23|Estás jugando

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Mi cabeza no para de dar vueltas con todo lo que acabo de presenciar y mi corazón no aguanta con los sentimientos encontrados por todo ello. Sin darme cuenta he corrido al gimnasio local, en lugar de a casa; supongo que tanto mi cuerpo como mente necesitan desahogar este embrollo con lo que mejor sé hacer: deportes. Aún no termino de regular mi respiración cuando entro al establecimiento; en la recepción me encuentro a Sandra, ella es la encargada de dar la información necesaria para cuando alguien quiere entrar a algún curso o entrenamientos impartidos en este lugar.

—Hola, Jordan —me saluda con una gran sonrisa en su rostro. Su expresión se ha iluminado una vez me ha visto, aun cuando su ceño se ha fruncido un poco por mi agotamiento—. Hace mucho que no nos visitabas por estos rumbos, se te extraña, linda.

Mi corazón se estruja una vez más al escucharla decirme ese apodo, recordándome a ese chico de quien estoy huyendo. Pero Sandra no lo sabe y no tiene la culpa de usar algo tan genérico como ese apodo; en especial porque ella trabaja aquí desde que mis hermanos y yo éramos unos chiquillos, así que nos ha visto crecer. Al parecer, a Sandra siempre le ha gustado llamarnos por nuestros segundos nombres, dice que son menos comunes a las demás personas y nos aparta del tan dichoso legado Connor, al menos para mis hermanos, porque en mi caso solo me lo recuerda. Sin embargo, no quiero hacerla sentir mal y lo dejo pasar sin importar que me carcome por dentro junto con los recuerdos.

—Sí, bueno... —me corto por la falta de aire, apartando la mirada de ella—, había estado ocupada.

En realidad, nunca estuve ocupada. Ciertos eventos, que ella desconoce por una licencia de maternidad que se tomó en ese tiempo, me llevaron a no querer ser el centro de atención de este gimnasio o de cualquier otro lugar que involucrase el deporte y el apellido de mi familia, así que dejé de asistir, cancelé todo y me enfrasqué en mi nuevo mundo. Así por casi cinco años. Mis hermanos jamás faltaron a uno de sus entrenos aquí y conociéndolos, eso no sucederá. Y probablemente por ellos, es que se me ha visto por aquí en contadas veces.

—¿Algo en especial? —pregunta, refiriéndose a algún deporte que quiera practicar ahora. El lugar es grande, pues no tiene competencia, el único en el pueblo y el más equipado que jamás haya visto.

—Lo que sea —respondo, solo necesito sacar lo que tengo dentro justo ahora.

Sandra teclea rápidamente, revisando su computadora y empieza a leer lo que supongo son los horarios de las zonas deportivas del gimnasio. Ella tiene una gran capacidad para la organización, siempre la ha tenido; recuerdo tener siete años cuando solía hacerle muchas preguntas mientras esperábamos por nuestros padres después de los entrenos.

—Mmm... —arruga el ceño antes de volver a hablar, viendo en mi dirección—. No hay de los que te gustaban, pero Derek había apartado las escaladas y hace cinco minutos llamó para cancelarla. Puedes usarla ya que tu hermano no vendrá.

He de admitir que me sorprende que mi hermano mayor aún venga aquí cuando se encuentra en la universidad, pero dejo de darle vueltas a ese asunto. Me las pienso un poco, puesto que escalar no es lo mío, sin embargo, justo ahora necesito desahogar esta energía, por lo que decido aceptarlo.

—Si Jason no lo quiso, no me queda otra que aceptarlo —digo, encogiéndome de hombros y dándole una sonrisa a medias.

—Como digas —Sandy teclea algunas cosas y me sonríe—. Ya puedes pasar, ya sabes el equipo que debes usar y las precauciones, ¿cierto?

La miro incrédula por su pregunta, y respondo—: Obvio, Sandy —río un poco con confianza, a pesar de que no llega a mi interior—. ¿Quién te crees que soy?

—Una Connor. Es inevitable —responde sin disimulo. Me da una mirada de malicia, porque es una personita más a la que le gusta sacar mi apellido a relucir. Lo peor es que es difícil que no me lo recuerde cuando me llama por mi segundo nombre.

El deportista y ¿la nerd? [PI #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora