dijiste antes de esto? —le preguntó William, en tono serio, mientras la cubría con la capa marrón.

—No quería... preocupar —apenas respondió.

—No la hagas hablar, apenas si puede respirar —le replicó Daniel.

—El que haya ocultado que las manchas crecían y aparecían más, habría ayudado a encontrar rápido este maldito lugar —le respondió, molesto.

Dejó la playera de lado y fue por la mochila en dónde recortó un trozo de tela café oscuro y vertió agua en él, exprimió quitando los excesos, para luego colocarlo sobre la frente de la gemela.

—No sé si su fiebre bajará, pero es lo que puedo hacer —susurró —Sólo debemos cruzar esa pequeña cabina y entremos dentro.

Sin decir nada más ayudó a Daniel a cargar a Alba, cuando levantó la vista se sorprendió de verla a ella frente a él, William no se movió.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Where stories live. Discover now