capítulo 11

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(...)

Nunca he sido devota a Dios, jamás me han gustado las religiones y soy enemiga jurada de la iglesia, siempre he estado consciente de que hay alguien o algo, sea destino, casualidad. Un ser omnipotente, fuera o dentro de nuestro entendimiento que gira y es el centro de lo que hoy somos, desde lo más pequeño como las bacterias, hasta el más grande como es el ser humano. No soy atea pero... Nunca estoy alabando a una estatua o imagen de ese ser, cuando ni siquiera sé si de verdad su físico fue así.

Mientras caminaba por los pasillos que parecían no tener final, sentía como los ojos de las estatuas que estaban en diferentes lugares de la parroquia me seguían con la mirada, el silencio que se instalaba en éste lugar era de sepulcro, junto con la luz tenue que entraba por lo ventanales de diversos colores, las velas blancas en las las antorchas y candelabros iluminaban el camino. Por donde sólo se escuchaban mis pasos, la iglesia parecía estar desértica, sin ninguna luz artificial sólo las de los veladores.

Éste lugar era tan antiguo que aún no me explicaba cómo estaba de pie, sus pisos de un mármol vino tinto y sus paredes de piedra sólida, tenía grandes altares de hierro y plata, junto un gran crucifijo al centro de toda la iglesia. Los asientos de madera café estaban ordenados de tal forma que hacían cuatro filas, no recuerdo la última vez que estuve en alguna iglesia, creo sólo han sido dos veces sino estoy mal, cuando hice mi primera comunión y cuando Ariana murió. Repito no soy atea, pero... Desde que era una niña siempre he dicho que él ser que dice ser el centro de la felicidad se ha portado muy injusto conmigo.

-hija, ¿buscas algo?- una voz retumbó en el silencio de la escalofriante iglesia, gire en mí eje y caminando desde uno de los altares un hombre se dirigía a mí.

-Buenas tardes- conteste al hombre que creó era un padre ya que su túnica negra me lo hacía creer- Vengó buscando al padre Constantino, el profesor Brows me pudo conseguir una entrevista con él, sobre un trabajo del colegio.

-Entiendo, el padre está en confesión en éste momento- mire a para todos lados pero aquí no había nadie, sólo nosotros- Pero sígame, tal vez usted también quiera confesarse- el hombre canino más adelante de mí y sin más que hacer tuve que seguirlo.

El padre camino haciendo retumbar sus zapatos perfectamente bien lustrados, mientras pasaba por los altares, seguimos hasta llegar a una puerta de madera. Él la abrió con mucha cautela, como si el silencio que éste acto producía incomodara algún ente en especial, adentro sólo vi un pasillo iluminado por antorchas, trague saliva y contuve las ganas de salir corriendo.

Era un especie de pasillo estrecho y frío que daba la sensación de estar caminando por algún túnel subterráneo, al llegar al final se visualizaba otro puerta que al abrirla dio vista a un salón un poco más oscuro con diversas estatuas y altares, una pequeña cabina forrada en cuero y unas pocas personas haciendo una fila, dentro de una de ellas estaba un alguien arrodillado, y otros tres esperaban su turno. Escuche unos susurros y era una mujer arrodillada en uno de los altares que rezaban ó imploraba.

-Pronto terminará- susurró el padre- puede esperar si lo desea- asentí, mientras el señor me daba la espalda para marcharse.

No estaba tranquila aquí eso cualquiera podría notarlo, mi respiración estaba un poco irregular, la poca luz y lo mucho que el lugar estaba encerrado me podía nerviosa, todo era un silencio incómodo. Sólo algunos susurros escuchaba de vez en cuando, tomé mi móvil notando que había llegado un mensaje.

Kary:
Oie, princesa, recuerda que tienes que trabajar.

Anni:
Gracias por recordármelo, lo olvide por un segundo.

Al levantar mi vista de nuevo todo estaba tan solitario que me sorprendió, ¿en qué momento todos se habían ido? El padre que creo era Constantino salió de adentro de la cabina corriendo una pequeña cortina a un lado, guarde mi celular y tomé mi libro de apuntes acercándome a él. Mis labios estaban secos y mis manos sudaban frío, el hombre se acomodó algunas arrugas en su túnica y en su mano derecha se enredó un escapulario.

Lucifer (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora