La hora de deporte ha sido la más rara de mi vida y una en las que más desconcentrada he estado en el día, y eso que he visto a mi hermano y sus amigos ir en ropa interior por la pista para molestar a Donovan. Camino con la bandeja de mi almuerzo hasta llegar a una de las mesas vacías donde Sebas y yo solemos comer, apenas me planto en el asiento cuando una chica usa el asiento enfrente mío. Frunzo el ceño, viéndola algo extrañada.
Nunca he sido de las chicas que tienen muchas amigas, a decir verdad, toda la vida hemos sido Sebs y yo. El haberme criado entre chicos tampoco ayudó mucho. Si las chicas querían ser mis amigas, siempre era para llegar a mis hermanos, yo nunca les interesaba, solo era un medio y por ingenua ni siquiera me percataba de las señales, como, por ejemplo, que eran mayores que yo; aparte claro de todo lo que pasé y de mi reconstrucción personal. Por esa razón, mi único amigo ha sido Sebastian. Y me alegro de que no sienta más que fraternidad hacia ellos, de lo contrario estaría más sola que la soledad.
—Hola —saluda con mucho entusiasmo.
—¿H-hola? —mi confusión clara en mi rostro y voz. No recuerdo haberla visto antes, algo que es muy curioso.
Así como yo soy invisible para algunos, otros se me hacen indiferentes a mí, a pesar de ser muy observadora. La verdad es que nunca había visto a esta chica antes. Es delgada y de una estatura promedio, pero más alta que yo. Lleva puesta una camiseta larga junto con unos jeans ajustados y su cabello castaño cae a cada lado de su cara. Lo que más llama mi atención es su gran sonrisa dirigida nada más y nada menos que a mí, pero a la vez, la forma en que sus ojos profundos y café viajan por toda mi figura.
—¿Por qué tan solita? —pregunta antes de darle un bocado a la manzana en su mano derecha.
—En realidad, espero a mi amigo —respondo, alzando una ceja aun confundida de su repentina aparición.
Ella se encoge de hombros, terminando de tragar el bocado que tiene antes de apoyar ambos brazos en la mesa e inclinarse en mi dirección llena de esa seguridad que la rodea desde que la vi sentarse.
—Soy Becca —me da una sonrisa de oreja a oreja—. Siempre me has llamado la atención.
—¿Aaah? —entreabro los labios, mi confusión es más grande—. ¿A qué te refieres?
Jace y yo compartimos la misma curiosidad. Sin embargo, en este preciso momento, yo la llamaría duda, ganas de saber qué es lo que está pasando. Nunca hablo con las chicas de mi escuela si no es por algún proyecto grupal y que una se acerque con esas palabras me parece extraño.
—¿Qué te digo? —se encoge de hombros, despreocupada—. Eres una chica linda, inteligente y, además, muy buena en los deportes. Es una mezcla muy poderosa, ¿sabes?
Mi boca se abre hasta casi tocar el suelo. ¿Cómo sabe lo de los deportes? En realidad, muy pocas personas lo saben y me tratan indiferente porque no saben mi apellido o simplemente creen que es algo sin importancia: una chica con un apellido repetido. En especial, porque al menos que me provoquen, yo no hago nada e intento no sobresalir y evitar a toda costa la mención de mi familia.
No me lo guardo y decido preguntar—: ¿Cómo sabes eso?
—No voy a mentir, tú me gustas —sentencia, sin una pizca de broma en ella. Mi ceño se frunce al máximo y mis manos caen inertes a cada lado de mi cuerpo, en sorpresa—. Seré sincera, soy lesbiana y tú me atraes mucho.
Realmente, no sé qué hacer o decir ahora. Los chicos no han parecido estar interesados en mí, por lo que mucho menos, una chica. ¿Qué se supone que se hace en estas situaciones? Supongo que Becca nota mi incomodidad en todo mi ser, pues su sonrisa crece aún más. Además de eso, su forma directa de hablar me asombra, parece no tener ni un tapujo en la boca.
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El deportista y ¿la nerd? [PI #1] ✔️
Teen Fiction꧁Primera parte de la bilogía "Perfectamente Imperfectos"꧂ Él, el más popular de todos. Ella, indiferente para los demás. Él, en una relación con la más popular. Ella, con un mejor amigo como ella. Él, con el mejor cuerpo sin miedo a demostrarlo...